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Banes: la ruta arqueológica de Cuba

alina
15 August 2018 1:40pm
Banes: la ruta arqueológica de Cuba

Todas las ciudades cubanas tienen sus epítetos en reconocimiento a sus particularidades, así tenemos La ciudad primada para Baracoa, La ciudad de los tinajones, Camagüey, pero quizás uno de los de mayor connotación e historia se lo llevó Banes. Un municipio holguinero en la costa norte de Cuba, que además de tener a Guardalavaca entre los destinos turísticos más importantes del país, con las mejores playas de arena blanca y fina, también es La capital arqueológica de Cuba.

Su calificativo no es fruto de la exageración ni del capricho, Banes tiene más de 100 sitios arqueológicos y cuenta con uno de los cementerios aborígenes más antiguos del continente. Vive la aventura de la mano de Excelencias News Cuba.

Nuestro recorrido comienza en el Chorro de Maíta un poblado situado en un cerro a 8 kilómetros de Guardalava. Los visitantes enseguida relacionan el nombre del lugar con la lengua aborigen, pero en realidad Maíta es un diminutivo de mamita, como cariñosamente llamaban a la dueña de estas tierras y el chorro era un poderoso salto de agua que el tiempo redujo a manantial y que ahora solo corre bajo estas tierras. Por lo que habitualmente la gente iba a buscar agua o a bañarse al chorro de Maíta.

Sin proponérselo, el vocablo tenía una melodía aborigen y cuando llegó el gran descubrimiento no había más que pensar, se llamaría Museo Chorro de Maíta. Diferente a todos los que se puedan visitar en Cuba y otras partes del mundo, el museo es un encuentro con la muerte o con el sentido físico de ella. Se trata de un cementerio de una antigua aldea indígena que sobrevivió hasta tiempos coloniales, cuando fue convertida en un pueblo de indios encomendados.

Sus primeros descubridores fueron los habitantes del lugar, quienes encontraron cerámica, cuentas de collares y restos humanos, mientras cultivaban la tierra y abrían hoyos para poner los pilares de madera de sus casas.

Era la década de los 30, los hallazgos fueron cada vez más recurrentes y los aficionados y coleccionistas no tardaron en llegar, los mismos corrieron el rumor y en 1986 comienzan las excavaciones de un grupo de espeleólogos liderados por el doctor holguinero José Manuel Guarch. La noticia recorrió medio mundo y desde el 24 de febrero de 1990 más mil 300 visitantes nacionales y extranjeros llegan todos los meses hasta el Museo para conocer de cerca la historia aborigen de Cuba.

Son 24 mil 448 metros cuadrados los que cubren el cementerio donde se hallaron 108 esqueletos. De ellos 62 se exponen al público tal y como fueron encontrados, con sus respectivos objetos, tanto de la etapa aborigen como de la colonización. Cuentas para collares de cuarzo, conchas, fragmentos de cerámica, coral rojo, así como fragmentos de mayólica, latón, textil europeo, oro y guanín. 

El cementerio no es solo aborigen, es un enterramiento multiétnico donde es visible la imposición de nuevos patrones funerarios. La diversidad de posiciones habla por sí solas, la posición fetal o acuclillada de costado es la más común utilizada por los indígenas, sin embargo, aparecen varios con el cuerpo extendido y las manos cruzadas en el pecho o en el abdomen, como influencia del cristianismo europeo que pudo ser asimilada o impuesta.

A solo unos metros del Museo se encuentra el parque Aldea Taína, una iniciativa del arqueólogo José Manuel Guarch para simbolizar el estilo de vida de los nativos, de manera que los visitantes pudieran llevarse una imagen de la cultura que el Museo no podía ilustrar. La instalación ya celebra sus 20 años de fundada y es parte del circuito turístico.

El paraje es lo suficientemente realista como para devolvernos de golpe a la Cuba del siglo XV. Una aldea taína se abre ante los visitantes, estatuas a tamaño real, caneyes, vasijas de cerámica, decoraciones, imágenes de dioses, todo en escenas cotidianas de la vida de nuestros antepasados y con la opción de disfrutar de un espectáculo aborigen, así como de las delicias culinarias de un restaurante que combina alimentos de los nativos y la cocina española.

Saliendo del Chorro de Maíta continuamos para la ciudad de Banes a 30 kilómetros, alejándose un poco de la costa. Pueblo de gente humilde y trabajadora, cuya arquitectura aún recuerda los años de la Compañía Bananera Norteamericana United Fruit Company, con sus casas de madera sobre pilotes y de grandes ventanales.  

Allí encontramos en una de las calles más céntricas el Museo Indocubano Baní, único de su tipo en Cuba y el Caribe. Aquí se encuentra la muestra más amplia y mejor conservada del país, con unas 22 mil piezas que han sido encontradas en diferentes sitios arqueológicos.

Las colecciones están formadas por objetos correspondientes a las principales etapas de la presencia aborigen en el territorio y piezas originales del proceso del contacto y transculturación indohispánica.

Organizado en 5 salas se exponen al público más de 3 mil piezas auténticas entre las que se encuentra instrumentos de trabajos, vasijas, adornos corporales donde sobresale la mayor colección de collares del país, que los aborígenes usaban en la danza del areito. Aunque sin dudas la más atractiva es el ídolo de oro de diez quilates con figura humana.  

La instalación también cuenta con la Plaza Dos Tiempos, complemento didáctico y recreativo para la realización de actividades colaterales, lo que le permite promover la preservación de los sitios arqueológicos.

Banes ofrece la oportunidad de conocer sobre los primeros habitantes de la Isla y contemplar de cerca sus huellas en el tiempo. Combinación perfecta que conjuga un excelente destino de sol y playa, junto a la riqueza histórica que le ha valido el epíteto inigualable de La capital arqueológica de Cuba.

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