Bayamo: para descubrir la cubanía

alina
01 December 2016 10:10am
Bayamo: para descubrir la cubanía

Bayamo: para descubrir la cubanía

Por: Leonel Nodal

Confieso que soy uno de los muchos pasajeros que en más de una ocasión viajó de La Habana a Santiago de Cuba y siguió de largo al cruzar por la entrada a Bayamo, y no solo cuando fui en ómnibus. Así le pasa a muchos turistas que desandan el oriente cubano. Acabo de romper ese extraño maleficio de pasar y seguir de largo, y quedé encantado. La conclusión es simple: hay que traspasar las puertas de la histórica Ciudad Monumento para descubrir las claves de la cubanía.

Lo primero es enterarse de que mucho antes de la llegada de Diego Velázquez, el Adelantado de la corona española comisionado para distribuir tierras y fundar asentamientos de la naciente empresa colonizadora, ya estaban radicados aquí, en las fértiles márgenes del río Bayamo, varios miles de nativos, los originarios “cubanos” de la etnia taína. No era tierra deshabitada.

Aquellos que parecían “indios” a los ojos de Cristóbal Colón llamaban Cuba a la isla, según testimonio del padre Bartolomé de las Casas. Y aunque el Almirante la bautizó Juana, la isla de Cuba conservó su nombre y los nacidos aquí –criollos pichones de españoles o mestizos hijos de todas las etnias-prefirieron ser llamados cubanos. Por eso los bayameses refieren “más de 500 años de Historia” en su lema por la celebración este año de la fundación de San Salvador de Bayamo, en 1513 por Velázquez, después de la primigenia Baracoa, a la que pronto adelantó en prosperidad económica, gracias a la ganadería, la caña de azúcar y, sobre todo, al incorregible comercio de contrabando. Toda esta historia está escrita, pero cualquier bayamés se la puede recitar con lujo de detalles. Memoria es lo que sobra en esta ciudad, porque casi todo lo edificado desde aquel día fundacional del siglo XVI hasta el 12 de enero de 1869, fue entregado por sus hijos a las llamas –en gesto de sacrificio independentista- para no volverla a ver sometida al dominio español.

Apenas quedaron en pie unas pocas modestas edificaciones, restos de la iglesia construida en 1740 y el espacio empedrado de sus alrededores, donde los insurgentes entonaron por primera vez la música y letra de la Bayamesa de Perucho Figueredo, que devendría Himno Nacional. Hoy, un moderno mecanismo relojero marca cada hora con las correspondientes campanadas y la cadenciosa melodía de la gentil Bayamesa.

Con los primeros rayos de sol, miles de pajarillos que anidan en frondosos árboles animan con sus trinos este reducto colonial enmarcado por la Iglesia Parroquial, la adoquinada Plaza del Himno y el parque que ocupa la primera Plaza de la Revolución, donde se erige una modesta estatua de Céspedes y un busto de Figueredo, flanqueado por la letra y música original del Himno que convoca “al combate corred bayameses”. A esa hora, bien temprano, una dedicada brigada de hombres y mujeres barren y dan brillo a los pisos de granito, secan las aguas, limpian los bancos. Así es por toda la ciudad, que resplandece para orgullo de sus habitantes.

Desde este Centro Histórico, que incluye varios museos, entre ellos la Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes; el Primer Ayuntamiento Libre de Cuba; la Alcaldía de Bayamo; la casa natal del músico Manuel Muñoz Cedeño; se puede uno adentrar en una de las arterias peatonales más originales de Cuba, el Paseo de Bayamo, localizado en la avenida General García, en la que se suceden los materiales empleados en la arquitectura local desde la colonia –chinas pelonas, adoquines y ladrillos- hasta los pulidos mármoles y granitos. A lo largo de esta vía se suceden viviendas particulares y establecimientos gastronómicos, comerciales y recreativos. Entre otros, sobresale la Academia Profesional de Artes Plásticas Oswaldo Guayasamín y el Museo de Cera, único del país.

Los bayameses guardan en su memoria historias vinculadas a su entorno, constituido por la provincia Granma, atravesada por la vertiente sur de la Sierra Maestra, donde se levanta el Pico Turquino, y se extiende hasta las riberas del golfo de Guacanayabo y la apreciada bahía de Manzanillo, escenarios de episodios relevantes de la formación de la nacionalidad, desde el suplicio en la hoguera a que fue sometido el cacique Hatuey, en Yara, por su resistencia a los conquistadores españoles; la marcha independentista de Céspedes desde el Ingenio La Demajagua hasta Bayamo, o la guerra de liberación iniciada por Fidel Castro con el desembarco en Las Coloradas y su ascenso a la Sierra, donde quedan las huellas de su Comandancia en La Plata, entre otros sitios, transformados en lugares de interés turístico para los amantes de la naturaleza y la historia, quienes desean ver con sus propios ojos los orígenes de la cubanía.

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