Dos callejones originales en Cuba

alina
14 April 2016 8:44pm
Dos callejones originales en Cuba

Cuba tiene muchas novedades y curiosidades, pero en los más recientes tiempos, dos callejones sobresalen por sus ocupaciones, moradores y colorido: Hamel y el de los Barberos, ambos en La Habana.

El paisaje urbano de Cuba tiene muchas novedades, calles cortas, paseos históricos, sitios donde ocurrieron acciones culturales y tradicionales, pero en la actualidad, por lo menos para este periodista, existen dos callejones muy particulares, no solo de La Habana, sino de Cuba.

El callejón de Hamel y el de los Barberos se ubican en la capital cubana, para otorgar una especie de broche particular de oro, en cuanto a la actividad en sus espacios, pequeños, muy pequeños, por demás.

Los turistas que llegan a este país, buscan este tipo de lugares para pasarla bien, tomar fotografías y conversar con sus moradores, de ahí que tal elección la tomáramos precisamente del dialogo con visitantes tanto extranjeros como turistas nacionales.

Un par de lugares que bien pueden aparecer en cualquier filme, novela o serie televisiva, por su colorido, particularidades y entorno, sumamente cuidado y que reproduce elementos de la tradición insular en el caso del primero desde el punto de vista religioso y en el segundo como signo de nuevos tiempos económicos.

HAMEL

Cosmopolita y animado, con bailes de origen africano todos los domingos al mediodía, así de simple y compleja puede ser la descripción del Callejón de Hamel de la Ciudad de La Habana, fiesta cubana perenne para quienes aman la alegría.

Se trata de un centro de adoración, relacionado con la Santería o Regla de Ocha, traída en el siglo XVI por los esclavos africanos obligados a trabajar en Cuba por los colonizadores españoles.

Sin embargo, ese escenario (Callejón de Hamel entre Aramburu y Hospital, Centro Habana) constituye mucho más de lo que a simple vista se puede apreciar, pues se trata de un proyecto de cultura comunitaria iniciado por el pintor cubano Salvador González.

Pinturas, símbolos religiosos y nacionales acompañan los edificios y casas que cubren el Callejón. Un colorido que inunda, dibujado en portones, rejas, fachadas y hasta en los cierres de algunas viviendas.

La Santería es una fusión de creencias que incluyen hasta elementos del catolicismo y el africanismo en general.

Estos detalles se entrelazan en el callejón, cuyo nombre proviene del estadounidense-franco-alemán Fernando Belleau de Hamel, transportista de armas durante la Guerra de Secesión (1861-1865) y que luego se instaló en ese lugar.

Sin embargo, su valor se resalta en 1990 cuando comienza la iniciativa del artista Salvador, y quien se codeó con activos colaboradores para desarrollar esa idea.

Entonces todas las paredes se llenaron de pinturas, murales muy interesantes que convirtieron inmediatamente al lugar en un punto de visita y credo.

Se instalaron pequeños talleres, galerías de arte y altares con enfoque en tres religiones de origen africano: Santería, Palo Monte y la cofradía Abakuá.

Entre sus visitantes estuvieron los estadounidenses Harry Belafonte y Sidney Pollack o el fallecido cantante cubano Francisco Repilado, conocido en el mundo como Compay Segundo.

Se trata de una especie de enclave en el barrio de Cayo Hueso, uno de los más humildes y conocidos de la ciudad-capital.

Salvador pintó murales que cubren toda la altura y ancho de cada casa, edificios y hasta los tanques de agua, además de expandir su arte hasta otras plazas cercanas.

El lugar se transformó de un apartado lugar en medio del cosmopolitismo citadino en un sitio de cultura, en una verdadera y perenne galería de arte.

Aparece el predominio de colores vivos como el rojo, y las formas de estilo cubista, surrealista y expresionista. Allí inundan las pinturas de los edificios de vecinos de hasta cuatro y más plantas.

Para Hamel sería irreconocible su callejón, un norteño de origen franco-germano que acuñó su historia en ese barrio e impregnó su apellido en el callejón, motivado por la generosidad de los vecinos y trabajadores bajo su mando.

Desde 1993, comenzó realmente la presentación de encuentros culturales de distinto tipo, todos relacionados con los temas que se muestran en el lugar.

Un espacio realmente único, fotografiado por viajeros llegados a la Isla en plan de turismo o ejecutivos deseosos de conocer más de cerca la cultura autóctona insular.

BARBEROS

El peluquero cubano Gilberto Valladares (Papito) fue uno de los emprendedores locales que participó el 21 de marzo de 2016 con el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en una reunión de dialogo e intercambio.

Ese encuentro ocurrió en el Antiguo Almacén de la Madera y el Tabaco, de La Habana Vieja, donde el estilista dijo al mandatario que en la actualidad el 95 por ciento de los peluqueros en este país pertenecen al sector privado.

Papito, como todos le conocen, es responsable de uno de los proyectos más interesantes como rescate social para La Habana Vieja, con el nombre de Artecorte (con premio mundial), ubicado en un callejón sui géneris, el de los Barberos.

La labor de la Oficina del Historiador de la Ciudad (Eusebio Leal), estimula diferentes planes surgidos en la comunidad, tal y como lo reconoció oportunamente Gilberto Valladares.

Este proyecto fue elegido entre 300 de su tipo en el mundo mediante un concurso internacional auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Organización Mundial de Ciudades Patrimoniales.

Esa entidad patrimonial, con sede en Canadá, seleccionó en una primera etapa 13 programas, y luego quedaron tres, que fueron agasajados en su reunión anual de alcaldes en Oaxaca, México (en 2013), a la que asistió este estilista.

Barbero y peluquero desde hace unos 30 años, al graduarse de una de las escuelas de este oficio a los 17, ahora constituye destacado promotor cultural en el Callejón de los Barberos (Aguiar entre Peña Pobre y Avenida de las Misiones, parte antigua capitalina).

Inaugurado en 1999, Artecorte se inició en la casa de Papito, quien vive en el Callejón,  y expandió su influencia con el apoyo de Leal para incluso a partir de sus beneficios económicos fundar una escuela de barbería y peluquería gratuita para jóvenes del área.

Artecorte se engarza con un Barbeparque, o parque infantil de barbería, en el que además de los niños jugar en aparatos con figura de herramientas de peluquería, pueden pelarse en un salón creado allí, o con ayudas a una Casa de Abuelos.

El proyecto tiene su eje en la casa de Papito, especie de museo activo con centenares de piezas de barbería rescatadas para una colección viva, pues allí los clientes se atienden el cabello, con Papito y un grupo de sus colaboradores.

Papito comenta que fue uno de los primeros en acogerse a los trabajos por cuenta propia, modalidad en desarrollo en Cuba.

La iniciativa fue mucho más allá, al incluir colecciones, museo, pintura, música, y la escuela de un año, que en inicio era para los muchachos del barrio Santo Ángel y luego se amplió a otros interesados, de otras partes de La Habana.

Esos detalles los explicó Papito a Obama, cuando aseguró además que se le otorga singular importancia al tema de los valores sociales, de ahí que en estos momentos 10 muchachas sordas aprenden ese oficio.

Y el Callejón de los Barberos, sumamente simpático y colorido, cuenta con restaurantes, barberías, escuela de ese oficio y de peluquería, asientos para tomar sombra en los paseos, muchas flores y gente amable que es capaz de conjugar la iniciativa de Papito con el interés por desarrollar el turismo urbano, de cara a las tradiciones y los nuevos tiempos.

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