La estratégica apuesta de Fidel Castro por el turismo en Cuba

alina
28 November 2016 10:35am
La estratégica apuesta de Fidel Castro por el turismo en Cuba

Nadie como Fidel Castro apostó a un turismo sano y seguro como fuente inagotable de riqueza y palanca estratégica para el desarrollo sostenible de Cuba. Nadie como él se convirtió en principal foco de interés y atracción de personalidades extranjeras, periodistas o simples visitantes que llegaban al país con declarado o secreto interés por verlo, conocerlo y, tal vez, entrevistarlo o tomarse una foto junto al legendario líder guerrillero de la Sierra Maestra.

Fidel había comenzando a descubrir el país desde sus días de aventuras infantiles como explorador en las zonas boscosas cercanas a la casa natal de Birán, en la región oriental. A partir del 1 de enero de 1959 redescubrió para el disfrute de cubanos y viajeros procedentes de todo el mundo recursos naturales, de extraordinario valor ecológico, de un archipiélago caribeño que además de la mayor de las Antillas cuenta con más de 4 000 islotes y cayos de playas vírgenes, de blancas arenas y limpias aguas, montañas de sorprendente flora y fauna, así como sitios de valor patrimonial, recintos de costumbres y tradiciones culturales fruto del mestizaje fundamental de raíces hispanas y africanas.

A su entrada en La Habana, las huestes rebeldes lideradas por el joven abogado de solo 32 años desalojaron del poder a un gobierno militar corrupto, que había pactado con célebres elementos mafiosos de Estados Unidos como Meyer Lansky y Lucky Luciano, un negocio turístico basado en la explotación de casinos, drogas, prostitución y una visión caricaturesca de una nación de rumba, tabaco y ron.

Unos pocos hoteles manejados por capitales estadounidenses, como el Hilton, el Capri o el Havana Riviera, descollaban a finales de 1958 como estandartes de aquel modelo en La Habana, que se complementaba con la playa de Varadero, como principales centros de diversión.

En su afán  de darle un vuelco a la vida nacional, desde los primeros meses de 1959, ya en su condición de Primer Ministro, Fidel Castro impulsó la creación del Instituto Nacional de la Industria Turística (INIT) y asumió la presidencia del nuevo organismo que tendría la misión de fomentar a todo lo largo y ancho del país centros de alojamiento y recreación, restaurantes y cafeterías, para disfrute de cubanos y extranjeros.

Joven, intrépido, deseoso de conocer todo el país, sus necesidades y potencialidades, Fidel aprovecha los fines de semana para incursionar junto al geógrafo Antonio Núñez Jiménez en los rincones menos conocidos del archipiélago. La vasta e inexplorada Ciénaga de Zapata, al sur de la provincia de Matanzas, donde descubre la economía de subsistencia de carboneros que conviven con cocodrilos y otras especies de la fauna criolla amenazadas de extinción, la cayería circundante y la fascinante barrera coralina a escasa distancia del litoral, lo incitan a promover la construcción de carreteras, hoteles y otras facilidades turísticas. Un misterioso sortilegio del destino posibilita que aquel temprano interés por la Ciénaga, le permita en 1961 ser el mejor conocedor de la zona escogida por estrategas de la CIA de Estados Unidos para lanzar su desafortunada invasión militar de Bahía de Cochinos.

En gesto de alto valor simbólico, el 31 de diciembre de 1959, Fidel asistía vestido con su traje verde olivo de Comandante y con la cabeza cubierta por un típico sombrero de yarey a una cena de año nuevo en el Hotel Habana Hilton para agasajar en su condición de presidente del INIT a un grupo de personalidades extranjeras, entre ellos notables agentes de viajes y líderes del negocio turístico en Estados Unidos, entre los que sobresalía el famoso campeón mundial de boxeo Joe Luis. 

“A Cuba pueden venir todos los hombres y mujeres del mundo sin discriminación”, dijo el Primer Ministro a sus invitados, según la crónica escrita por Marta Rojas, la periodista que en 1953 tomó nota del alegato de defensa de Fidel en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, su primera acción para derribar al régimen inconstitucional.

La temprana confrontación de Washington con el nuevo gobierno disidente de La Habana, el boicot económico y la subsiguiente ruptura de relaciones diplomáticas, frustraron aquella apertura a un ventajoso negocio entre ambas márgenes del Estrecho de Florida. Durante tres decenios el turismo extranjero apenas tuvo un valor marginal en la economía cubana.

En 1988, en un análisis premonitorio de la evolución de los sucesos en la Unión Soviética, Fidel Castro prevé la posible desintegración del bloque socialista del Este europeo, así como una catastrófica pérdida de mercados e inversiones para Cuba. Ante el inminente cataclismo, se impone acudir a una salida de emergencia. Con su minucioso conocimiento del país, así como sus recursos naturales y humanos, Fidel expone como la alternativa de más rápido retorno de las inversiones la explotación turística de todos los polos posibles de sol y playa. La otra sería la biotecnología  y la industria farmacéutica, de más lento pero seguro progreso, basado en el potencial del personal científico del país

Al propio tiempo, Fidel esboza los principios de una participación de capitales extranjeros en la comercialización, administración y transferencia de know how para poner a punto los hoteles y otras instalaciones, que con escasos créditos y recursos monetarios comienzan a levantarse de inmediato en Varadero, donde existía una vasta línea de playa virgen y en varios cayos del norte y sur de la plataforma insular.

Fidel interviene personalmente en las negociaciones con las primeras cadenas hoteleras que se interesan por la nueva apertura cubana, entre ellas la española Sol Meliá. Cobran auge las obras de reparación de los hoteles existentes en La Habana para adecuarlos al turismo extranjero y se intensifica la restauración del Centro Histórico, que poco tiempo después es declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

A 25 años de aquel golpe de timón, Cuba exhibe un pujante crecimiento de la industria del ocio, con una planta hotelera que se aproxima a las 70 000 habitaciones, una infraestructura aeroportuaria y de comunicaciones cada vez más competitiva, que permitirá este año recibir alrededor de 3,8 millones de visitantes foráneos, y que apunta a convertirla en la principal potencia turística del Caribe.

En ese contexto, el  restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos el 17 de diciembre de 2014, abre paso a una nueva fase –que aún con tropiezos y limitaciones, impuestas por las sanciones económicas, financieras y comerciales vigentes desde 1962- ratifica a la industria turística como una fuente ilimitada de ingresos al país, que actúa además como locomotora del desarrollo de muchas otras ramas de la producción, los servicios y la sociedad cubana.

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