La mayor colección de arte particular de Cuba

alina
01 June 2017 3:20pm
La mayor colección de arte particular de Cuba

Joaquín Gumá Herrera nació en 1909, en La Habana. Su vida no fue nada común, por línea materna y paterna su linaje descendía de marqueses y condes. Fue abogado del Ministerio de Estado en los años de la República, pero a Gumá no se le conoce por su profesión de jurista, sino porque atesoró la mayor colección particular de arte de la historia de Cuba.

Como su procedencia requería, el conocido como Conde de Lagunillas, fue una persona muy culta que llegó a dominar varios idiomas, entre los que destacan el griego y el latín. Desde pequeño se aficionó a la belleza del arte y ya en su madurez comenzó a atesorar obras de significativo valor.

Adquirió las primeras piezas egipcias y griegas de la colección a mediados de los años 40 del siglo XX en el mercado de arte norteamericano, específicamente en Nueva York, en casas comerciales de prestigiosos anticuarios, donde los precios eran relativamente bajos debido a la poca demanda de obras, a causa de la Segunda Guerra Mundial.

Sus frecuentes viajes a Estados Unidos le permitieron relacionarse con arqueólogos afamados  y prestigiosos anticuarios del arte helénico como Gisela Richter y Dietrich Von Bothmer.

Las piezas del muestrario, integrada básicamente por exponentes de Egipto, Grecia y Roma, fueron llenando los salones e incluso los dormitorios de su residencia, situada en calle 36, esquina a 3ra, en Miramar. Algunas también en la casa vivienda de la finca de recreo La Cumbre, propiedad de su esposa.

Al agrandarse la colección mudó su residencia a una de mayores dimensiones en 5ta Avenida, esquina a la calle 22, donde instaló vitrinas de madera y cristal para la exhibición y cuidado de su colección. Con el paso de los años la colección aumentaba, por lo que el Conde tuvo que construir otro piso a la edificación e incluso guardar algunas piezas en los dormitorios, cual objetos personales.

Adquirió las primeras piezas egipcias y griegas de la colección a mediados de los años 40 del siglo XX en el mercado de arte norteamericano, específicamente en Nueva York, en casas comerciales de prestigiosos anticuarios donde los precios eran relativamente bajos.

En los 50 la colección tenía fama internacional. Los vasos griegos aparecían mencionados en varias publicaciones y muchos de ellos se exhibían en museos extranjeros. Además, otras instituciones de este tipo habían recibido donaciones del coleccionista. Entre las la pieza más destacadas de esa sección está el Ánfora panatenaica, que en octubre de 1954 prestó al Museo Metropolitano de Nueva York.

Con el pasar del tiempo, algunas piezas se deterioraron debido al lugar donde se resguardaban. Por tal motivo se decidió trasladar parte de la colección al Museo Nacional de Bellas Artes y al Centro Asturiano. Este último cuenta con un total de 700 piezas exponentes del arte egipcio, griego y románico.

El conde de Lagunillas falleció en la década del 80 del pasado siglo, su último deseo fue que las instituciones culturales cubanas resguardaran aquello que fue la razón de su vida: su colección de arte, la  más grande de Cuba.

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