La religiosidad cubana como atractivo histórico cultural (Parte I)

alina
13 December 2015 10:35pm
La religiosidad cubana como atractivo histórico cultural (Parte I)

La atracción desde el extranjero por el variado espectro religioso cubano está asociada a diferentes factores, de origen histórico, cultural, político, económico y psicológico, entre otros, que se manifiestan tanto en el plano internacional como en el nacional. 

La idea se esclarece aún más, si comprendemos que estas interconexiones se desenvuelven de acuerdo a las características del contexto y de los grupos involucrados; de ahí, la importancia de los elementos que se deben analizar del contexto cubano, tanto en sus antecedentes históricos como en la actualidad.

En el estudio y análisis de este contexto una necesaria reseña histórica ayuda a comprender cómo la concepción y proyección actual del turismo cubano y su relación con la religión ha respondido a coyunturas y necesidades económicas estrechamente vinculadas con su sistema sociopolítico y cultural.

Los estudios de la historia del turismo en Cuba han aparecido en los últimos años en pocas publicaciones, no obstante se ha logrado una sistematización que puede ser encontrada en autores que hacemos referencia.

El bosquejo histórico se ha tratado de centrar en aspectos a tener en cuenta en los vínculos del turismo y la religión cuyos precedentes esperan por una investigación más específica ya que en la extensa búsqueda de información no se ha encontrado un estudio que aborde los antecedentes históricos de esta relación en Cuba.

De acuerdo a diferentes estudios, el siglo XIX marca la etapa de los primeros antecedentes del turismo en Cuba, coincidente con procesos e hitos importantes en la formación de la identidad nacional cubana aparejada a las primeras señales de una gran diversidad religiosa en formación.

Los entrevistados extranjeros han manifestado que uno de los aspectos que motivan asombro e interés por la religión en Cuba es su gran diversidad como fenómeno cultural ilustrativo de una complejidad que atiende, más que a la cantidad de manifestaciones, a la diversidad de sus orígenes.

Los fundamentos de la religiosidad cubana se encuentran asociados a diferentes orígenes, entre estos se destacan dos principales troncos etno-culturales: de una parte el conjunto de pueblos de procedencia española que impusieron su cultura y religión católicas y de otra, una extensa variedad de pueblos africanos traídos en condiciones de esclavitud y que eran portadores de  religiones tribales que derivaron en expresiones religiosas criollas.

He aquí el primer condicionamiento de la referida complejidad: Cuba es síntesis de síntesis, ya alcanzadas previamente y logradas o no en propio suelo cubano.

Otros factores van a repercutir en la atractiva originalidad de la religiosidad cubana. Friguls, Piñera y Treto (1989) apuntan que: “La evangelización en Cuba no tuvo las mismas características que otros países del continente… (diferentes causas) no facilitaron que la religión católica echara raíces tan profundas como en otras partes y la religiosidad popular fuera más bien un sincretismo hispanoafricano…”

La Iglesia Católica estuvo subordinada a la metrópolis española y, por tanto, dependiente de sus dictados, en el clero de la Isla hubo muy poca participación criolla.

Si bien en el siglo XVIII se nombra el primer obispo cubano, Dionisio Resino, y hay un estímulo al surgimiento de párrocos criollos, en el siglo XIX, España inicia la descubanización del clero y trata de alejar a Cuba de las experiencias de las luchas de independencia en América (ENEC, 1987) Pero ya en Cuba -en los inicios de ese siglo- el padre Félix Varela había sembrado la semilla del pensamiento independentista.

También la mayor prolongación de la trata de esclavos y del régimen esclavista, aportaría un peso considerable de lo africano en el espectro religioso. En su vínculo con el turismo las religiones cubanas de descendencia africana han estado marcadas por el signo del mercado, por lo cual  existe un debate que comprende defensores y críticos de esta situación.

La conformación histórica de estas religiones las hace ligarse al elemento comercial de una manera diferente a cómo han estado ligadas religiones como el catolicismo en el pago de servicios religiosos.

A esto se ha sumado el hecho de que estamos en presencia de un fenómeno que se ha transnacionalizado en su relación con el turismo y otros factores como la emigración cubana, sobre todo en el caso de la Regla Ocha o Santería.

Muchas de las tradiciones cubanas –que han atraído y hoy atraen a turistas-parten de un origen religioso. Un ejemplo claro son las fiestas patronales. Estas en sus orígenes constituyeron mayoría en el país y al incorporárseles actividades laicas se fueron alejando del elemento sagrado. (Feliú, 2003)

Entre las festividades religiosas populares más significativas están las de la Virgen de la Caridad del Cobre. De acuerdo a estudios realizados por la investigadora Olga Portuondo (2014), las procesiones que ponían fin a las festividades de esta virgen, quedaron como tradición a mediados del siglo XIX. Portuondo cita la descripción de Francisco Balart, redactor de la época, como un verdadero disfrute para viajeros, que hoy serían llamados turistas espirituales:

“Sólo la travesía en el Botafuego y las 8 millas de ferrocarril valen, en nuestro concepto, los gastos y pasos que para ir al Cobre se emprende: la vista graciosa y original de la ciudad tendida en su anfiteatro que cierran tan bellas montañas, cubiertas de manchas numerosas de verduras, dorada por un sol rutilante cuya luz se quiebra en cien colores en las aguas de la bahía, y el panorama variado magnifico, solemne, que va despejando esa línea atrevida de carriles que serpentean entre montañas, suspendidas aquí, sobre un precipicio y hundiéndose más lejos en una profunda cortadura, compensan muy bien algunos pesos gastados, una pequeña insolación y una noche de limitado descanso.” (Ferias del Cobre”, en El Diario redactor, Santiago de Cuba)

Además  de recibir peregrinos de toda la isla, la visita de extranjeros era significativa. Una de las crónicas citadas apunta cómo el santuario es visitado por numerosas personas “de remotos países” para rendir ofrendas y adoraciones.  Entre las crónicas de extranjeros Portuondo cita el de la narradora norteamericana Carolina Walace que da otro testimonio sobre la llegada de creyentes foráneos interesados en visitar el santuario. Wallace habla de “miles de peregrinos de todas partes del mundo con la esperanza de hallar cura a enfermedades y males de todas clases” que son recibidas en  las “confortables hotelerías para su alojamiento cerca de la iglesia”.

La afluencia de viajeros a El Cobre tuvo sus fluctuaciones de acuerdo a los diferentes momentos históricos. El camino de peregrinación más divulgado comprendía su inicio en La Habana, un hito en Camagüey, donde se visitaban sus santuarios y los peregrinos tomaban tiempo para su restauración antes de continuar viaje hacia Santiago para dirigirse al santuario. (Entrevista del autor con la doctora Olga Portuondo. Santiago de Cuba 2010).

La infraestructura turística fue dando respuesta a peregrinos que se recibían e instalaban en la hospedería del santuario o en casas – posadas y se facilitaba así la principal motivación de viaje: llegar a la Virgen “que de remotos países sabe atraerse infinitas personas que le rindan ofrendas y adoraciones.”

El elemento mercantil fue ganando terreno alrededor de la virgen de la Caridad del Cobre y las campañas publicitarias fueron dominadas por firmas como Crusellas y el Ron Bacardí.

Para comprender estos aspectos se deben subrayar los cambios que se dan en el turismo cubano a partir de finales del siglo XIX, con un turismo vinculado con EE.UU. como su casi exclusivo mercado emisor.

Después de la ocupación militar por parte de Estados Unidos en 1899 y la creación de una República neocolonial en 1901, comienza una mayor afluencia de viajes hacia la isla y una nueva etapa en el camino de seducción de la religiosidad cubana que pasará por contrapunteos y antípodas entre el turismo y la espiritualidad de sus tradiciones.

Referencias:

-Argüelles y del Rey (1998), “Las proyecciones sociopolíticas de las jerarquías y élites religiosas de las expresiones religiosas de origen africano” DESR, la Habana 1998.

-ENEC. (1987) Encuentro Nacional Eclesial Cubano.

-Feliú Herrera, Virtudes. (2003) “Fiestas y tradiciones cubanas”. Centro de Investigación y Desarrollo e la Cultura Cubana Juan Marinello. La Habana.

-Friguls Juan Emilio, Walfredo Piñera y Raúl Gómez Treto (1989): “Sentido Histórico del 500 Aniversario”, en CEHILA/Internacional. Sto. Domingo, material impreso, 1989.

-Portuondo Olga, (2014): La virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de cubanía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba.

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