Rosas para Carilda, un mito de la literatura iberoamericana

alina
30 August 2018 12:06pm
Rosas para Carilda, un mito de la literatura iberoamericana

Cuántos le conocieron o leyeron sus poesías quedaron cautivados con su personalidad imantada, era esa mujer que unía a la inteligencia y el verbo fácil que se convertía en poesía, una belleza de diosa griega, y no solo por su tez blanca, sus ojos claros y su cabello como el oro, sino también por la dulzura que emanaba de su trato, por su bondad y esa sinceridad que defendía a todas luces.

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Despedida de una niña de 16 años a Carilda

En la calle Tirry 81, de la ciudad de Matanzas, ha quedado la mecedora vacía. Las cuartillas escritas y otras en blanco que no llegaron a atesorar alguno de sus versos. Carilda Oliver Labra nos dijo adiós este miércoles 29 de agosto a la edad de 96 años y no seríamos exagerados al afirmar que tanto Cuba como el mundo lloran su partida.

El Grupo Excelencias y su presidente José Carlos de Santiago le habían rendido homenaje hacía pocos meses a esta mujer poeta de talla universal, voz indiscutible de la lírica en su más excelsa expresión. Y hoy desde las páginas de sus publicaciones extiende igualmente un ramo de rosas frescas y estas líneas que brotan desde la admiración por quien fue surtidor de luz, manantial fresco, verso que encandila y nutre el corazón.

En su poema Última elegía dejó estas sentencias: “Yo podría decir que estoy de primavera/ bajo un aire oloroso a luz definitiva.../ y ser de flor, de lluvia, de mariposa buena, / semejante a este cielo cuidado por la brisa...”

Audaz y desenfadada, no tuvo temor a declarar con un erotismo en el que se entremezclaba la fineza de una escritura depurada, los sentimientos que despertaba en ella el amor. Reflejo de ese caudal de sensualidad es su poema “Me desordeno amor/ me desordeno,cuando voy en tu boca demorada...y casi sin por qué, casi por nada, te toco con la punta de mi seno.”

O aquel que algunos consideraron provocativo: A las siete en mi pecho. 

Tras la muerte de su primer esposo, salieron de su alma estos versos: “Se me ha perdido un hombre. / y lo busco por cifras y guitarras, / por hierbas y entrepisos,/ en el cielo,/en la tierra,/ dentro de mí/....Yo pensando/ en dónde está la mitad del cuerpo mío,/ en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,/ en las veces que no nos besamos/ y en las que nos besamos...     

Recibió muchos reconocimientos, el Premio Nacional de Literatura en 1950 (que entonces otorgaba el Ministerio de Educación) por su libro Al sur de mi garganta y el Premio Nacional de Literatura en 1997, por el conjunto de su obra (dígase Canto a la banderaMemoria de la fiebreTú eres mañanaLas sílabas y el tiempoDesaparece el polvo o Se me ha perdido un hombre), junto a muchos otros.

Vivió con la intensidad que quiso. Tenaz, perseverante, amante  de la lectura, de las plantas, pero también de sus mascotas, los gatos, que se movían por toda la casa de la calle Tirry 81, Carilda Oliver disfrutaba el paisaje urbano de su Matanzas natal, ciudad donderespiraba el aroma del salitre que llegaba desde su bahía y  la brisa suave que acariciaba su cuerpo.

Abogada, profesora y poeta impuso su estilo, para algunos transgresor, en un siglo XX que la vio como mujer que se emancipa, que no teme a reclamar derechos. Creció como la rebelde que expresó con libertad sus pensamientos y no solo en el plano de la literatura sensual o erótica como algunos críticos han tratado de encasillarla, sino también como la profesional que abogó por la igualdad de derechos y libertad para todos.

Criolla, de sangre hispana y cubana, tuvo para España palabras de reconocimiento como para la Isla donde nació. En su obra La Tierra rememora sus orígenes: “Cuando vino mi abuela/ trajo un poco de tierra española  Cuando se fue mi madre/  llevó un poco de tierra cubana./ Yo no guardaré conmigo/ ningún poco de patria:/la quiero todasobre mi tumba”.

Nos deja unos 40 libros publicados y traducidos a varios idiomas.Su vida fue su mejor verso como muchos afirman y al despedirla que mejor que decirle: Vuelve a la estrella de la que viniste y sigue bañándonos con tu luz.

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