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DeLaurentis: Los norteamericanos y los cubanos tienen mucho más en común de lo que piensan

alina
29 September 2016 12:04am
Jeffrey DeLaurentis estudió relaciones internacionales en las universidades de Georgetown y Columbia. Como diplomático de carrera, ha representado a EEUU en Naciones Unidas, Ginebra y Bogotá; y ha desempeñado altos cargos en el Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional, atendiendo el Hemisferio Occidental. Como funcionario consular (1991-93), Consejero Político (1999-2002), Jefe de Sección de Intereses (2014-2015), y Jefe de Misión (2015), ha trabajado más de ocho años en La Habana. Desde el 17 de agosto de 2015, es el Jefe de la Misión de EEUU ante el gobierno cubano. Esta entrevista exclusiva es la primera que concede a una publicación de la isla. Rafael Hernández (RH): Embajador DeLaurentis, muchas gracias por brindarnos su tiempo. Mi primera pregunta es sobre su visión general del proceso de normalización entre Cuba y los Estados Unidos. ¿Qué se ha logrado hasta el momento? ¿En que áreas? ¿En cuáles el progreso ha sido menos? Jeffrey DeLaurentis (JD): Yo diría que las cosas se han movido bastante bien, hemos logrado algunos buenos avances, cuando se piensa dónde fue que comenzamos. En año y medio restablecimos las relaciones diplomáticas; abrimos embajadas, que son pasos muy importantes. También dimos un número de pasos en diversas áreas, beneficiosas para el pueblo cubano y el norteamericano. Llegamos a un acuerdo sobre un servicio aéreo regular, con rutas fuera de La Habana, y pronto tendremos este servicio regular operando en las rutas a La Habana. Restablecimos el servicio postal directo. Después de tantos años, firmamos acuerdos sobre cuestiones medioambientales, salud, agricultura, cooperación antidrogas. Comenzamos un diálogo respecto a la aplicación de la ley en una variedad de áreas: la seguridad informática, el contrabando de personas, el anti terrorismo, entre otras cuantas cuestiones de tipo técnico. De modo que resulta muy importante que todos estos asuntos estén avanzando. RH: ¿Qué ha sido menos fácil resolver? ¿Cuáles cuestiones presentan los mayores desafíos? JD: Desde nuestro punto de vista, por supuesto, enfrentaremos retos difíciles en la medida que avancemos. Mi opinión es que en el área de derechos humanos es donde tenemos las diferencias más significativas; y también en las reclamaciones (por las nacionalizaciones de propiedades norteamericanas) y sobre el retorno de los fugitivos de la justicia norteamericana. RH: ¿Prevé usted que pueda haber algún avance en cualquiera de esas esferas antes de que culmine esta administración? JD: En julio pasado, tuvimos nuestra segunda discusión sobre las reclamaciones. Pienso que habrá muchas más. Es un tema complejo. Espero que tengamos una discusión más antes de que culmine esta administración. Y también esperamos sostener un diálogo sobre derechos humanos aquí en La Habana, con toda seguridad antes de fines de año. Acordamos que lo vamos a sostener. Sencillamente estamos acordando fechas, modalidades, agendas y cosas por el estilo. Y en cuanto a la tercera cuestión, constantemente ponemos ese tema sobre el tapete y lo seguiremos haciendo, y ya veremos a dónde podemos llegar en unos pocos meses. RH: ¿Qué hay sobre la libertad de viajes, las restricciones impuestas a los viajes a Cuba? ¿Es posible, en términos técnicos, que puedan reducirse las restricciones? JD: Como usted sabe, bajo las limitaciones del embargo –a cuya eliminación ha exhortado con frecuencia nuestro presidente, pero solo puede eliminarlo el Congreso— hemos posibilitado, mediante una variedad de cambios en las regulaciones, que muchos más norteamericanos vengan a Cuba con el propósito de viajar, en una de las doce categorías admitidas. Ahora los visitantes norteamericanos pueden planear sus propios programas. Según nuestros cálculos, una cifra cercana a los 500 000 norteamericanos ha viajado a la isla en el último año. Ese fue un incremento considerable. Pero están por ver cuáles decisiones podrá o no adoptar el Congreso. RH: En áreas como la información, las telecomunicaciones, el internet, la política declarada por los Estados Unidos ha sido la de mejorar la cooperación. JD: Sí. RH: Pero sigue habiendo restricciones para acceder al internet desde Cuba. El gobierno cubano se queja de que cuarenta sitios web importantes para nuestro desarrollo científico siguen bloqueados para las instituciones cubanas. ¿Es posible hacer algo al respecto? JD: A medida que avanzamos con los diversos cambios de regulaciones que hemos generado, muchos negocios, empresarios y organizaciones en los Estados Unidos siguen aprendiendo al respecto, tratando de entender de lo que se pueden beneficiar, y veremos que las cosas seguirán cambiando en esa dirección. Y esa es la razón por la cual tenemos lo que llamamos diálogos de regulaciones, básicamente entre las autoridades gubernamentales cubanas y las autoridades gubernamentales norteamericanas, para hacer uso de todas las diversas regulaciones y garantizar que aquí haya una mejor comprensión de lo que resulta posible, y para que nosotros tengamos una mejor comprensión de cuáles son las dificultades del lado de las empresas norteamericanas, para aprovechar esos cambios de regulaciones y beneficiarse de ellos. Quisiera ver más avances en todos los aspectos, en la medida en que todos se familiarizan más con este nuevo contexto. RH: ¿Es lo mismo que pasa con los bancos de Estados Unidos? JD: Lo mismo. RH: ¿Con las tarjetas de crédito y de débito? JD: Sí, absolutamente. Hemos discutido esas cuestiones en los diálogos sobre regulaciones que tuvieron lugar aquí en julio; y también realizamos un par de seminarios en los cuales participaron algunos bancos de fuera de Cuba, algunos estadounidenses y las autoridades de aquí; y hubo otro en septiembre, para –de nuevo— educar a las personas sobre el modo en que pueden beneficiarse de estas nuevas regulaciones. RH: La migración es una área en la que ambas partes han estado trabajando y cooperando fructíferamente desde hace ya algunos años. No obstante, existen algunos agujeros en esta cooperación. Un agujero importante es el mecanismo legal que facilita el ingreso a cubanos a través de las fronteras mexicana o canadiense y les proporciona el derecho a quedarse, incluso si arriban en bote. Según las estadísticas, el proceso de normalización entre los EE.UU. y Cuba ha sido un factor que incrementó la migración ilegal a través de la ruta Centroamérica-México. ¿Prevé usted algo que pudiera hacerse por la parte norteamericana, o por ambas partes, para hacerle frente a este problema, que no guarda coherencia con las relaciones normales? JD: Estamos comprometidos –lo hemos estado y seguimos estando— con la migración segura, legal y ordenada. En julio, sostuvimos otra ronda de conversaciones migratorias en las que discutimos algunas de esas cuestiones. Por nuestra parte, estamos obviamente muy preocupados por las personas que se lanzan al mar en un intento por llegar a los EE.UU. Existen varios programas aquí (en el consulado estadounidense en La Habana) según los cuales las personas pueden solicitar la emigración legal. Seguimos esperanzados en que esta situación mejore y también desestimule a la gente para involucrarse en algo así, porque resulta inevitablemente una cuestión de seguridad, expuesta a los traficantes de personas y al crimen organizado. Habiendo dicho eso, no obstante, la Ley de Ajuste Cubano sigue siendo una ley norteamericana en vigor, y la política de pies secos–pies mojados permanece como política norteamericana. RH: ¿Tiene la rama ejecutiva la capacidad para eliminar la política de pies secos–pies mojados? JD: Así lo entiendo yo. Pero la política de de pies secos–pies mojados se mantiene como nuestra política. RH: Hablemos sobre algo que se menciona, pero no se trata en profundidad: la cooperación de los EE.UU. y Cuba con un tercer actor o región. En el pasado, ambos países cooperaron con Haití y trabajaron juntos en la crisis del ébola en África occidental. ¿Ha ocurrido algo en los últimos dieciocho meses entre Cuba y los EE.UU. que involucre a una tercera parte? ¿Qué potencial existe para este tipo de cooperación multilateral? JD: Tal como usted conoce, existen muchos desafíos internacionales. Creo que esos esfuerzos y procesos que obran en dirección a la normalización seguramente han de contribuir a la construcción de un medio ambiente en toda la región donde podamos todos cooperar más en cuestiones internacionales y regionales. Con toda seguridad, ese es un ambiente que deseamos crear. Diría que desearíamos hacer un poco más en las esferas de la salud, en Haití, en cuanto concluya allí el ciclo interno de las elecciones. Me puedo imaginar a ambos países haciendo cosas juntos en otros lugares. Tal vez en la agricultura, en la preparación para desastres y en una variedad de áreas en las que podríamos estar trabajando con terceros países y regiones. RH: Desde el ángulo cubano, la percepción que existe es que a veces los funcionarios gubernamentales estadounidenses subrayan que los cambios en Cuba corresponde hacerlos a los cubanos que viven en Cuba. No obstante, otras veces, tal como usted ha dicho, la democracia y la libertad forman parte de la agenda norteamericana. A muchos ciudadanos en Cuba les preocupa la soberanía de su país; y en particular, a aquellos que están genuinamente preocupados por el hecho de que el proceso de normalización EE.UU.-Cuba pueda convertirse en canal de intervención norteamericana en los asuntos cubanos, tal como aconteciera en el pasado. ¿Qué diría usted a esos ciudadanos cubanos que están sinceramente preocupados por su soberanía en el contexto de este proceso de normalización? JD: Déjeme decir un par de cosas. Afortunadamente, yo estaba aquí el 17 de diciembre de 2014, y honestamente pude sentir que el entusiasmo y casi el apasionamiento eran muy fuertes aquí. La mayoría de las personas desean que los EE.UU. y Cuba tengan relaciones normales. Mi percepción es que la reacción inmediata de la mayoría de la gente aquí fue sumamente positiva. Pasaría de ahí al discurso del presidente norteamericano en el Gran Teatro, donde él expresó de una manera bastante clara que los EE.UU. no tienen la capacidad ni la intención de imponerle cambios a Cuba. No estoy reproduciendo exactamente sus palabras, pero eso fue en esencia lo que dijo. No estaba buscando imponerle nada a nadie. Son los cubanos los que han de cambiar a Cuba. Habiendo dicho eso, no obstante, expuso sus propios puntos de vista sobre la importancia de la democracia y de los asuntos relacionados con la democracia, que han ayudado a los EE.UU. a desarrollarse y a mejorar. También expuso las dificultades y retos que enfrentamos. Pero fue a través de la democracia que fuimos capaces de avanzar y resolver algunos de ellos. Por ello, no creo que los cubanos deban estar preocupados al respecto. Reconocemos que tenemos muchas diferencias sobre el modo en que organizamos nuestras sociedades, pero hay muchas cosas que compartimos. Y muchas cosas que podemos hacer juntos para beneficio del pueblo cubano y del norteamericano. RH: ¿Que esperaría usted en términos de este encuentro entre nuestros dos pueblos? Usted mencionó que 500 000 norteamericanos visitaron Cuba el año pasado. Quizás este año sean más. En cuanto a este encuentro de pueblo a pueblo, ¿qué espera usted en términos de intercambios, de interacciones culturales, de comprensión y de confianza entre los dos países? JD: Obviamente, el contacto pueblo a pueblo está alcanzando el nivel de una actividad que contribuya a que ambas sociedades comiencen a interactuar de manera amplia y abarcadora por largo tiempo. El contacto que tienen ambos pueblos les permite aprender recíprocamente sobre sus países y nos permite a ambos laborar juntos por conseguir nuevos y grandes frutos en el terreno de la salud o en otros, cuya ampliación hemos visto –y esperamos ver más— en la cooperación académica y cultural, esferas que, según creo, son beneficiosas para ambos países. Y creo que ambos países tienen mucho que aprender el uno del otro. RH: Usted ha vivido en Cuba ya algunos años. JD: Sí. RH: En más de una oportunidad. JD: Sí. Esta es la tercera. RH: Usted ha estado en contacto con el pueblo, la sociedad y la cultura de Cuba; con el modo de vida cubano. ¿Cuáles, diría usted, personalmente, son las lecciones que pueda aprender un norteamericano sobre nosotros, los cubanos? JD: Esa es una buena pregunta. RH: Fue su propia pregunta. JD: Sí, fue mi pregunta (sonríe). He aprendido mucho sobre la cultura cubana, sobre el país. Y lo que más he aprendido es que los norteamericanos y los cubanos tienen mucho más en común de lo que piensan. Y a veces –no siempre, pero en ocasiones— he llegado a la conclusión de que los cubanos probablemente tienen mucho más en común con los norteamericanos que con otros latinoamericanos. Eso me sorprendió cuando llegué aquí por primera vez, en 1991. Pero sigo viendo evidencias de ello. De nuevo, quiero reiterar algo de lo cual estoy convencido: reconociendo nuestras diferencias y tratando de resolverlas de un modo respetuoso, tenemos mucho que compartir. Y también me parece que si las personas disponen de más espacio aquí –y sé que ese proceso está en curso — la innovación y la creatividad serán muy absorbentes. RH: Muchas gracias por su tiempo, embajador, y por sus palabras en esta entrevista.
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