Museo del Ron Havana Club: un trago de historia y cultura

alina
16 November 2017 12:09pm
Museo del Ron Havana Club: un trago de historia y cultura

No importa donde usted viva, puede ser esta islita caribeña en la que casi nos achicharramos en verano, o el lejano y más fresco Berlín; si en próximos meses tiene planificadas unas vacaciones por La Habana y es de los que embobece con las historias bien recreadas, pues le sugiero una visita especial: lléguese al Museo del Ron Havana Club, en la misma Avenida del Puerto, justo donde la ciudad antigua se encuentra con el mar.

Sí, claro que también podrá degustar un traguito del más genuino y conocido de los rones cubanos. Lo incluyen en el recorrido de casi una hora con el que le transportarán del cañaveral, los trapiches primigenios, los negros esclavos que hicieron posible el desarrollo inicial de la industria azucarera; a las fábricas más adelantadas y los bateyes en los que la existencia fluía alrededor de los sonidos de la molienda del central. Luego conocerá del largo proceso de elaboración que lleva a esta bebida, en la que se expresa un poco del alma de Cuba.

Le cuento que disfrutará especialmente apreciando la exquisitez en los mínimos detalles que conforman la maqueta del central La Esperanza; los detalles de la vida fabril y la locomotora que la alimentaba, recreados con absoluta maestría. Vagones de caña que van y vienen, chimeneas humeantes, obreros en plena faena, así como instrumentos y maquinarias muy curiosas, salidas de otros siglos o rescatadas para la memoria, le harán sentir como si viajara en el tiempo.

Ahora, si usted es de los que gusta de los olores más naturales, le regalará una experiencia inolvidable la sala donde se recuerda el añejamiento en barriles de roble. Devuelve incluso el calor lánguido de esas bodegas primarias de crianza donde los rones reposan pacientemente tras el proceso previo de fermentación, destilación y filtración. Aguardan allí por la intervención de los “maestros roneros”, seres que han atesorado y transmitido por generaciones una herencia de conocimientos y tradición, que de alguna manera parece emparentada con la antigua alquimia.

Precisamente, del saber hacer de los “maestros roneros” y su trabajo con las mezclas y combinaciones han venido surgiendo los muy diferentes productos que hoy se integran a la cartera de la marca Havana Club, indiscutible embajadora de Cuba en todo el mundo.

Por eso, luego de haber recorrido casi tres pisos de un edificio que guarda en cada esquina sus reminiscencias como mansión colonial, le conducirán a la sala de degustación del museo, con una inmensa barra de madera que recuerda a los establecimientos de venta de bebidas de la famosa Habana de los años 30 del pasado siglo. Adjunta, encontrará una tienda donde se comercializan los mejores rones de la marca, además de artículos promocionales, tabacos cubanos y souvenires exclusivos.

De haber contratado el servicio de esta visita a través de cualquiera de las agencias receptivas cubanas que  mueven turistas, puede que se ponga de suerte y le incluyan una divertida clase de coctelería, donde aprenderá a preparar mojitos, daiquirís o Cubalibres. Si en cambio eligió una alternativa más especializada, de esas que tienen que ver con los Habanos y su mundo, apréstese a maridar tabacos con todo tipo de rones.

¿Es un visitante eventual y llegó en solitario? No importa, en el patio interior del museo, cobijado entre columnas de piedra y altos helechos, podrá igual mezclar su propio mojito, o pedir una bebida emblemática de la casa. Habrá disfrutado hasta aquí de un buen trago de historia y cultura.

¿Todavía le queda tiempo para algo más de “parranda”? Pues le recomendamos dirigirse al bar contiguo, un espacio donde se perpetúa otra tradición: la de los cantineros cubanos, maestros en el arte de preparar tragos que revalidan la esencia misma de los rones de Havana Club. Allí puede también hacer un almuerzo ligero, degustando platos muy criollos, y hasta escuchar un poco de música tradicional. Estará preparado entonces para salir a tomarle el pulso a una ciudad que esconde muchas otras sorpresas y alegrías; una ciudad con espíritu único.

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