La Historia nunca contada de La Giraldilla de La Habana

Rolando Pujol
24 February 2021 11:18am

Don Juan de Bitrian y Viamonte llegó a La Habana en 1630, tras ser designado por la Corona como Gobernador General de la Isla. Por su brillante hoja de servicios ostentaba los grados de Almirante de Galeones y Maestre de Campo. También era miembro de la Orden de Calatrava, una de las cuatro órdenes militares españolas más importantes.

Los gobernadores habitaban en esa época, en el piso alto del Castillo de la Real Fuerza (saga de los picapiedras), desde donde disfrutaban de una vista privilegiada hacia el canal de la bahía y la ciudad. Allí se instaló Juan de Bitrian, que de inmediato notó el parecido de la ensenada habanera con el cauce del río Guadalquivir en Sevilla, su ciudad natal. Entre el paisaje y la nostalgia, debió concebir la idea, de dotar a San Cristóbal de La Habana, como legado de su mandato, de una “Giralda.”

La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica) (3)
La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica)

 

¿Por qué la Giralda?

En Sevilla, la “Giralda”, señalaba la dirección de los vientos y celebraba el triunfo de la Fe, desde hacía 553 años, sobre un minarete arrebatado a los árabes. La Habana, tendría la suya, en el pináculo de la Torre de Homenaje que se erigía sobre el Castillo de la Real Fuerza, para gloria de la ciudad y bendición de los navegantes. No encontró el gobernador a otro escultor más experto para hacer realidad su proyecto, en ese año 1631, que al habanero Gerónimo Martín Pinzón.

De este artista se sabe muy poco, sin embargo, es probable que haya aprendido los secretos de su oficio en la Península, en las primeras décadas del siglo XVII, regresando a La Habana para terminar su formación en la Casa de Fundición de Artillería, donde se fabricaban cañones, campanas y herramientas de todo tipo.

Mientras Martín Pinzón se enfrascaba con celo en el diseño de la que sería la primera escultura de bronce fundida en Cuba, el gobernador Bitrian y Viamonte tenía que vérselas con el pirata “Pata de Palo”, que el 17 de abril de 1631 inició el bloqueo a La Habana con su escuadra, durante dos meses.

Puesto en fuga el enemigo y recuperada la paz, el gobernador finalmente pudo ver los bocetos de Martín Pinzón, realizados de acuerdo a sus indicaciones donde era menester, que la Giralda habanera enarbolara con garbo la Cruz de Calatrava, detalle indispensable para significar su legado. El gobernador quedó complacido con el resultado, y el escultor-fundidor, orgulloso de su obra, grabó en el medallón del pecho de la dama de bronce: “Gerónimo Martin Pinzón artífice y fundidor, la esculpió”.

Giraldilla original obra de Martín Pinzón en la entrada de la Real Fuerza (2)
Giraldilla original obra de Martín Pinzón en la entrada de la Real Fuerza

Enigma no resuelto, es el de la identidad de la mujer que sirvió de inspiración al escultor. Dicen que fue la leyenda romántica de Doña Isabel de Bobadilla y otros, que la tentación por una criolla, pícara y desenfada, que pasaba todos los días frente al taller del artista.

Una mirada de cerca a la escultura original de la Giraldilla de La Habana, que se conserva en el atrio del Castillo de la Real Fuerza, nos muestra la imagen idealizada de una mujer hispana, probablemente andaluza, que avanza al frente con su pierna derecha fuera de la saya, portando las palmas de la victoria en una mano y el cayado con la cruz flordelisada de Calatrava en la otra. Lleva una corona de reina medieval de los tiempos de la Reconquista y mira altiva al cielo desafiando a los cuatro vientos, en actitud triunfante.

La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica) (1)
La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica)

 

Inspiración y leyenda

¿Habanera o andaluza?, cabe la posibilidad de que la escultura devenida hoy en símbolo de la capital cubana, sea la representación de una Comendadora de la Orden de Calatrava, viniendo de quien vino el encargo de su fundición, y apegados a la época en que tal acontecimiento sucedió.

Las órdenes militares españolas, a pesar de su carácter guerrero y masculino, tuvieron también equivalentes femeninos de carácter monacal, con el fin de acoger en los monasterios a las esposas e hijas de quienes partían a la guerra y la vocación de ayudar mediante la oración y la penitencia a la misión de los caballeros cristianos. De este modo surgieron las religiosas Comendadoras de Calatrava, como rama femenina de la Orden de igual nombre.

Curaban y consolaban a los caballeros que retornaban heridos, enfermos o moribundos, daban protección a los prisioneros, y ofrecían limosnas y alimentos a los menesterosos. Todas hacían votos de fidelidad, castidad y obediencia y esperaban con solicitud y paciencia el retorno de sus amados caballeros. Los conventos de las Comendadoras terminaron convirtiéndose en prestigiosos centros educativos para las hijas de la nobleza, favorecidos por los potentados de todo género.

La devoción que debió sentir Juan de Bitrian y Viamonte por la Orden de Calatrava, de la cual era un miembro ilustre, la melancolía y nostalgia que demostraba con frecuencia durante su estancia en Cuba por cierta dama que, en Sevilla, había quedado a su espera, devota y dedicada al servicio, quizás en una condición que hacía imposible aquel amor, fuera la inspirada y verdadera historia que dio pie al encargo hecho al artista.

Si fue Isabel de Bobadilla o la Comendadora anónima la que quedó inmortalizada en la provocadora y orgullosa Giraldilla de La Habana, no importa, pues su significado simbólico trasciende hasta nuestros tiempos con un mensaje de fidelidad, amor, servicio y gloria, donde siempre quedará un espacio para el misterio y la leyenda.

La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica) (5)
La Giraldilla de La Habana sobre la torre del Castillo de la Real Fuerza (réplica)

FOTOS: Rolando Pujol

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