La Guarida, interesante rescate patrimonial a imitar

El rodaje de la reconocida película cubana Fresa y Chocolate en lo que hoy es la paladar La Guarida es uno de los atractivos principales de este espacio, ubicado en la calle Concordia 418, actualmente más que un restaurante, un interesante proyecto cultural y de rescate patrimonial.
Según cuentan sus dueños y fundadores “muchas personas se sintieron motivadas a visitar La Habana, después de ver el filme y de una manera u otra siempre lograban encontrar la dirección del sitio donde anhelaban tocar con sus manos, aquel pedacito de la historia del cine.
Sin embargo, al llegar, se encontraban un hogar, como el de cualquier familia cubana y no el sitio barroco, lleno de simbolismos que tenía Diego en su morada, fue así como comprendimos que debíamos hacer algo para “mantener viva la historia” de Fresa y Chocolate y colmar la ilusión de los que buscaban la realidad detrás de la ficción.
Por aquellos años el gobierno cubano decidió legalizar las paladares, nombre con el que se conocían en Cuba los restaurantes privados, así que decidimos cambiar nuestras profesiones y emprender la aventura, de transformar nuestra casa en una Paladar, inaugurando “La Guarida” el 14 de julio de 1996”.
Hoy, también los fundadores de La Guarida se lanzan a nuevas aventuras. Restaurar el patrimonio físico del centenario inmueble de Concordia No. 418, donde se encuentra ubicada la paladar, es una de ellas. Los resultados alcanzados en este loable intento se pueden apreciar en una muestra que por estos días se exhibe en la Galería Carmen Montilla del centro histórico habanero.
“A ti y a mí nos importa” –uno de los diálogos más recordados de la multipremiada película cubana Fresa y Chocolate que se filmó en este mismo edificio– es el nombre de la exposición que ilustra el profundo y complejo proceso de intervención que se ha llevado a cabo en esta edificación que cumplió en el 2013 su centenario.
El Doctor Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, estuvo presente en el acto de apertura y tuvo a su cargo las palabras centrales. “Cuando evocamos La Guarida, nos remontamos al famosísimo trabajo de Senén Paz y la obra imperecedera de Tomás Gutiérrez Alea. Fresa y Chocolate fue, sin lugar a dudas, la obra que más contribuyó a poner sobre la mesa ese tema tabú en nuestra realidad.
“A La Guarida confieso que fui tarde, después de que la Reina de España dijo aquellas famosas palabras: ¿A dónde me habéis traído? Ella encontró de pronto lo insólito, un lugar que presentaba una realidad cubana, un salón que debió ser un espléndido lugar para el baile y en cuyas paredes estaban colgadas, como un verdadero espectáculo, las servilletas de un prestigioso restaurante de La Habana.
Si los cubanos no amásemos con tanta pasión lo que viene de afuera, quizás habríamos reivindicado el modesto nombre de Paladar y diríamos lo que corresponde en el caso de La Guarida "Un bello, grande y hermoso restaurante", no por lo grande, sino por la calidad del servicio, el compromiso y empeño de sus dueños y por el trabajo dedicado de todos los que allí trabajan”, afirmó Leal.
El Historiador de La Habana elogió la iniciativa que pretende la salvaguarda de una parte del patrimonio cubano: “Quiero felicitarlos por su trabajo, por su dedicación, por su presencia permanente en algo muy difícil y que a veces los cubanos tenemos a menos: el arte de servir, que es verdaderamente importante y que no se paga absolutamente con nada. Yo invito a disfrutar la muestra, los objetos originales de la mística que supone La Guarida y pensemos en cuántas cadenas cortó la obra de Gutiérrez Alea, cuántos prejuicios rompió, cómo contribuyó a eso que es lo más bello a lo que pueda aspirar el ser humano y que es, en última instancia, la razón de ser: la búsqueda de la verdad y de la libertad”.
El proceso de intervención para recuperar el centenario edificio fue impulsado por la paladar La Guarida, su dueño, Enrique Núñez del Valle, explicó que ha sido una labor de mucha sensibilidad y amor.
“Desde que nací he escuchado que la construcción estaba en peligro de derrumbe. Cada vez que venía un huracán todos los vecinos nos refugiábamos en el primer piso, pues sabíamos que era lo más seguro. Cuando creces con esa preocupación y luego, tienes la posibilidad de reciprocar a tus vecinos y a tu entorno, te sientes con el deber de hacerlo. No había alternativa, o lo hacíamos o el edificio se derrumbaba. En un principio, la intención fue evitar un desastre, pero luego tomamos mayor conciencia del valor patrimonial que tenía el lugar donde vivíamos y entonces, el sentido cambió”, explicó Núñez.
En varios momentos se hicieron trabajos de recuperación en el edificio de Concordia, pero no fue hasta el 2012 cuando comenzó una intervención mayor, apoyada en investigaciones sobre las características arquitectónicas y la historia del inmueble. Este proceso se inició con el objetivo de festejar el centenario de la construcción que se celebraría en el año 2013.
El Paladar La Guarida es algo más que un emprendimiento privado de gran reconocimiento y prestigio a nivel internacional. En la actualidad, se ha convertido además, en un interesante proyecto cultural y de rescate patrimonial. Núñez del Valle, así lo explica: “las personas llegaban al restaurante con la ilusión de encontrar lo mejor del arte cubano, pues así se mostraba en Fresa y Chocolate. Nosotros, para ser coherentes con la trama que cuenta la película, con la historia de la Guarida, hemos impulsado y apoyado varios proyectos artísticos y hemos realizado exposiciones aquí. El proceso de intervención en el edificio no se centra solamente en la parte física, pues también hemos tenido muy presente lo inmaterial. En ese sentido, llevamos a cabo una importante labor de rescate del patrimonio culinario cubano”.
Próximamente, la otrora villa San Cristóbal de La Habana cumplirá 500 años de su fundación. Iniciativas como las de La Guarida constituyen un excelente regalo para la ocasión. Otros negocios de emprendimiento privado podrían realizar también obsequios similares. De esta forma, cada día serían más los actores involucrados en la salvaguarda del patrimonio cultural de la ciudad y aumentarían las posibilidades de que las generaciones futuras disfruten plenamente de él.