La ignorada ayuda de Cuba a la libertad de Estados Unidos

alina
22 March 2016 3:59pm
La ignorada ayuda de Cuba a la libertad de Estados Unidos

La visita a Cuba del presidente Barack Obama, quien autorizó los viajes de ciudadanos de Estados Unidos a la Isla solo con fines  educacionales, tal vez le permita conocer y promover en su país la decisiva ayuda cubana a la independencia de las 13 colonias, devenidas la actual superpotencia mundial.

El asunto no es broma. La historia real aparece documentada en testimonios de protagonistas de la campaña libertaria norteamericana como George Washington, primer presidente de la Unión, o John Adams, su sucesor en la Casa Blanca, aunque parezca increíble.

Aprender unos de otros la historia seguramente es preocupación del jefe de Estado orteamericano, quien abrió las puertas –y los aeropuertos- de su país para que con el objetivo de estrechar los contactos pueblo a pueblo, los estadounidenses se enlisten en una de las 12 categorías que facilitan los contactos.

Hasta ahora, nada de turismo libre, sol, playa o excursiones de placer. De ahí que seguro resultará interesantísimo venir y enterarse de la influencia decisiva que tuvieron los nexos comerciales entre La Habana y las Trece Colonias existentes en la década de 1760-1770 en la gesta independentista frente a la corona británica.

No se trata de un secreto. Forma parte del currículo de los estudiantes cubanos y se encuentra explicado en apretada síntesis en el tomo I de la Historia de Cuba de Torres-Cueva y Loyola Vega, publicada por la Editorial Pueblo y Educación en 2001. Por supuesto, mucho antes de que el presidente Obama pensara venir a la Isla y recibir la bienvenida reservada a un jefe de Estado en visita oficial y amistosa.

Por eso tal vez ningún mejor momento para que en Washington desapolillen archivos y divulguen el comentario de John Adams cuando exclamó: “Yo no sé por qué nosotros deberíamos sonrojarnos para confesar que la melaza fue un ingrediente esencial en la independencia de América (Estados Unidos), según lo recoge Hugh Thomas en su obra Cuba: the  porsuit o freedom.

Harper&Row, New York, 1971, páginas 66-67. Con seguridad la famosa biblioteca de la Casa Blanca tiene un ejemplar.

¿Y por qué las melazas? ¿Qué relación con la independencia de Estados Unidos pudo tener la conocida materia prima utilizada para producir el ya famoso “ron antillano”? Mejor momento para hablar del tema ni mandado hacer. Por lo menos ahora los viajeros estadounidenses pueden llevar a su regreso a casa unas pocas botellas de Havana Club o del codiciado Ron  Santiago, pero todavía hay límites al comercio.

El gusto por lo bueno viene de lejos. La producción de ron  con melaza cubana llevada de contrabando a las destilerías de Rhode Island se había convertido en un formidable negocio, pero en 1764 Inglaterra puso en vigor la Sugar Duties Act que prohibía el comercio con las Antillas hispanas y francesas. El conflicto con Londres no tardó en estallar y sería una de las llamas que avivó el incendio separatista.

Herminio Portell Vilá, otro relevante historiador cubano de la época republicana, admirador de Estados Unidos, reveló los estrechos nexos entre el comerciante habanero Juan Miralles y Robert Morris, del Puerto de Filadelfia, señalado como “el cerebro financiero de la guerra de Independencia de Estados Unidos”.

Según el texto de Historia de Cuba citado, “fue tal la ayuda que Miralles prestó desde La Habana que George Washington, en cuya casa murió el cubano, expresó: “en este país se le quería universalmente y del mismo modo será lamentada su muerte”.

En realidad, no tanto. Tal vez ahora desempolven la obra de Portell Vilá, donde aparece la cita, titulada Juan de Miralles, un habanero amigo de Jorge Washington, publicada en La Habana en 1947.

La última perla imperdible de estas curiosidades, que no debería escapar a quienes fomentan los contactos pueblo-pueblo preconizados por el mandatario norteamericano, es el decisivo aporte del natural de Cuba Juan Manuel Cajigal y Monserrate,  primer criollo nombrado por España Gobernador de la Isla, y su íntimo amigo y colaborador militar, el venezolano Francisco de

Miranda, a quien encargó entrevistarse con Washington para conocer sus necesidades de apoyo militar y financiero, y fue luego pieza clave de aquel apoyo. Ese Miranda, no es otro que el

mismo precursor de la independencia de Hispanoamérica, inspirador de Simón Bolívar.

Da para escribir y leer, pero es preferible que si alguien en el séquito del presidente Obama o quienes intentan darle cuerpo a los planes de contacto pueblo-pueblo se interesan por estas historia ignoradas, tomen nota de un último detalle: además de  fondos públicos de la Isla, en La Habana se hizo una recaudación pública para ayudar a George Washington, a quien las damas habaneras entregaron parte de sus joyas para contribuir a la independencia norteamericana.

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