El Arte de la Voluntad: Eusebio Leal
Texto y fotos: Rolando Pujol
Eusebio Leal, hubiese cumplido 79 años este 11 de septiembre, pero hace apenas uno, pasó a formar parte de la dimensión de los eternos imprescindibles que, desde la memoria y el ejemplo, siguen marcando nuestra existencia con su legado.
La Habana, su ciudad natal, lo cautivó desde niño; y el tiempo, que se expresa con sus metáforas de piedras y luces, desde las paredes de los centenarios edificios encendió su pasión por los saberes de la historia.
Niño de barrio periférico, Eusebio, vivió los desafíos de la calle, de la escuelita pública y de buscarse el sustento en cuanto pudo. Su madre, un evangelio de dignidad, lo llevó de la mano, por el camino de la decencia y la fe, dos pilares a los que estaría sujeto toda su vida y del valor entonces más preciado por los que poco o nada tenían; la honradez.
Entendió también tempranamente que, si quería llevar adelante en la vida cualquier propósito, tenía que hacer de la voluntad, un arte, con la cual era posible alcanzar cualquier propósito.
Sobre el corcel de la voluntad y con el talento de la oratoria, hora espada, hora escudo, la más de las veces, blasón de la persuasión y el conocimiento, Eusebio Leal, fue forjando la obra gigantesca que convirtió al Centro Histórico de La Habana, en un extraordinario Patrimonio Universal.
Con su humilde traje gris de faena, con el cual cada día reafirmaba su sacerdocio en el templo de la creación, andaba como hombre ardilla, por las calles empedradas, llevando la inspiración a todos, poniendo todo su fervor en cada emprendimiento.
Gracias a esa voluntad, La Habana, tiene una calle de madera, palomas en sus plazas, palacios donde habitan venerables ancianos, templos que conservan la historia y el conocimiento, jardines donde antes sólo había desidia, fuentes de las que no deja de brotar el agua cada día y mucha gente dispuesta a fundar y construir.