Los vigías perennes: monumentos y su historia

Redacción Exce…
18 April 2020 8:48am

Las calles de La Habana cuentan historias innumerables; historias que hoy son la base fundacional de los logros que Cuba ha alcanzado en los años posteriores al ´59. Según Eusebio Leal, ese magnífico intelectual cubano, recorrerlas es viajar, regresar en el tiempo.

Los tesoros más significativos son, por una parte, la arquitectura materializada en edificaciones del siglo XVIII, XIX y XX que hacen de La Habana una ciudad inolvidable, cosmopolita. Por otra, se hallan los monumentos, genuinas joyas que recuerdan los acontecimientos más importantes de las luchas independentistas.

Todo comenzó con la figura de Carlos Manuel de Céspedes, aquel joven abogado que sin importar su posición o realengo libertó a sus esclavos para iniciar la Guerra en 1868. Su carácter enérgico y valeroso se dibuja muy bien en la imagen que casi un siglo después (1955) creara Sergio López en ocasión de conmemorarse el aniversario 50 de la República.

CarlosManuelCespedes
Foto Rolando Pujol

Imponente se levanta el monumento del Padre de todos los cubanos en medio de la Plaza de Armas, primera plaza de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Aquí se recuerda a aquel que sacrificó la vida de su propio hijo por ver una nación soberana. El primer Presidente de la República en Armas murió antes de terminar la guerra en 1874 sabiendo que la lucha continuaría, en otras manos, en otras voces.

José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo son algunas de esas otras voces que se escucharon en el siglo XIX. Ya Martí siendo Delegado del Partido Revolucionario Cubano le pide a Gómez que dirija el Ejército Libertador y así junto a su discípulo, Antonio Maceo ejecutan los preparativos de las venideras gestas.

Frente al actual Museo de la Revolución existe una reproducción idéntica a la estatua de Martí que se encuentra hoy en Nueva York. Anna Hyatt Huntington es la autora de la pieza en bronce que narra la muerte fatal ese 19 de mayo de 1895.

JoséMartí

Cuenta la historia que ese día en el campamento ubicado en Dos Ríos se escucharon disparos. Gómez, al no poder entablar combate en otro sitio, más alejado de allí, decide cargar contra el ejército español, y es cuando le pide a Martí que se quedara: “Hágase usted atrás, Martí, no es ahora este su puesto”, le dice. Martí no lo obedece y emprende en su caballo Baconao los últimos minutos dando la vida por su nación. Esta es la razón por la cual la estatua encuentra posición justo detrás de la de Máximo Gómez, ubicada en la avenida Malecón.

El hombre de las tres guerras es el protagonista de la obra que en 1935 realizara Aldo Gamba sobre un templete de mármol. Gómez sin duda representa el ejemplo más claro de internacionalismo es por eso que la estatua continúa mirando al mar indicando la fuerza y empuje del prócer dominicano.

Un poco más lejana, en la misma avenida Malecón, encontramos el parque Maceo y en su centro el hermoso conjunto escultórico emplazado en 1916. El italiano Doménico Boni realizó la imagen del Titán de Bronce, quien fue vivo ejemplo de intransigencia y carácter impetuoso, recordado por la negativa de la Protesta de Baraguá y los planes que junto a Gómez sellaron el destino de la patria.

MonumentoMáximoGómez

Uno de los sucesos que aún se recuerdan fue cuando el 27 de noviembre de 1871 la inocencia de 8 jóvenes fue mancillada. Acusados, encarcelados y posteriormente fusilados, los estudiantes de medicina, se hacen presentes en la pequeña glorieta erigida en su honor al final de la calle de Prado y San Lázaro. Allí aún se conservan las huellas de las balas que causaron sus muertes y para conmemorarlas llegan hasta aquí cada año los jóvenes desde la Universidad de La Habana.

Casi 20 años más tarde el Ayuntamiento de La Habana vivó otro de los momentos más difíciles en su historia. Llegaba el 17 de mayo de 1890 cuando la ferretería Isasi, ubicada en la calle Mercaderes esquina Lamparilla se incendió, causando la muerte de 35 personas. Pasaje doloroso este provocado por la desidia de Juan Isasi, dueño del lugar, al no declarar la pirotecnia en su almacén, generando dos explosiones fatales que acabaron con la vida de 25 bomberos.

A la memoria de estos valerosos hombres se creó en 1892 el “Monumento a los Bomberos”, pieza en mármol de carrara creada por Julio Martínez Zapata y Agustín Querol que puede ser visitada en el cementerio de Colón. La obra, con sus 10 metros de altura y las simbologías que contiene, resulta la más significativa dentro de este museo a cielo abierto.

MonumentoBomberos

En aquel entonces el ejército cubano seguía logrando victorias frente al colonialismo español. Las ciudades fueron tomadas por asalto con el apoyo unánime del pueblo ante el avance del plan imperialista.

Fue entonces cuando sobrevino el 15 de febrero de 1898 la explosión del Maine: buque de guerra en el cual perdieron la vida más de 400 marineros. Fue la excusa usada por el gobierno norteamericano para su intervención en la isla.

El “Monumento a las víctimas del Maine” fue inaugurado el 8 de marzo de 1925 con la presencia del presidente cubano Alfredo Zayas y altos oficiales del ejército y la armada de Estados Unidos. En su cúpula se encontraba el águila imperial con sus alas abiertas y bajo la cual se extiende la proa de la galera y los cañones que se encontraban en el crucero.

MuseoVíctimasMaine

El águila fue suprimida el 18 de enero de 1961 por la Junta de Monumentos, creada por el gobierno revolucionario cubano, la cual acordó su modificación y la colocación de una tarja conmemorativa.

Se recuerdan de esta forma acontecimientos importantes en la historia que gracias a los monumentos y esculturas viven hasta hoy para ser capturados por cada transeúnte en cualquier parte de la capital habanera, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

 

Back to top