El Guasón del Hotel Comodoro en Cuba
En noviembre de 1952 fue inaugurado el Hotel Comodoro en la zona Oeste del exclusivo reparto Miramar, que por aquel entonces, encabezaba la lista de los mejores hoteles de La Habana. Sus constructores los arquitectos Mira y Rosich, concibieron sus instalaciones para desempeñarse como un exclusivo Hotel-Club de alto estándar, para socios adinerados que contaba con un rutilante casino de juegos en el área de los salones Rosado y Aquarium.
Desde su inauguración, sus huéspedes fueron millonarios norteamericanos, ludópatas irreductibles, que colmaban sus expectativas en los casinos del Comodoro al que acudían en un anónimo y relajado "week end", para retornar a sus ocupaciones empresariales y de negocios al amanecer del lunes, después de ganar o perder miles de dólares.
Ganarse a la "high life" habanera de la época, más proclive a la tacañería de sus ancestros coloniales que, al alegre dispendio de sus referentes yanquis, también era uno de los propósitos de la administración del hotel, dispuesta a utilizar todas las argucias del marketing para ganarlos como clientes y sacarles el dinerito.
Desde el piso del salón Aquarium, un naipe de granito pulido con la imagen del Joker, desafiaba a los jugadores, volando en caída libre hacia no se sabe dónde y enmarcado por el perfil de una baraja gigantesca de unos 4 metros y medio por 2 y medio metros de ancho, sin que nadie se percatase de que quizás estuvieran caminando sobre la baraja más grande del mundo.
Probablemente los que ambientaron el casino, pretendieron con la imagen desmesurada del Joker que va cayendo en un elegante toque de ironía lúdica, advertirle a los jugadores de que la suerte es veleidosa y que con la misma rapidez con que llega la fortuna, se va.
La personalidad del Comodín de las barajas, como también se le conoce al Joker, es la del Guasón, un villano implacablemente burlón, que debe de haber intervenido más de una vez en la ruina de algún jugador impenitente, que no supo ver cuál era el momento de parar.
El que fuera antaño uno de los más rutilantes casinos de La Habana, hoy es un tranquilo y polivalente salón de conferencias y reuniones, donde el viejo Joker, desde el piso, nos hace un guiño nostálgico, quizás por la añoranza de sentir sobre él los tacones de Marilín Monroe o Maria Félix, los pasos elegantes del Duque de Windsor y las bromas de un Guasón de carne y huesos llamado Errol Flynn, para quien ganar o perder, era tan natural, como su interpretación en el "Bribón del Mar" una de sus más recordadas películas en Cuba.