Despedida de una niña de 16 años a Carilda

Todos tenemos una fecha límite en la que abandonamos este mundo y quedamos en el recuerdo de los que estuvieron a nuestro lado en cada momento y cada segundo de nuestra existencia.

Lo que más duele es que mueran las personas queridas, las estrellas de nuestras vidas. Una estrella, eso era Carilda Oliver Labra, que no se ha ido porque está presente en todo aquel que tiene guardado entre sus libros, uno de ella para leer esos poemas que sientes como si estuvieras viviendo en él o que son las palabras de una amiga que está tu lado.

Había tanta confianza en su palabra escrita que no dudabas de lo que leías. No tenía barreras para expresarse, no existían límites que la detuvieran. Era como una paloma blanca, puramente libre, cuyos sufrimientos no le prohibían ser feliz.

Su talento fue apreciado, pero lo seguirá siendo porque los artistas como ella no se olvidan, se recuerdan constantemente en cada ocasión que tengamos oportunidad.

Todavía me pregunto como puede existir tanto potencial junto: abogada, profesora de inglés, de dibujo y de escultura, además de ser una excelente escritora. Su poesía recorre tantos géneros que cualquier situación se le acomoda.

Hoy sentimos la pérdida en el alma todos los cercanos, y todo aquel que leyó su obra alguna vez y pudo ver la Carilda que estaba detrás de esos poemas, la persona sensible, pero fuerte, que escribía lo que nos llegaba al corazón y nos sacaba las lágrimas de vez en cuando.

Por la maravillosa obra de esta poetisa cada persona debería tener uno de sus libros para ser conscientes de lo que era escrito en sus hojas, para conocerla a través de estas, para saber quién era Carilda Oliver.