Los doce trabajos del… Capitolio de La Habana

Rolando Pujol
28 April 2021 8:54am

Las restauraciones son mucho más costosas y desafiantes que la propia edificación de un inmueble desde sus cimientos. Si tal emprendimiento se realiza en una obra como el Capitolio de La Habana, entonces los míticos “Doce trabajos de Hércules”, quedarán empequeñecidos por la complejidad de la empresa, donde fue necesario, convencer, gestionar, unir y recabar el apoyo de muchas personas de adentro y fuera del país.

Con la hercúlea voluntad y empecinada devoción de un hombre como Eusebio Leal, el historiador eterno de La Habana, fue posible sortear todos los escollos y culminar de manera exitosa, la restauración del Capitolio Nacional de La Habana, el más complejo y deslumbrante edificio construido en Cuba en toda nuestra historia, que en este mes de abril fue galardonado con el Premio Nacional de Restauración 2021.

Con 92 metros de altura desde su base hasta la linterna de la cúpula, el Capitolio habanero fue inaugurado el 20 de mayo de 1929, como sede de la Conferencia Panamericana que se celebró ese año en la capital cubana. Fue proyectado totalmente por eminentes arquitectos cubanos, entre los que se destacaron Evelio Govantes y Féliz Cabarroca, en la realización de los planos y Raúl Otero y Eugenio Raynieri, en la dirección ejecutiva.

Detalles de la restauración del Capitolio de La Habana (23)

Unos 8 mil trabajadores laborando durante dos años erigieron la monumental obra. Junto con los constructores cubanos, trabajaron emigrantes españoles, italianos y de otros países, alarifes capacitados en diferentes actividades de la construcción y expertos artesanos.

En la década del 50 y del 80 del pasado siglo fue sometido a dos restauraciones parciales, que no fueron muy felices en sus resultados, razón por lo que, en el 2010, se le entrega el edificio a la Oficina del Historiador de la Ciudad, que asumió con su equipo de especialistas la tarea de devolverle al Capitolio su lustre original.

Detalles de salas y elementos restaurados en el Capitolio de La Habana (27)

Entre las tareas hercúleas que el equipo, bajo la dirección de Eusebio Leal tuvo que acometer, estuvo la limpieza exterior, para devolverle a las piedras de capellanía su blancura original, la restauración de complejos elementos estructurales de la cúpula, como la aguja que la corona, muy dañada por el tiempo y las descargas eléctricas, de la cual se instaló una réplica exacta de la original. También con la participación de especialistas de la Federación Rusa, se recubrió el domo, con placas de oro de 24 quilates, y la estatua de la República, la tercera mayor del mundo bajo techo, con unos 15 metros de altura.

Fueron objeto de renovación, limpieza y restauración, los techos artesonados del Salón de los Pasos Perdidos y el interior de la cúpula, las salas de reunión, los murales del Salón José Martí, la biblioteca, los grandiosos hemiciclos norte y sur, cientos de kilómetros de tubería y cables eléctricos renovados, sistemas de climatización y seguridad.

Detalles de salas y elementos restaurados en el Capitolio de La Habana (3)

La restauración del mobiliario hecho con finas maderas nacionales, la aplicación de miles de litros de pintura en las diversas áreas y en más de un centenar de oficinas senatoriales, la exquisita limpieza de cientos de lámparas y objetos de bronce, la demolición y reconstrucción de los jardines exteriores, proyectados originalmente por el urbanista francés Jean Claude Nicolás Forestier, la apertura por primera vez de la Cripta del Soldado Mambí Desconocido, proyectada pero nunca terminada, hasta ahora.

Cripta del Soldado Mambí Desconocido (2)
Cripta del Soldado Mambí Desconocido

 

El Capitolio fue construido para llamar la atención, imponer respeto y abrumarnos desde la solidez de sus piedras y altas columnas, constituyendo una metáfora sobre la responsabilidad del ejercicio del poder, los valores republicanos, la democracia y la grandeza del estado como institución.

Pretender enumerar todo lo que se hizo para traer de vuelta al Capitolio, es una tarea azarosa que desbordaría el propósito de esta reseña. Basta entonces, con detenernos, en algún momento frente a esta magnífica obra y rendirle tributo de admiración, a sus constructores de ayer y restauradores de hoy.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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