Qué calor, frase cubana muy usada por estos días

Por estos días del mes de abril, en tiempos de COVID-19, hay otro tema que destaca con frecuencia en las conversaciones, y que puede resumirse en la ya cotidiana expresión: ¡Qué Calor!

Y no es para menos si tenemos en cuenta que muy altas temperaturas, incluso con varios “records”, han ocurrido en una vasta zona geográfica que abarca a Cuba, Centroamérica y el Sur del estado norteamericano de La Florida. No voy a repetir datos ya divulgados en las noticias, sino que les hablaré de lo que llamamos sensación térmica.

La temperatura que miden los termómetros es un valor físico real de la atmósfera. Sin embargo, podemos sentir más calor en un día con 32 oC, que en otro día en que se registre la misma medición. La diferencia radica en la humedad presente en el aire que nos circunda.

Para entenderlo, es necesario conocer cómo funciona el mecanismo de refrigeración de nuestros cuerpos. Cuando el termómetro muestra incrementos más allá del valor confortable, la parte del cerebro que controla la temperatura corporal, llamada hipotálamo, envía una señal a las glándulas sudoríparas que se encuentran en la piel, y estas comienzan a producir sudor, conocido también como transpiración, compuesto principalmente por agua.

Dicho sudor sale de la piel por los poros y al ponerse en contacto con el aire, se evapora; proceso que ocurre a costa de la energía térmica que le da la piel. El resultado es que nos refrescamos, y aliviamos el calor que sentíamos.

Esta posibilidad depende enteramente de la humedad relativa del aire que nos rodea; pues para que el sudor pueda evaporarse, el vapor de agua resultante tiene que tener cabida en la atmósfera que circunda al cuerpo. Si el aire tiene ya un alto contenido de humedad, el sudor no se puede evaporar y entonces, usamos la expresión “qué calor tan pegajoso”, tras la cual viene una creciente sensación de calor, malestar y falta de confort.

La capacidad de la atmósfera de aceptar más o menos vapor de agua adicional, se mide con la Humedad Relativa del aire. Si ésta es muy elevada, quiere decir que su cuerpo puede evaporar poco o nada (según se acerque al 100%); pero, si el aire es más seco, entonces puede evaporar mucho más (y refrescarse). Si no hubiera humedad, la temperatura que marca el termómetro sería exactamente la que sentiríamos.

Temperatura y humedad relativa del aire son los factores principales a tener en cuenta en la sensación térmica, aunque existen, adicionalmente, otros dos que también influyen: la insolación (radiación solar) y el viento.

Es evidente que, si nos exponemos directamente a la luz solar, recibiremos una radiación directa del Sol, que de por sí nos aporta calor pues la absorbemos. El viento, si lo hay, provoca que la capa saturada de humedad que rodea al cuerpo se vaya, permitiendo que el aire que lo rodea deje de estar saturado y admita más evaporación del sudor, y por ello nos refrescamos, sentimos alivio. Es eso lo que hace que el ventilador o la brisa junto al mar proporcione alivio.

No obstante, por lo general, es más difícil evaluar las condiciones de insolación o la exposición al viento, y por ello para hacerlo con la sensación de calor, generalmente, se toman en cuenta, como los factores más representativos, sólo temperatura y humedad relativa pues son los más estables; y solo para estudios más rigurosos se incluyen la insolación y el efecto del viento.

Para medir la sensación de calor se emplean generalmente índices calculados con largas fórmulas, aunque existen varias formas de obtener un índice de calor, en dependencia al mayor o menor peso que se dé a las variables que se calculan.

Canadá fue el primer país en utilizar el índice en 1965, al desarrollar su Servicio Meteorológico nacional con el Índice Humidex. Poco después, su uso se fue expandiendo a Europa y otros países.

Estados Unidos, en cambio, emplea el Heat Index, o Índice de Calor, desarrollado por el Servicio Meteorológicos de esa nación, aunque existen también algunas variantes que se usan en los medios, con la expresión, “feels like”, o “se siente como”, refiriéndose a la sensación térmica. Otros países, como Australia, también desarrollaron índices similares.              

Sin embargo, hay que aclarar que estos índices de Calor no son de por sí temperaturas, aunque por razones prácticas se expresa como si lo fueran. Ello se hace para dar la idea de que el calor que sentimos es equivalente al que sentiríamos si la temperatura fuera esa, aunque no sea exactamente así.

Lo importante es conocer que, cualquiera sea el índice, refleje más o menos, por su magnitud, la sensación de menor o mayor confort respecto al calor que pueda sentir una persona…… y algo de extrema importancia, cada índice tiene rangos que, cuando son muy elevados, son verdaderamente peligrosos por las consecuencias que pueden traer, incluso de peligro para la vida.

En las islas del Caribe, con la gran humedad que existe, con los valores usuales de estos índices, se pueden sentir molestias y hasta mucha incomodidad lo que, por ser islas, son territorios más ventilados, y con alta humedad, por su cercanía al mar. El aire húmedo puede ser muy molesto, pero no mata.

Otra situación puede darse en tierras continentales. Allí sí se producen situaciones peligrosas con las llamadas “olas de calor”. Una de las más notables fue la del verano de 2003, en la que fallecieron 14 mil 802 personas en Francia entre el 1 y el 15 de agosto, mientras que en España se cuantificaron 13 mil.

Atención, estas situaciones ocurren CON AIRE SECO Y NO CON HUMEDAD… un tema a tratar en otro artículo cuando llegue el verano y así… relativamente refrescarnos con nuestro calor caribeño que, aunque molesto, no mata. ¿No lo creen?