Dioses y colores: un poco de historia del tabaco

alina
12 February 2015 10:18pm
Dioses y colores: un poco de historia del tabaco

El cubano destila colorido, tanto en su ropaje, como en su vocabulario, teniendo en cuenta la musicalidad de la isla, los escenarios bañados por el sol tropical y algunos elementos religiosos, vinculados a productos tan importantes como el habano.

   A las puertas del Festival del Habano (23 al 28 de febrero) el colorido, la religiosidad y la musicalidad de los cubanos tienen un enlace muy particular que bien puede desatarse y, de hecho, los extranjeros aprecian con mucha fuerza.

  Sin embargo, esta magia tiene sus historias, sus figuras, sus engranajes de mucho interés tanto para los estudiosos, como para los viajeros simples, vengan de donde vengan.

  VIVIR LOS COLORES

   Cada vez que usted da una fumada a un puro cubano puede pensar que tras ese sencillo evento se esconde una magia avalada por dioses aborígenes o procedentes de África, que una vez llegaron a Cuba y asimilaron esa planta como suya en sus tradiciones y gustos.

   Fumar habanos, además de ser un acto de distinción, es el resumen de toda una tradición mágica que tiene tantos años como los de la propia hoja, benefactora de los puros más importantes del mundo.

   Tal acontecimiento, al margen del auge global de horóscopos y otras prácticas y devociones, es un hecho real que se engarza con varias culturas de marcadas raíces, todas muy vinculadas a Cuba, la patria desde la cual se tienen las primeras noticias de los habanos hace más de 500 años.

   Rodrigo de Xerez y Luís de Torres eran los mejores hombres del almirante genovés Cristóbal Colon, por ello el empedernido marinero los escogió, el 2 de noviembre de 1492, para llevar las cartas de presentación de los Reyes Católicos al emperador de los chinos.

   El único problema era que no estaban en China, ni en el ansiado Cipango (Japón), por el cual habían hecho el viaje, sino en Cuba, un sitio paradisíaco y desconocido. El 27 de octubre de ese propio año, la flota del intrépido navegante (La Pinta, La Niña y La Santa María) había llegado a tierras de la mayor isla antillana y estaban asombrados, él y sus compañeros, por la hermosura del lugar.

   Sin embargo, la primera nota curiosa la encontrarían Xerez y Torres el 4 de noviembre cuando dieran informes de lo que luego se llamara Tabaco: "...mugeres y hombres, con un tizón en la mano, y yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbravan", relataron con marcas del español antiguo.

   Habían descubierto uno de los productos que serían más cotizados en el mundo, ahora difundido, sobre todo, por los salones de linaje.

   Los emisarios de Colón se encontraban, cuando vieron a los indios con esos tubos de hojas en los labios, en el cacicazgo taino de Maniabón, en la región oriental de la ínsula.

   Sobre este hecho, el propio fray Bartolomé de las Casas dejaría constancia escrita en su diario y a partir de él se acumularían una serie de sucesos, hasta el punto de que el incipiente hábito de fumar de Xerez le provocó cárcel en España.

   Pero mucho antes de ese descubrimiento los aborígenes Taínos, utilizaban el tabaco de muchas maneras, entre estas fumar para disipar el cansancio y también con fines medicinales.

PLANTA MÁGICA

   Bautizada por los científicos como Nicotiana Tabacum, la palabra con la cual los aborígenes cubanos la designaban era cojiba, cohoba, o cohiba; para otros el nombre partía de la Isla de Trinidad y TOBAGO.

   Algunos, por su parte, consideran que Cohiba era un instrumento de madera en forma de Y, hueco, que empleaban los "indios" para inhalar por la nariz el humo producido por la planta.

   También se conoce, que en los rituales aborígenes, se dedicaba un espacio a rendirle culto al Tabaco, que incluía inconos, especie de tambor, con el cual se agradecía a la planta sus beneficios.

   Es el tabaco, además, una pieza clave para los dioses de origen africano, traídos a Cuba en el siglo XVI en los barcos negreros. A la sombra de los barracones, fue símbolo para Osaín, el dios (orisha) del herbario, Elegguá, quien abre los caminos, Oggún, rey de los soldados y herreros, y Ochosi, el cazador.

   Todos los orishas varones fuman y mastican la planta, les encanta el rapé, el jugo de sus raíces, las hojas y las flores y, por lo tanto, curan con ella muchas enfermedades.

   Esta planta parece ser nativa de Sudamérica, de la familia de las Solanáceas. A la llegada de los exploradores españoles los aborígenes la cultivaban, por lo cual todos los indicadores conducen a confirmar la paternidad cubana del tabaco.

   Yerba anual pubescente, viscosa, de unos dos metros de altura, poco ramificada o con un solo tallo, hojas oblongo-lanceoladas, alternas, enteras y cuya variedad cubana se considera la superior en el mundo: la havanensis, "plus ultra" de la calidad.

   Esta planta, también medicinal (purgante y antiparasitaria) es la delicia de quienes la fumaron o la fuman. Por lo tanto, cuando los esclavos africanos comenzaron a adaptar sus creencias y religiones en la isla, también utilizaron el tabaco para sus rituales.

DEVOCIÓN Y BUEN GUSTO

   Tal fue la persistencia de esas devociones que hoy en día los cubanos modernos, los miembros de familias de procedencia africana, continúan los ritos empleando el tabaco y brindándoles alegría a sus dioses con ese producto fantástico, muy bien aquilatado por un mundo occidental ateo, cristiano o protestante.

   De los dioses u orishas mencionados Osaín es muy significativo, siempre existe una deidad de este tipo en las culturas antiguas, muy deudoras de la naturaleza.

   Ese es dueño del monte, el templo único de los afrocubanos, de donde extraen las mejores plantas para sus trabajos curativos o de otro tipo (los ebbó), tal y como lo hacían en África.

   Esta religión, La Santería o Regla de Ocha, es autóctona de Cuba, adaptada de la traída por los esclavos de la zona occidental del llamado Continente Negro, sobre todo de Nigeria.

   Osaín es por lo tanto, el dueño de la naturaleza y de todos sus colores, se enseñorea los 31 de diciembre de cada año y se sincretiza para la religión católica con San Silvestre, San José y San Antonio Abab.

   Este proceso de Sincretismo Religioso, se entiende a partir de que los esclavos trataban de hacer perdurar sus dioses y tradiciones asimilando lo de los colonos españoles (el santoral católico), este fenómeno social permitió, con el tiempo, una simbiosis entre los dioses africanos, muy mundanos, mitad divinos, mitad reales, algo parecido en este Panteón Yoruba al Panteón Griego, donde existían dioses y semidioses.

   Osaín tiene ofrendas particulares como chivos, gallos, jicoteas y todos los pájaros de la floresta que emiten sonidos.

   Elegguá es propiamente el que aparece en los bailes con un puro entre los labios, es niño o anciano indistintamente, juguetón, el que abre los caminos, aunque tiene una contraparte (Echú) que los cierra.

   Sus colores son el rojo y el negro, como colores simbólicos en alto grado que muchos cubanos usan en sus vestuarios, o en otros adornos cotidianos.

   Este orisha come maíz tostado, pollón, jutía y chivo macho, además es goloso y comilón, se le gana entregándole golosinas y caramelos, y se sincretiza con el Santo Niño de Atocha (San Roque) de los católicos.

   Oggún es el dueño de los metales y de las fraguas, enciende su tabaco con piedra de rayo y herraduras al rojo vivo, vive perennemente en el monte por una de sus leyendas, es intenso amante, valiente, borracho y come viandas, aves y ají picante.

   Negro, verde, rojo y morado son sus colores y se sincretiza con Santiago Apóstol, San Pedro, San Antonio y San Miguel Arcángel.

   Ochosi, es el cazador por excelencia, sincretizado con San Norberto, dios de la cárcel, dueño del arco, la flecha y la cacería en los montes. Protege al fugitivo y entrega carnes al hambriento. Verde, negro, morado, lila y violeta son sus cromatismos.

   En una gama de más de 42 dioses está presente una relación muy fuerte con la naturaleza y con el tabaco. Los devotos colocan puros haciendo equilibrio sobre los bordes de los vasos de agua limpia, en rincones claros, detrás de las puertas, para evitar los malos augurios y que cuando estos orishas lleguen a las casas puedan beber esa agua y fumarse un habano.

   Esas son las creencias en esas familias, pero resulta que se trata de todo un símbolo, porque estos orishas o dioses obligan a sus feligreses a satisfacerlos con lo mejor que tengan a su alcance y es un signo muy relevante que el tabaco aparezca entre las piezas para complacerles.

   Los colores están representados en los santeros, o seguidores de esta religión, en collares de cuentas pequeñas, muy vistosos, que puede verse su uso con frecuencia en las calles cubanas.

   Pero lo más importante, es que tras una fumada de habano existe toda una magia, un ritual y una devoción de millones de personas, que aparte de rendirle culto al cigarro cubano por su calidad, y por el deleite que significa fumarlo, también lo otorgan a dioses, sus propietarios en esos ritos.

   Ello implica, que además de ser una pieza clásica, cuando usted tenga entre sus labios un habano, debe pensar que degusta algo divino, tan celestial como mundano, tan apropiado para seres extraterrenales como para los mejores sibaritas.

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