Cuba se reafirma como destino de paz y seguridad

Cuba se alza como un destino turístico de paz y seguridad, con un crecimiento de arribo de visitantes y de capacidades hoteleras, a pesar de un incremento sin precedentes de las medidas del bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU., que especialmente afecta la industria del ocio de la Isla, pilar fundamental de su desarrollo.
Aunque aires de cambios parecían llegar cuando el 21 de marzo de 2016 el presidente Barack Obama junto a su familia visitó la Habana Vieja, -el circuito turístico más apreciado de la capital cubana-, fueron comensales de un restaurante típico cubano y sintieron las muestras de amistad y simpatía de los cubanos en los lugares que estuvo.
La visita del mandatario estadounidense y el restablecimiento de relaciones diplomáticas a nivel de embajadas marcaron puntos culminantes de las negociaciones entre ambas naciones, establecidas como consecuencia de los cambios que trató de introducir la administración de Obama en la política de bloqueo, la que reconoció como fracasada, y la buena disposición del gobierno cubano a un diálogo respetuoso y de igualdad de condiciones.
En esa etapa se autorizaron los vuelos a Cuba de líneas estadounidenses, se ampliaron los permisos de visita de norteamericanos y otras regulaciones del bloqueo parecían iban a ser modificados, incluyendo la posibilidad de iniciar algunos intercambios comerciales y hasta parecía que los puros Habanos dejarían de ser penalizados en territorio estadounidense y estarían nuevamente en la tiendas de New York después de más de medio siglo de ausencia.
Tampoco aquel proceso estuvo exento de hechos simbólicos como la inauguración de la sede estadounidense en La Habana por el entonces secretario de Estado John Kerry, ocasión en el que el edificio de Malecón fue adornado con autos restaurados estadounidenses de la década de los cincuenta, lo que pudiera entenderse como un regreso bajo el oropel de la tecnología automotriz de los coches clásicos todavía en uso en Cuba.
Pero ese proceso sería retrotraído y finalmente eliminado con la asunción a la presidencia de Donald Trump, en enero de 2017 y poco después la sede fue convertida en un edificio vaciado de funciones y diplomáticos con el pretexto de que sufrieron presuntos ataques sónicos, algo nunca comprobado por científicos e investigadores de ambos países.
El nuevo mandatario eliminó casi todos los cambios y el diálogo con la Isla y activó el Capítulo III de la Ley Helms Burton, paso nunca aplicado por las anteriores presidencias, desde la creación de la iniciativa jurídica en 1996, y que contempla medidas de castigo contra intereses e instituciones de terceros países que comercien o colaboren con Cuba en cualquier esfera, con lo que además se afecta especialmente a países europeos que invierten en la industria turística de la Isla.
Además, el ataque especialmente estuvo dirigido a hacer fracasar la incidencia del turismo cubano en otros sistemas de servicios y de transportes internacionales, como es la eliminación de instalaciones hoteleras cubanas de sistemas de búsqueda online, la prohibición de la entrada de cruceros a las bahías antillanas, reducción de vuelos procedentes de territorio estadounidense hacia Cuba, sanciones a bancos o empresas que faciliten financiamiento o insumos entre otras medidas.
No obstante, la joya de la corona de las sanciones que afectan al turismo, en la que se incluyen medidas contra empresas cubanas vinculadas a la industria sin humo, es la prohibición de ciudadanos estadounidenses, bajo penas de cárcel y altas multas de viajar a Cuba, único destino sobre el que rige tal proscripción.
De no existir tal prohibición a viajar a Cuba, un destino turístico a 90 millas de EE.UU, -apenas 40 minutos de vuelo, con el que la nación norteña tiene fuertes vínculos culturales e históricos, un especial incentivo para los viajeros, además de las excelentes condiciones naturales,- haría imparable el arribo masivo de visitantes estadounidenses lo que vulneraría las medidas adicionales de bloqueo de las operaciones del desarrollo turístico cubano y aumentaría los ingresos de esta estratégica esfera.
Esa certeza se demostró durante el mandato de la anterior administración, cuando muy lejos de levantar dichas prohibiciones, se flexibilizaron e incrementaron el arribo de turistas, políticos, hombres de negocios, artistas famosos y hasta en las calles habaneras y en su Malecón se filmaron espectaculares escenas de los bólidos de la famosa saga de “Rápido y Furioso”, con sus célebres actrices y actores al timón.
Pero las proyecciones estratégicas del turismo cubano no se basan en perspectivas de unas eventuales relaciones normales con su gran vecino y se afianzan en el incremento de nuevos mercados emisores como Rusia y China, que en los últimos años tienen una tendencia a la alza.
En ese contexto, este mes de diciembre de 2019 la Isla llegó al cuarto millón de visitantes y se espera que antes de concluir el año se le agreguen alrededor de 300 mil viajeros más, cifras por debajo de lo esperado de alrededor de 5 millones, debido al recrudecimiento del bloqueo, que en el período llegó a la caza hasta de barcos y empresas navieras y de combustibles de terceros países que negocian con la Mayor de las Antillas.
Mientras, no cesa la construcción de nuevos hoteles, especialmente en el balneario de Varadero que para el 2020 se proyecta incrementar sus alojamientos en 1000 habitaciones y de forma especial destaca La Habana, que llegó a su aniversario 500 de fundada, con nuevas instalaciones de 5 estrellas plus como Paseo del Prado, Iberostar Grand Packard, Manzana Kempinski y otros de diversas categorías en fase de diseño o construcción.
De esa forma, La Habana se renueva y consolida como un destino de primer orden en la región, mientras que los turistas del gran vecino deben esperar porque un día se retome un nuevo diálogo con Cuba para disfrutar de las transparentes aguas de Varadero o hacerse llevar por el embrujo que conlleva pasear por las calles de la Habana Vieja y sentir la calidez de su gente, tal como hizo el presidente Barack Obama, cuando intentó cambiar una obsoleta política.