COVID-19 y Meteorología

La expansión por todo el globo terráqueo del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, y la enfermedad que este ocasiona, la COVID-19, es un hecho al que a duras penas hemos tenido que ir ajustando nuestras vidas en muy poco tiempo. Nada de esto podíamos imaginarlo apenas hace unos pocos meses. La devastación en cuanto a vidas humanas y afectaciones ha sido inconcebible, así como los grandes daños a la economía mundial.

Pero hay áreas en las que quizás no se nos ocurre pensar, por un momento, el daño que ocasiona, y una de ellas es la Meteorología.

La Meteorología es una ciencia global y su rama operacional requiere de un intercambio constante de datos. Para realizar los Pronóstico del Tiempo y Avisos de Fenómenos Meteorológicos Peligrosos (FMP) en cualquier lugar del mundo, es necesario tener, como punto inicial, la mayor cantidad de datos posible. Estos son los que nutren las ecuaciones que las modernas computadoras transforman después en mapas pronóstico de disímiles variables atmosféricas en diferentes zonas del mundo, en la superficie terrestre y en la altura. El análisis y comprensión de estos materiales, los meteorólogos con su experiencia, los traducen en los pronósticos diarios o en avisos y advertencias de FMP.

Decir que los datos tienen calidad significa que, para un instante dado, representan fielmente el estado de la atmósfera en muchos puntos dela geografía, en ambos ejes (horizontal y vertical). Se requiere poseer una distribución tridimensional de los principales parámetros atmosféricos medidos en gran cantidad de lugares de la manera más precisa posible, la presión atmosférica, la temperatura, la humedad, la dirección y la velocidad del viento, la cantidad y el tipo de nubosidad, la radiación solar, entre otras.  

Para los estudios sobre el Clima y el Cambio Climático se precisa del acopio de esos mismos datos, los que se almacenan después de usarse, para realizar los pronósticos del tiempo; y que se vuelven muy valiosos para el estudio de las tendencias que hayan podido ocurrir con el cursar de los días, meses y años.

En otras palabras, los datos meteorológicos son la columna vertebral del sistema de pronósticos del tiempo y del Clima a escala mundial.

A su vez, el Sistema Mundial de Observación (SMO) de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) es la piedra angular de todos los servicios y productos meteorológicos y climáticos que los 193 Estados y territorios Miembros de la Organización proporcionan a sus ciudadanos.

Los datos meteorológicos se miden en la superficie de la tierra en las estaciones respectivas, y puede ser de forma manual: observadores que miden con instrumentos u observan el tiempo cada seis, tres, o una hora, según el tipo de estación; o de la manera moderna: con estaciones meteorológicas automáticas, que lo hacen casi todo, incluso la transmisión de los datos, pero que necesitan de reparaciones y mantenimientos periódicos.

En el mar, además de los buques, se emplean boyas automáticas convenientemente localizadas, según sea el tipo de estación que transmite datos al sistema de satélites y luego a tierra.

La atmósfera es tridimensional, por lo que, para el sondeo y medición de parámetros en la superior, se emplean las estaciones de radiosondeo, desde donde se lanzan globos con instrumentos de medición que transmiten a la tierra el estado de la atmósfera en la vertical, hasta una altura de 30 o 35 kilómetros.

EstaciónMeteorológicaVaraderoCuba
Estación Meteorológica Automática en Varadero, Cuba. En la parte inferior de la torre se observa el panel solar que da energía a la estación. Al fondo y a la izquierda, la vieja caseta de termometría de la estación manual.

En Tiempos de la COVID-19.

Pero, en tiempos de la COVID-19, todo este sistema se ha visto afectado. Recientemente, la OMM expresó su preocupación por el efecto de la pandemia en la cantidad y la calidad, tanto de las observaciones y los pronósticos meteorológicos, como de las de vigilancia atmosférica y climática.

Entre los retos usuales que tiene la captación de datos, y que influye constantemente en tiempos normales, está el hecho de que nuestro Planeta está compuesto de tres cuartas partes de mares y océanos, es más agua que tierra, y quizás se llama planeta Tierra sólo porque nosotros vivimos en la parte no acuática.

La dificultad mayor estriba la poca cantidad de datos de superficie que hay en los océanos, y mucho menos de la atmósfera superior. En superficie, sólo se poseen datos de buques y de boyas automáticas. De la atmósfera superior, los datos de aviones que cruzan los océanos.

Normalmente, existen en todo el Mundo 16 satélites meteorológicos y 50 satélites de investigación, más de 10 mil estaciones meteorológicas de superficie, automáticas o dotadas de personal, mil estaciones en altitud, siete mil buques, 100 boyas fondeadas y mil boyas a la deriva, cientos de radares meteorológicos y tres mil aeronaves comerciales especialmente equipadas, con los que se miden a varias veces al día los parámetros clave de la atmósfera, la tierra y la superficie del océano.

Algunas partes importantes del sistema de observación —por ejemplo, sus componentes satelitales y muchas redes terrestres de observación— son parcial o totalmente automáticas. Así que se espera que sigan funcionando sin un deterioro importante durante varias semanas, o en algunos casos durante períodos más largos. Pero si la pandemia se prolonga más allá de algunas semanas, las labores de reparación, mantenimiento y aprovisionamiento que se dejarán de hacer, así como la falta de nuevos despliegues, serán cuestiones cada vez más preocupantes.

Sin embargo, partes o componentes esenciales del sistema de observación ya se están viendo afectadas durante los últimos meses. Veamos en qué medida ello está ocurriendo.

Observaciones Meteorológicas de Superficie.

En la mayoría de los países desarrollados, las observaciones meteorológicas de superficie son casi totalmente automáticas. Pero, en muchos países en desarrollo todavía se debe recurrir a aquellas que los observadores meteorológicos realizan manualmente y luego transmiten a las redes internacionales para su uso en modelos meteorológicos y climáticos mundiales. Hay países en que coexisten tanto las estaciones automáticas como las manuales, como, por ejemplo, en Cuba.

La OMM ya registra una notable reducción de las observaciones manuales en varios países en las últimas semanas. Ello puede atribuirse, en parte, a la actual situación provocada por el coronavirus, aunque no se puede descartar por completo la incidencia de otros factores, cuestión que está siendo analizada por el ente mundial.

De continuar la reducción en las observaciones meteorológicas de superficie, en particular si la pandemia de la COVID-19 empieza a repercutir de manera más amplia en la capacidad de los observadores para hacer su trabajo en grandes zonas del mundo desarrollado, las consecuencias pueden llegar a ser mayores.

Datos de Aviones Comerciales.

Es en los datos de la atmósfera superior sobre los océanos donde las afectaciones son críticas. Un avión de pasajeros de un vuelo comercial es, además, un instrumento para el meteorólogo, pues contribuye a la obtención de datos en altura, y es precisamente sobre los océanos, donde estas observaciones eran más valiosas, por ser de hecho más escasas.

Mientras las aeronaves cubren su ruta comercial, los sistemas automáticos que posee toman datos a lo largo de la ruta y los transmiten a tierra de manera sistemática.

AvionesCuarentenaPanamá
Aviones en Cuarentena. Panamá.

Esto se realiza en el marco del llamado Programa de Retransmisión de Datos Meteorológicos de Aeronaves (AMDAR), que se sirve de sensores, computadoras y sistemas de comunicaciones a bordo para recopilar, procesar, dar formato y transmitir observaciones meteorológicas a las estaciones terrestres a través de enlaces satelitales o de radio.

Con el sistema de observación del Programa AMDAR se han producido tradicionalmente más de 700 mil observaciones diarias de alta calidad: temperatura, velocidad y dirección del viento, junto con los datos de posición requeridos, y se ha obtenido un número creciente de mediciones de la humedad y la turbulencia a lo largo de la ruta de los aviones comerciales.

Sin embargo, hoy, debido a la COVID-19, la mayoría de los aviones comerciales permanecen en tierra. De acuerdo con informaciones de la consultora de análisis de datos de viaje, Cirium, casi seis mil aviones de pasajeros se encuentran almacenados en unos 600 lugares del mundo. Debido a ello, se ha producido una drástica reducción en la cantidad de mediciones realizadas por ellos, las que en algunas regiones llega prácticamente a cero. En el gráfico adjunto se ve la disminución ocurrida sólo en el continente europeo hasta el 24 de marzo pasado.

Gráfica
Gráfica proporcionada por la Red de Servicios Meteorológicos Europeos (EUMETNET).

Resulta indiscutible que tal situación creada por la COVID-19 al Sistema Mundial de Observaciones Meteorológicas pudiera llevar, en un plazo relativamente corto, a ocasionar un impacto sensible a nivel global, ocasionando una menor calidad en el desempeño de los modelos de pronóstico numérico de índole global y regional. Ello es un reto adicional que los pronosticadores del tiempo, y después los analistas del Clima, tendrán que enfrentar con sus conocimientos, inteligencia y experiencia, a la ya de por sí, difícil tarea que se les encomienda.

Y es que las consecuencias del cambio climático y de la creciente cantidad de desastres de índole meteorológica, sean huracanes, lluvias intensas, etapas de sequía, tormentas severas, tornados, no cesan; continuarán ocurriendo a pesar de la COVID-19.

Esto es sin duda un desafío adicional, que puede agravar los riesgos asociados a los múltiples peligros de índole meteorológica, pero no cabe duda que los meteorólogos los seguirán enfrentando con inteligencia, conocimientos y experiencias, pero sobre todo con determinación.

A continuación, 7 minutos de la cuarentena del doctor José Rubiera, en tiempos de aislamiento social.

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