Una Gran Roca Espacial nos pasó por el lado y… no nos enteramos

Dr. José Rubiera
29 September 2021 10:00am
Una Gran Roca Espacial nos pasó por el lado y… no nos enteramos

Por Dr. José Rubiera.

En busca siempre de temas interesantes que comentar con nuestros lectores, me he encontrado esta semana con una información que pienso que vale la pena destacar.

En un artículo anterior les he hablado acerca del asteroide de Chicxulub, el meteorito que marcó el salto de la Era Mesozoica a la Cenozoica, o límite K/T (Cretácico/Terciario), hace 66 millones de años, y que ocasionó un evento catastrófico que provocó grandes cambios a nivel global, junto a un Cambio Climático, y la quinta extinción masiva registrada en el tiempo geológico, pudiéndose decir que configuró en buena medida la evolución que vino después, hasta nuestros días.

En este caso, se trató de un asteroide muy grande, con un diámetro estimado entre 11 y 81 kilómetros, creando un hueco de 100 kilómetros de ancho y 30 kilómetros de profundidad en el lugar de su impacto directo con la superficie de nuestro Planeta.

Puede decirse que este ha sido un caso excepcional, pero no es posible conocer si mucho antes, en la historia geológica del planeta, hubo otro igual, o parecido, y posiblemente sí los ha habido, pero nadie lo sabe.

Pero, más recientemente, el 30 de junio de 1908, ocurrió una gran explosión cerca del río Podkamennava Tungunshka, en la gobernación de Yeneiseysk, ahora región de Krasnoyarsk en Rusia.

La explosión, por fortuna, ocurrió sobre un área muy escasamente poblada, y aplastó unos 80 millones de árboles en una gran área, de unos 2 150 km². La lejanía del lugar y la época no permitieron realizar estudios sino hasta mucho después de ocurrido el evento. Sin embargo, la ausencia de un cráter hace que se atribuya la explosión a la desintegración en la atmósfera de un objeto espacial a una altura de 5 a 10 kilómetros.

Las interpretaciones científicas modernas se han basado principalmente en evaluaciones de daños y estudios geológicos realizados muchos años después del hecho, con estimaciones del tamaño del meteoroide, del orden de 50 a 190 metros, dependiendo de si el cuerpo ingresó a baja o alta velocidad. ​ Se estima que su energía osciló entre 3 y 30 megatones de TNT. Se asegura que una explosión de esta magnitud sería capaz de destruir una gran ciudad actual.

Pero todavía más recientemente ocurrió otro caso, que a diferencia del de Tungushka en 1908, hubo innumerables testigos y hasta vídeos de la bola de fuego mientras atravesaba la atmósfera terrestre. Fue el 15 de febrero de 2013, cuando ocurrió este hecho en Cheliábinsk, un área poblada del Distrito de los Urales, en Rusia, también con una explosión, aunque más pequeña, en la atmósfera.

Meteorito
Meteorito observado desde la ciudad de Chaliabink, Urales, Rusia

 

En este caso, se determinó que la explosión fue ocasionada por un asteroide que medía entre 17 y 20 metros de diámetro y poseía una masa inicial estimada en 11 000 toneladas, con la liberación de una energía de 500 kilotones. Afortunadamente no hubo muertes, pero sí se reportaron más de 1 200 heridos, principalmente por vidrios rotos que cayeron de las ventanas destrozadas por su onda expansiva.

En estos casos que he someramente relatado, no hubo ningún aviso previo a lo que ocurrió, nadie lo sabía hasta que ocurrió, y aunque es raro que eventos como estos ocurran… pueden ocurrir.

Quizás pueda haber confusión entre los significados de asteroides o meteoritos. Un asteroide es un pequeño objeto rocoso que orbita alrededor del Sol. Un meteoro es lo que le sucede a una pequeña parte de un asteroide o un cometa, llamado meteoroide, cuando arde al entrar en la atmósfera terrestre. Así que, el objeto, la roca espacial, es el asteroide; el meteorito, una parte del mismo que se quema en la atmósfera.

Después de esta aclaración, les cuento que traigo a colación estos encuentros de La Tierra con esas rocas espaciales por una causa muy concreta:

Pasado jueves 16 de septiembre de 2021 una de esas rocas espaciales, y bastante grande, nos cruzó bien cercana, y la Humanidad no se dio cuenta, a no ser cuando ya había pasado y afortunadamente nada había ocurrido.

Y es que, lo que puede ser catalogado nada menos que como un gran asteroide, el que se le ha puesto el nombre 2021 SG, es una roca espacial, que pasó de largo, con una trayectoria muy cercana a La Tierra, pues cruzó entre la Luna y la Tierra, el pasado 16 de septiembre, pero el gran asteroide no pudo ser visto hasta el siguiente día, ldía 17, después de que ya había hecho su paso más cercano por nuestro planeta.

Ello nos ha hecho recordar que el de Cheliabinsk, del 2013, tenía sólo la cuarta parte del tamaño del reciente 2021 SG, y es que éste último no solo era significativamente más grande, sino que también se movió a una impresionante velocidad de más de 85,295 km/h. ¿Qué hubiera pasado si hubiese colisionado con La Tierra? ¿Por qué no se observó antes?

Es que hay un punto cielo literalmente hablando, común a estos dos casos recientes, precisamente cuando se trata de observar los llamados objetos cercanos a la Tierra, y ello es debido al Sol. Ambas rocas espaciales pasaron desapercibidas cuando se acercaron a nuestro Planeta porque provenían de una dirección cercana al Sol, y la intensa luz solar hizo que simplemente no pudieran observarse desde La Tierra.

No es el caso de los asteroides que provienen de otras direcciones del cielo, pues los astrónomos, utilizando grandes telescopios, estudios del cielo y otras tecnologías avanzadas, han perfeccionado el detectar, catalogar y rastrear todo tipo de objetos en el espacio, hasta pequeñas piezas de satélites antiguos en órbita.

Pero otra cosa es poder hacerlo desde la dirección del Sol, lo que es, por el momento, totalmente imposible.

Podríamos pensar en que, si supiéramos que venía, qué podríamos hacer. Pues se podría hacer mucho, pues ya existe tecnología suficiente para poder pronosticar su trayectoria y, en caso de peligro a La Tierra, con el lanzamiento de misiles, existen maneras de destruirlos o de hacer que cambien su trayectoria, y no ofrezcan peligro a La Tierra.

Para ese punto ciego que es la dirección del Sol hay afortunadamente, una solución en camino. La NASA planea lanzar la nave espacial NEO Surveyor en 2026, que se mantendrá estacionada en un lugar en el espacio entre la Tierra y el Sol, para que pueda detectar los objetos que no podemos ver desde nuestro Planeta debido a que su dirección esté cercana a la del Sol.

nave NEO Surveyor
Así lucirá la nave NEO Surveyor de la NASA

 

NEO son las siglas en inglés de “Near Earth Objects” u “Objetos Cercanos a La Tierra”, los que se estiman que existen alrededor de 25 000, que posean al menos un diámetro de 140 metros.

Dicha nave espacial se encontrará “estacionada” a 1.5 millones de kilómetros de La Tierra, en un lugar donde la fuerza gravitacional del Sol y La Tierra estarán balanceadas, por lo que la nave espacial puede quedarse ahí indefinidamente, sin gastar casi combustible. Esa nave observará tanto hacia delante como hacia detrás de la órbita de la Tierra, en busca de asteroides o rocas espaciales que de otra manera no pudieran ser detectados desde La Tierra debido al brillo del Sol.

La NEO Surveyor será capaz de encontrar el 90% de los objetos espaciales cercanos a La Tierra que tengan al menos ese tamaño. El objetivo es detectarlos primero, para destruirlos o hacerles cambiar de rumbo, antes de que colisionen con nuestro Planeta. Es bueno recordar que el impacto en La Tierra de un objeto así puede destruir una ciudad entera.

Mientras tanto, no queda más que esperar a que, en el lapso de menos de una década que nos separa de la puesta a punto de esa tecnología, tengamos la gran suerte de que ninguna roca espacial se acerque a nuestro Planeta desde la dirección del Sol. Ojalá sea así.

 

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