Excepcional Área de Polvo del Sáhara afecta al Caribe

A unos ocho mil kilómetros al Este de la región oriental de Cuba, se encuentra la zona central del desierto del Sáhara, en el Norte de África. Allí, en ese lugar tan distante de nuestro país tiene lugar, en los meses de marzo y abril, con su mayor expresión en la segunda quincena de junio, todo el mes de julio y a veces hasta en la primera quincena de agosto, un fenómeno típico: las nubes, o quizás mejor decir, áreas de Polvo del Sáhara.

 

¿Qué es el Polvo del Sáhara?

El Desierto del Sáhara (o Gran Desierto, como le llaman los árabes) es el desierto cálido más grande del Mundo y que, de compararse con los desiertos fríos de la Antártida y el Ártico, ocuparía el tercer lugar. El Sahara o Sáhara, ambas acepciones son correctas en nuestra lengua, cubre casi toda África del Norte y tiene una extensión de nueve millones 400 mil (9 400 000) km2, ocupando 10 países: Argelia, Chad, Egipto, Libia, Marruecos, Mauritania, Malí, Níger, la República Árabe Saharaui Democrática, Sudán y Túnez.  Resulta ser una extensión tan grande como China o los Estados Unidos.

En su vasta extensión, al igual que en otros desiertos del mundo, se producen diferencias térmicas que dan lugar a fuertes vientos. Cuando éstos ocurren, dan lugar a las conocidas y también temidas, tormentas de arena; las que levantan grandes cantidades de arena y polvo. La una, más gruesa y de mayor peso que el polvo, con diámetro de alrededor de un milímetro, cae casi enseguida en el propio desierto.

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Tormenta de Arena en el desierto del Sáhara, compuesta de arena y polvo elevado por fuertes vientos. Sumamente peligrosa para los que cruzan el desierto.

Sin embargo, el polvo, compuesto por finísimas partículas, se eleva en la atmósfera de 1.5 hasta casi 6 kilómetros de altura. Entonces, rodeado de un aire muy seco, de un 30 % de humedad relativa o menos, inicia su viaje por el océano Atlántico Tropical y el Caribe, llegando muchas veces hasta el golfo de México, y el Sudeste de los EE.UU. o el Nordeste de México. Un área de polvo del Sáhara puede transportar sobre el Atlántico hasta 28 millones de toneladas de dichas partículas, y cientos de millones de toneladas cada año.

Su paso sobre el Océano Atlántico se hace posible gracias a los vientos alisios del anticiclón del Atlántico, que fluyen en su zona tropical de Este a Oeste (de África al Caribe), trayecto que usualmente dura 6 días. Un dato curioso, desde la década del 70 del pasado siglo, la intensidad de la capa de polvo se estima se ha ido incrementando, debido a que se registran mayores temporadas de sequía en la zona del Sahel africano.

Como el aire que acompaña al polvo es tan seco, inhibe la formación y desarrollo de ondas tropicales, ciclones tropicales y lluvia, lo que está en consonancia con el comportamiento de estos sistemas meteorológicos durante este período.

Hace tan sólo unos años no se tenía conciencia de que existía el Polvo del Sahara trasladándose por la atmósfera a grandes distancias. Se veía el cielo blanquecino y se pensaba que era simplemente bruma. Actualmente, la tecnología de los satélites meteorológicos permite ver esas nubes de polvo en las tormentas de arena del Sahara desde que se forman, y no sólo eso, sino seguirlas paso a paso en su desplazamiento al oeste por el Atlántico. 

Existen también modelos numéricos especializados en el pronóstico del desplazamiento y concentración de las nubes de polvo del Sahara.

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Las imágenes de satélite permiten observar el Polvo del Sáhara emergiendo de África y viajando hacia el Oeste por el Atlántico

El evento actual de Polvo del Sáhara

El área de Polvo del Sáhara comenzó a influir sobre las Antillas Menores, Puerto Rico, y la República Dominicana desde el domingo pasado, y sobre el oriente de Cuba desde la tarde del lunes 22. En su avance al Oeste, ayer martes 23 y hoy miércoles 24 su influencia se ha extendido hasta el centro del país, y desde mañana 25 lo hará sobre el occidente y zonas de Centroamérica. Para el viernes 26 se estima que avance hacia Yucatán, el Nordeste de México y el Sudeste de los EE.UU.

Hay que destacar que el actual evento de Polvo del Sáhara es totalmente excepcional y se diferencia de otros eventos ocurrido en años anteriores, no sólo por acontecer a la par con la COVID-19, sino, y muy en especial, por la elevada concentración de polvo, algo no visto en décadas.

El polvo del Sáhara es extremadamente pequeño. Su concentración se expresa mediante masa por metro cúbico de aire. Para ello se emplea el microgramo (μg), una unidad que equivale a la millonésima parte de un gramo. Para que puedan darse cuenta de lo pequeño que es, les diré que alrededor de 30 partículas de polvo, colocadas una al lado de la otra, caben en el grosor de un cabello humano.

Ya les expresé que lo que más caracteriza al actual evento es la alta concentración de las partículas de polvo. La Dra. Olga Mayol, de la Universidad de Puerto Rico, Isla que estuvo fuertemente afectada por esta nube de polvo, considera que es el evento más importante ocurrido durante los últimos 50 o 60 años, afirmación posible gracias a las mediciones realizadas ininterrumpidamente desde 2020, al menos para dicho período.

En Cuba, en el caso actual, las mayores concentraciones han sido estimadas entre 150 y 250 μm/m³, con una media aproximada de 200 μm/m³, sin dudas valores elevados.

Efectos del polvo del Sáhara

La capa de polvo sahariano ocasiona cielos blancos o blanquecinos, disminución de las lluvias, y elevación de la temperatura y la sensación térmica. Ello es así debido a que el polvo deja entrar la radiación solar, aunque difusa y en ondas cortas. Esta es absorbida por la superficie de la tierra y devuelta hacia arriba como radiación infrarroja, esta vez en ondas largas, las que no pueden atravesar la capa de polvo y se reflejan en la superficie de la tierra, incrementando así, gradualmente, su temperatura y la del aire. Es realmente un efecto invernadero, aunque de manera local.

La sequedad que acompaña al aire, de un 30 % de humedad relativa o menos, hace que en su presencia no se formen o desarrollen los ciclones tropicales, y que se inhiban por lo general, las ondas tropicales; y la disminución de las lluvias.

Aunque no todo es negativo con el polvo del Sáhara, pues ayuda a construir playas en el Caribe y a fertilizar los suelos, lo cual es positivo.

Sin embargo, hay otros efectos que hay que tener muy presentes. Al ser el polvo un contaminante atmosférico y aparecer en altas concentraciones, llega al aire que respiramos, y penetra en los pulmones, provocando trastornos, especialmente en personas asmáticas o alérgicas, que deben extremar sus precauciones. También puede presentarse tos, inflamación de garganta, ojos rojizos, llorosos y con escozor.

Y, ¿saben una cosa? el uso del nasobuco parece ser lo mejor que se ha inventado para protegernos de la mayoría de esas molestias. Siendo el uso de esta mascarilla acción fundamental ante la COVID-19, en estos días del polvo del Sáhara tenemos una razón más para usarla correctamente. Hagámoslo.

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