Conferencia Tomas Diez en PACGRAF

Redacción Exce…
30 April 2019 2:30pm
Conferencia Tomas Diez, fundador de Fab Lab Barcelona, durante la celebración de PACGRAF 2019, en La Habana, Cuba.

Conferencia Tomas Diez, fundador de Fab Lab Barcelona, durante la celebración de PACGRAF 2019, en La Habana, Cuba.

Parte de mi visita a Cuba es no solamente introducir algunos conceptos relacionados con la impresión 3D, sino también poder activar algunas redes locales que permitan empezar a pensar cómo podemos poner en práctica esta idea de la fabricación local, la fabricación general, como una manera de generar nuevos productos y una manera también de impulsar nuevos modelos económicos, en los cuales el acceso a los medios de producción es mucho más accesible y mucho más cercano al consumo.

Ahora mismo soy director del proyecto Fab City… con cuenta regresiva de 40 años, 2014-2054, reto para que Barcelona produzca localmente todo lo que consume: alimentos, energía y productos. Imagínense cómo eso puede cambiar de manera dramática cómo funcionan ciudades, países y regiones en todo el mundo.

Y esto parte también de una reflexión en la cual entendemos que el contexto sobre el cual operamos hoy en día no es el mismo de hace 50 o 100 años. La industrialización ha permitido acumular los medios de producción en pocas manos y generar mecanismos extractivos, a través de ese acceso limitado, así como crear cadenas de suministro a nivel global, que permiten fragmentar de una manera muy separada, dónde se produce, dónde se consume y dónde se diseña. Parte de un entendimiento del mundo de hace cien años por lo menos, como les decía.

Ahora mismo sabemos que el actual modelo industrial nos va a llevar al colapso climático, que tiene unas consecuencias sociales brutales, el hecho de comprar cosas baratas, especialmente la electrónica que usamos hoy en día para casi todo, depende de mano de obra muy barata y de acceso a materia prima también muy barata, de procedencia también poco transparente, por ejemplo.

También depende de un medio o una materia prima, no en sentido del material en sí, sino también energética, que solamente ha estado con nosotros 100 años, que es el petróleo, y del cual somos más adictos que cualquier otra especie en el planeta.

Luego también forma parte de una cultura del consumo basada en el uso o el incorporar desde cómo comemos. Proteína vegetal, por ejemplo. Si todos en el planeta comiéramos proteína vegetal, no habría planeta para satisfacer la demanda de proteína animal de todo el planeta. Es decir, hay un componente cultural alrededor del consumo, que nos hace ser parte del problema y no verlo desde una manera externa.

Y luego también hay un indicador fundamental. Cada vez vivimos de una manera más urbana, en los últimos 50 años hemos pasado dramáticamente de la vida rural, a la vida urbana. Más de la mitad de la población hoy en día vive en ciudades y para el año 2050 será un 70% más o menos de la población, que viva en ciudades, e insisto, no solo que viva en ciudades, sino que vive una vida urbana, así no vivan en una gran ciudad.

Es esta situación nos hace nuevamente pensar qué tipo de ciudades queremos, en qué tipo de ciudades queremos vivir, si el 70% de personas viven en ciudades. Son ciudades contaminadas, llenas de carros, ciudades que producen gran cantidad de basura, ciudades que están basadas solamente en la industria de los servicios.

Hacia dónde queremos ir en los próximos años

Y es precisamente esta cuestión la que nos hace definir la siguiente pregunta, hacia dónde queremos ir en los próximos años. Estas ciudades, si empezamos a entender cómo funcionan las grandes ciudades hoy en día, desde Barcelona, Nueva York, Nueva Dehli, necesitan importar recursos, son como unos pulpos con tentáculos muy largos, que van consumiendo recursos y los importan dentro de estas ciudades y nosotros los procesamos, somos como células que consumimos esos recursos y producimos basura, y esa basura va de nuevo a los sistemas naturales que luego vuelven a nosotros.

Por ejemplo, hay una gran cantidad de microplásticos en comidas, en mariscos, por ejemplo, que nos dice un poco lo que ponemos en la naturaleza vuelve de alguna manera a nosotros, y esto no es ningún discurso verde, hippie, o abraza-árboles, les estoy diciendo la verdad, hay microplásticos en los mejillones, las almejas, el pescado que se comen.

Entonces, ¿vamos a tener el próximo gran hombre blanco, salvador de todos nosotros, que va a ser nuestro mecías? ¿Serán los makers o los grandes- pequeños innovadores quienes cambiarán todo esto?  No lo sé, son preguntas que todavía tenemos que resolver, pero creo que ni una de la otra, sino todo lo contrario.

Por otro lado, estamos viviendo en un contexto diferente, pero también es un momento de convergencia. Por ejemplo, hay un montón de tecnología que se está haciendo cada vez más accesible (pone ejemplos del número de celulares, PC y fotógrafos presentes en la sala, y hace una analogía con fabricantes de sillas).

Comencemos a pensar en nuevas tecnologías emergen, no solo la impresión 3D, los teléfonos móviles con las súper computadoras dentro, la conectividad a internet, sino también empezamos a ver cómo la inteligencia artificial está emergiendo, o la biología sintética, que te permite programar vida, por ejemplo.

Entonces, todo esto se está juntando en un momento clave, para redefinir cómo queremos relacionarnos con estas tecnologías y cómo queremos que esas tecnologías nos ayuden a relacionarnos con el nuevo contexto en el que estamos.

Paradoja de la convergencia en que vivimos

Básicamente este momento tecnológico lo vivimos en una paradoja, en un momento de convergencia, por ejemplo, internet nació en los años ´60-´70, con la idea de hacer una red distribuida, no jerárquica de computadoras que fueran capaces de intercambiar información a escala global, pero según las reglas del capitalismo esto se convirtió en una manera de controlar la información a nivel global y acumular la capacidad de computación en pocas manos, y generar un mecanismo de extracción de valor de las personas a través de internet, algo que nació con una visión bastante democratizadora, libertaria, etc. se convirtió en un mecanismo extractivo.

Imagínense qué puede pasar con robots autónomos, robots que son capaces de hacer actividades físicas mejores que las que hacen los humanos, o algoritmos que sean capaces de procesar mucha más información que la que los humanos podemos procesar, y hacer de ella un uso más útil para lo que queramos hacer. De todo esto la paradoja es que el ser humano se hace cada vez menos relevante, cuando la tecnología comienza a tomar parte y a hacer las cosas mejor que lo que la hacen los humanos, entonces la pregunta es: ¿qué queremos hacer con esta tecnología?

Una de las respuestas es: no tenemos una única respuesta a esa pregunta, sino que tenemos que pensar en la forma de desarrollar mecanismos para que esta respuesta se construya. Y una de las primeras cosas es el acceso. El abrir la caja negra de la tecnología, y hacer que el acceso a esa tecnología esté disponible a cualquier persona desde la más temprana edad posible, hasta los más grandes.

En este sentido quiero hablarles de los Fab Lab como esta forma de proveer el acceso a tecnología a cualquier persona, para que pueda hacer casi cualquier cosa en cualquier parte del mundo, y no solo de manera individual, sino colaborativa y conectado, no solo con partners locales, sino también con una red global de conocimientos que son estos Fab Lab.

Un Fab Lab es un laboratorio de fabricación digital (FABrication LABoratory) y es un lugar donde puedes hacer casi cualquier cosa, puede ser un espacio tan pequeño como esta sala en la que nos encontramos, donde hay una serie de procesos que, combinados, te permiten no solo hacer objetos físicos inactivos, sino que puedes fabricar microcomputadoras y poner inteligencia en las cosas, (teléfonos móviles muy simples, antenas de radio, pequeños ordenadores, incluso las máquinas del mismo Fab Lab).

O sea, una de las cosas divertidas de un Fab Lab, es que si puede hacer casi cualquier cosa, entonces puedes hacer las cosas que hacen casi cualquier cosa; o sea que, eventualmente, serán capaces de replicarse a sí mismos, producir las maquinas que ayuden a fabricar cosas, y no solo hacer las mismas maquinas que ayudan a fabricar cosas, sino que te permitan hacer cualquier máquina que usen un material diferente según las características del lugar en que se construyan.

Crecen los FAB LAB

De 2002 a día de hoy, el crecimiento de los Fab Lab ha sido exponencial, hay más de 1700 Fab Lab en el mundo y sigue creciendo cada año (explica cómo funciona: un Fab Lab en argentina diseña una silla, y otro en Moscú que quiere hacer la misma silla, entonces no es necesario enviarla en container de Argentina a Rusia, viaja el archivo digital de cómo se hace la silla, allá lo descargan, y no necesariamente hay que hacer la misma silla, sino que se puede modificar, los rusos son más altos, y entonces la silla se modifica a esa altura). Esto es un ejemplo tonto, pero imagínense si lo llevamos al campo de la medicina, a las prótesis, por ejemplo.

Hay varios proyectos, existen, relacionados con prótesis para niños, un caso icónico de lo útil que puede ser la fabricación digital. Una prótesis de una mano impresa en 3D, para un niño que crece muy rápido, sería muy caro renovarla cada año, comprándola en el mercado tradicional, en cambio la puedes fabricar usando impresión 3D, y reducir el precio casi 100 veces y puedes lograr no solo que el niño vaya cada año a un lugar y pueda cambiarse la prótesis, sino que pueda diseñarse su propia prótesis, de acuerdo al tamaño de su cuerpo.

Algunos ejemplos

Fab Lab en la zona metropolitana de Barcelona: un parque donde hay una antigua hacienda agrícola, donde hoy tienen un centro de investigación, donde queremos desarrollar tecnologías para producir alimentos y generar energía a nivel local, y hacer que este centro sea un demostrador de la autosuficiencia.

Fab House: Restaurante de código abierto.

ROBOTS para micro-granjas: permiten monitorear cultivos de manera más precisa y permite a los granjeros controlar mejor los cultivos, y clasificar suelos, para la producción específica de determinados alimentos, más idóneos para ese suelo.

Aquaponía: los peces alimentan a las plantas y a su vez estas limpian el agua de los peces.

Colmenas de abejas en código abierto, Wine makers lab, Smart citizen: para captar contaminación en las ciudades, son otros ejemplos.

Innovación tecnológica en Cuba

En CUBA, el contexto es súper interesante, la capacidad que hay localmente de arreglar, de tunear cosas, creo que debe ser parte fundamental de coger esta idea del low tech innovation, la innovación con tecnologías no tan avanzadas, combinadas con esta idea de digitalizar esta capacidad.

El pensamiento detrás de las dos aproximaciones es el mismo, o sea, esta capacidad de innovar, de resolver con lo que tengo, si le ponemos el componente digital, computación, fabricación digital, impresión 3D, etc., básicamente le damos un crecimiento exponencial a algo que ya está, que también es importante considerar, no es aterrizar de una forma marciana, unas máquinas que parece que van a resolverlo todo, sino agarrar esas capacidades locales, y sumarlas a esta nuevas herramientas, y creo que esta es una interesante aproximación a lo que podría ser un Fab Lab aquí en la Habana, en Cuba.

La clave

Los fab lab son ahora mismo una especie de red distribuida (como en sus inicios internet) que no solo comparte información, sino que también comparten átomos.

El acceso en código abierto a toda esta tecnología, como les decía destapar la caja negra es fundamental, y es por eso que el rol de los fab lab, que a veces parece quijotesco, es tan importante: tener un lugar donde la gente aprenda, no solo porque alguien le dice cómo hacer algo, sino que aprenda haciendo, esa es la clave de lo que hacemos.

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