Cineasta iraní Kiarostami no descarta filmar en Cuba
Una clase magistral. Así podría definirse el diálogo del legendario cineasta iraní Abbas Kiarostami con estudiantes, profesores y la prensa en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Vino a un taller de autores, pero sobre todo, a cumplir un viejo sueño: estar en Cuba.
Quizás lo más prometedor de sus palabras fue la posibilidad de filmar en este país que le parece “misterioso, fuera del alcance de muchos, y por ende, atractivo”. Es más, el responsable de clásicos como “Primer plano” (1990) y “El sabor de las cerezas” (1997) se pregunta cómo recordarán los cubanos en 10 años su realidad actual, en un contexto económico teóricamente distinto.
Más allá de sus reflexiones, este maestro del cine contemporáneo supervisará aquí un proyecto de cortometraje a cargo de creadores de varios países, con el auspicio de la organización Black Factory Cinema y la Escuela de San Antonio. Aprovechando su estancia en La Habana, la Cinemateca de Cuba exhibirá una muestra retrospectiva de su obra, dueña de una estética que trasciende todo localismo para ser universal.
Se mostró enamorado de San Antonio, su claustro y programa de estudios, y afirmó jocosamente que si fuera más joven matricularía aquí. Nada raro en alguien que afirma encarar sus cortometrajes “como si fuera un estudiante de cine porque lo del cineasta, más que un objetivo como tal, es tener una experiencia continua”.
Aún así, enfatizó que el cine “ni se enseña ni se aprende, porque el cine y el arte en general, es resultado de una curiosidad, de inquietudes, por eso en estos talleres buscamos respuestas a esas inquietudes; en los talleres siempre afirmo que no estoy para enseñar porque lo principal es buscarse a uno mismo y el límite de tiempo del taller da la posibilidad de expresar nuestro potencial, por eso muchos se preguntan al terminar cómo es posible que hayan hecho cine en diez días y no así en los últimos diez meses”.
Con una obra premiada en citas de renombre como Cannes y Venecia también valoró su faceta como poeta, que ha complementado su trayectoria cinematográfica. Su idea es proponer, que el espectador hurgue más allá de una película tal, o al menos hacer que el filme estimule y sugiera otros caminos. “Quienes conocen la cultura persa saben que la poesía es su columna vertebral; la poesía no es solo un poema, es también sabiduría, una fuente de pensamiento”, señaló.
Quizás por esa proyección, y porque no le interesa demasiado si su poesía gusta o no, Kiarostami también fue homenajeado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, que lo premió con la distinción Tomás Gutiérrez Alea. Sin embargo, para este artista de 75 años de edad, no hay reconocimiento como la oportunidad de crear, y aquí en Cuba ha encontrado ideas y una cantera fecunda.