La Ruta Hemingway en Cuba: 10 lugares relevantes

alina
18 November 2015 9:47pm
La Ruta Hemingway en Cuba: 10 lugares relevantes

Una ruta muy demandada en Cuba, sobre todo por visitantes estadounidenses, está vinculada con el escritor Ernest Hemingway, quien en su momento se declaró como “un cubano sato”,  y vivió en la isla por más de 20 años, dejando una marcada huella en muchos lugares del país.

La Bahía de La Habana, Habana Vieja, el Hotel Ambos Mundos, el Bar-Restaurante Floridita, Las Terrazas de Cojímar, la Cervecería Hatuey, la Marina Hemingway, Finca Vigía, y los cayos Mégano y Coco.

Ernest Hemingway es un hombre casi tan cubano como estadounidense. Esta afirmación aparece marcada con una huella perenne entre rincones maravillosos de Cuba, donde vivió interrumpidamente por más de 20 años.

Por tanto, es importante conocer esta lista que le proponemos de los lugares vinculados con su espiritualidad y ejecutoria, algunos sumamente conocidos y otros perdidos en la memoria de muchas personas.

Para nuestra lista incluimos: La Bahía de La Habana, la propia Habana Vieja, el Hotel Ambos Mundos, el Bar-Restaurante Floridita, Las Terrazas de Cojímar, la Cervecería Hatuey (complejo actual de lugares y salones), la Marina Hemingway, Finca Vigía, y los cayos Mégano y Coco.

El Dios de Bronce de la literatura norteamericana separó para sí espacios con mucho carácter, donde se reunía con sus amigos, conversaba, bebía o escribía. También seleccionó corrientes para pescar o rutas para perseguir submarinos alemanes, todos esos lugares indicados en la actualidad para un buen paseo.

Por ello Hemingway es un hombre del turismo cubano, así se le consideró en vida y ahora, aún está presente su estirpe de aventurero o de simple ser humano capaz de escoger los mejores lugares.

Nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park, Chicago, llegó por primera vez a Cuba, a La Bahía de La Habana,  el 1 de abril de 1928, a las 22:50 hora local, durante una noche nublada y de horizonte brumoso, como rezan notas de la época.

Los especialistas consideran que el escritor arribó en el vapor Orita de bandera inglesa y así consta la entrada de esa embarcación en los libros del Castillo del Morro, la fortaleza más emblemática de La Habana, la capital insular.

Llegaba en ese entonces acompañado de su segunda esposa Pauline Pfaiffer en un viaje desde Francia hacia Key West, con escala en La Habana. Ella tenía cinco meses de embarazo.

Un año después, el joven reportero se acerca a las aguas cubanas en el barco Anita para pescar agujas. A partir de esos encuentros amó entrañablemente a Cuba.

Sin embargo, otros autores consideran que llegó a la Isla atraído por una tormentosa mujer, nombrada Jane Mason. Para esta versión, transcurría 1929 cuando el multimillonario estadounidense George Grant Mason - representante de la Pan American Airways - se trasladó a la capital cubana con su esposa, una turbulenta dama que se aburría.

En el radio de acción de la mujer apareció Hemingway (29 años), quien sucumbió ante sus encantos. En sus primeras estancias en la ínsula vivió en el Hotel Ambos Mundos, de la parte vieja capitalina, en la habitación 511 que hoy se muestra como una reliquia, aunque carece de objetos verdaderamente históricos.

Desde allí, el escritor tuvo una imagen bastante completa de la urbe y terminó algunos de sus textos. Era una buena base de operaciones y ello lo proponen hoy sus gerentes, quienes alertan de la tradición de ese lugar.

De 1929 a 1936, Hemingway vivió una activa vida en La Habana, que lo hizo socio de bares como el Floridita. Este sitio le sirvió de refugio y hasta acuñó un trago con su nombre.

Se trata del "Papa Doble" o "Hemingway Special", una variante del cóctel Daiquirí, a base de ron blanco cubano, limón, hierba buena y azúcar. Pues, le suprimió el azúcar y le recargó la mano en el alcohol.

De esos preparados se bebía a veces hasta 12 vasos grandes, llevándose par de ellos para el camino, de regreso a su Finca Vigía, mansión de las alturas de San Francisco de Paula, alquilada en 1939 por su tercera esposa Martha Gellhorn y que comprara en 1940.

En esa residencia campestre, con una vista maravillosa, desecharía la torre que su mujer le construyera para escribir, pues prefería hacerlo de pie en su cuarto. Allí todas sus cosas están como cuando habitaba la morada, hoy Museo Hemingway.

Relativamente cerca del lugar, se encuentra Cojímar, un poblado de pescadores de la zona este, donde atracaba su yate Pilar, y donde vivió más de 100 años su patrón, Gregorio Fuentes. Ese lugar cuenta con el restaurante La Terraza, especializado en mariscos y pescados, que consumía con gusto el escritor.

En 1930, Hemingway navegó por la cayería centro-norte cubana, por los cayos Guillermo, Coco y Romano, y el Faro Maternillos. También visitó Camagüey, en la región oriental, sobre todo poblados como Palm City, una curiosa ciudad fundada por alemanes, según atestiguan algunos investigadores, como el escritor Enrique Cirules.

Son esos años en los cuales se radica el mito Hemingway, antes de su instalación definitiva en Cuba en 1940. Después viajó por Cayo Confites y Cayo Lobo, tras ocurrir el hundimiento de dos barcos norteamericanos por submarinos alemanes.

Entonces comenzó su aventura en busca de esas naves sumergidas, jamás combatió con alguna (parece que sólo avistó un submarino alemán en la superficie, pero cuando se dispuso a atacarlo este se marchó), sin embargo descubrió las bellezas de esas cayerías, en la actualidad uno de los polos de desarrollo turístico más importante de la Isla.

Precisamente, Cayo Coco, con 370 kilómetros cuadrados de extensión, un aeropuerto y 22 kilómetros de playas virginales se muestra ante los viajeros como un paradisíaco entorno. Entre Coco y Guillermo existen varios hoteles de lujo.

La perspectiva para esa zona, según cómputos oficiales, es llegar a contar con 22 mil habitaciones, donde se destaca el aprovechamiento de la náutica recreativa, sobre todo excursiones en yates y buceo.

Hacia el extremo oeste, en el norte de la provincia de Pinar del Río, se encuentra Cayo Mégano de Casiguas, bautizado por Hemingway como Paraíso, y ese nombre se le quedó. Allí iba a descansar, lo llevaba su patrón Gregorio en el Pilar, desembarcaba en bote y luego leía, dormía o hacía el amor con Mary Welsh, su cuarta y última esposa.

En la ruta hemingweyana es bueno señalar que el salón de fiestas de la cervecería Hatuey, en la capital, debería desempolvarse cada 13 de agosto, pues en 1956 allí el novelista entregó a los cubanos su medalla que lo acreditó como Premio Nobel de Literatura (1954).

Más de 20 instituciones culturales de ese entonces se sumaron al agasajo, pero en la presidencia Hemingway hizo que se sentaran sus amigos pescadores de Cojímar, por considerarlos "la mejor gente de Cuba". Hoy, ese valioso objeto se encuentra en el Arzobispado de la oriental Santiago de Cuba.

Realmente lo donó a la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, por ser esta -a su vez- patrona de los pescadores, sus entrañables. La medalla se conservó en la basílica de El Cobre, pero luego fue trasladada al Arzobispado, tras un fallido intento de robo.

Otro de los lugares que le vio fue, aunque con menos frecuencia, la dársena de Barlovento, en la periferia oeste capitalina, donde hoy se encuentra la marina más importante del país, Marina Hemingway.

Allí existen más de 100 atracaderos con vida a bordo, es decir con servicio de agua y electricidad para yates, y 800 espacios para amarrar embarcaciones.

Esa Marina organiza desde 1950, en vida del escritor, un torneo de pesca de la aguja caracterizado como el más viejo de su tipo en el mundo. Precisamente, en los años 60, Hemingway se entrevistó por única vez con el presidente Fidel Castro en donde hoy se encuentra el Restaurante Papa”s.

Un complejo turístico de hoteles, servicios náuticos y recreativos ofrece en estos momentos una refinada gastronomía y hotelería acorde con los navegantes que por meses repletan los canales del lugar.

Ernest Miller Hemingway, quien se suicidó de un escopetazo el 2 de julio de 1961, en Ketchum, Idaho, recibió en los años 50 reconocimientos de parte del Instituto de Turismo Cubano, por su aporte a esta industria y ahora su paso es una huella única que la siguen los expertos y hasta quienes desconocen sus obras.

La marca más importante se encuentra en la gente de la Isla, en los viejos y los jóvenes, los letrados y los humildes. Es una gran ruta espiritual importante para cualquier viajero curioso.

Por ello es ineludible estar en cualquiera de estos sitios y meditar, rememorar al Dios de Bronce, considerar sus motivaciones y vivir esta significativa experiencia que arropa a todo buen buscador de emociones.

 

1.- BAHÍA DE LA HABANA

    La Bahía de La Habana, en su tiempo conocida como Puerto Carenas, constituye hoy el centro de desarrollo económico-social en un proyecto de grandes proporciones.

   En su momento fue el primer punto de contacto de Hemingway con Cuba, según algunas versiones de historiadores.

   Esta rada cuenta con 5,2 kilómetros cuadrados, un perímetro de 18 kilómetros y volúmenes de agua de 47 millones de metros cúbicos, en mil 300 metros de largo, con una profundidad de nueve metros y una renovación de sus aguas de entre siete y nueve días, con un solo sentido de navegación.

   La Bahía es navegable solo en 120 metros, tiene el 87 por ciento del territorio ocupado y un 63 por ciento de sector productivo, con 71 atraques y 50 muelles.

  Por su parte, desde hace 30 años el calado de los buques oscila entre los nueve y los 11 metros, con un reclamo de infraestructuras modernas, lo que implica para la bahía habanera su incapacidad de asumir la actividad comercial contemporánea.

  

2.- HABANA VIEJA

     La Habana Vieja constituye escenario obligado para el caminante. Espacio de muchos encantos, con calles estrechas, edificios antiguos, contradicciones al paso, pero siempre un encanto a flor de piel, de ahí su supremacía en la industria turística cubana.

   Uno de los ejemplos más fehacientes de tal axioma lo constituye la tradición, casi religiosa, de que cada aniversario de la ciudad, fundada el 16 de noviembre de 1519, desde las 12 de la noche, miles de personas se dan cita alrededor de una ceiba para rodearla y pedir augurios.

   Esa tradición incluye religiosos de diferentes tendencias, pero también ateos con una sonrisa en los labios, dispuestos a realizar el rito, y pedir su deseo, aunque no se le cumpla.

   La Villa de San Cristóbal de La Habana es puro bullicio. Y es más bulliciosa desde el lejano 1515 cuando estuviera en la costa sureña. Significó puerto de trasiego de muchas mercancías, ahora especial enclave recreativo, con planes para completar la zona de lugares de atractivo suficiente para el viajero interesado en temas histórico-culturales.

   Acumula interesantes contrastes, como un auténtico color cubano, centro de la escala de las riquezas de la flota española en su viaje hacia la metrópoli. Con bien conservadas fortalezas coloniales y su Templete, recinto y jardín que acordonan a la ceiba primigenia.

   La Habana, en su conjunto, alcanza 732 kilómetros cuadrados y posee 15 municipios de los cuales nueve son totalmente urbanos, de ellos 4,5 kilómetros cuadrados abarcan la parte vieja, la más interesante  (2,5 kilómetros cuadrados son los más visitados).

 

3.- HOTEL AMBOS MUNDOS

   Con su mirada impenitente hacia las azoteas de tejas rojizas, hacia la Plaza de Armas de La Habana Vieja, y como escuchando aun el coloquio entre el tiempo y los personajes famosos, el Hotel Ambos Mundos constituye magia y fiesta cubana para la hotelería.

   El Ambos Mundos es uno de los hoteles de La Habana más significativos y, además de su intimismo, permite a empresarios conversar, examinar las cuentas o el futuro de una empresa, o presentar algún nuevo producto, hechos que son ya muy frecuentes en la cosmopolita capital insular.

   En el sexto piso del hotel se encuentra un privilegiado lugar para descansar y comer: el Roof Garden, con 50 asientos y una vista panorámica de La Habana Vieja y la bahía habanera.

   Y allí, el Restaurante Plaza de Armas (24 capacidades), dedicado a la llamada comida Junto a la calle, en los bajos, se encuentra el Café-Bar Ambos Mundos, muy frecuentado. Y como atractivo supremo está su habitación 511, donde vivió en los años 30 el novelista estadounidense Ernest Hemingway, hoy museo.

   El edificio del Ambos Mundos comenzó a construirse en 1923. En 1932 Hemingway se hospedo allí y residió hasta 1939 cuando compro Finca Vigía, donde actualmente se encuentra el museo que lleva su nombre.

   La instalación, de cuatro estrellas, cuenta hoy con 52 habitaciones (seis pisos), tres de las cuales son mini-suites.  

 

4.- RESTAURANTE-BAR FLORIDITA

     El bar-restaurante Floridita, templo del novelista estadounidense Ernest Hemingway en La Habana, constituye un reducto imprescindible a visitar por los turistas que desde todo el mundo llegan a diario a la capital cubana.

   En la actualidad, constituye un sitio elegante, y quizás con un toque bohemio, con una escultura en bronce del novelista que hizo famoso al lugar, sentado, acodado en el mismo rincón donde en los años 50 del pasado siglo se le vio.

   Frente a esta escultura, frente a Hemingway, siempre aparece un trago real, un Daiquirí, tal y como ocurría en su momento, por lo tanto se trata de una de las escenas más fotografiadas por los turistas en todo el país.

   Un lugar que cuenta con una atmósfera muy particular, donde confluye el entusiasmo bohemio de otros tiempos, ahora representado por bulliciosos grupos de viajeros que desean emular con los años 50.

   Sin embargo, se trata de un bar-restaurantes, especializado en mariscos, con carta de vinos y de habanos, capaz de encandilar a los más exigentes peregrinos que desean no solo pasarla bien, sino tener a la mano un excelente servicio.

   Por tanto, esos elementos justifican el interés en ese lugar, en su momento, del autor de Por quién doblan las campanas, quien se sentaba largas horas a degustar el trago Daiquiri (ron, limón, azúcar, yerbabuena, y hielo molido), pero a su manera, con mas alcohol y sin azúcar, bautizado como Papa Doble.

   El Floridita, con más de 100 años de fundado (abrió en 1817), fue punto de recreo de Errol Flyn, Spender Tracy, Gary Cooper, Ava Gadner, Marlene Dietrich, y la crema y nata cubana, entre una larga lista de personalidades.

 

5.- COJIMAR-BAR RESTAURANTE LAS TERRAZAS

    Como uno de los restaurantes marineros más curiosos de Cuba, La Terraza del poblado de pescadores habanero de Cojímar atrae de sobremanera a los amantes de la buena comida y a los seguidores del novelista estadounidense Ernest Hemingway.

   El 20 de mayo de 2015 cumplió 90 años de abierto, constituye por tanto un momento muy atractivo para decenas de turistas que lo visitan.

   Sus inicios datan de 1925 cuando bautizaron el lugar como Las Arecas en la Calzada Real de la Reina Isabel II, que con el tiempo pasó a ser una modesta fonda de pescadores, donde Hemingway tuvo sus mejores encuentros y compartió con la gente humilde del mar.

   Precisamente, el novelista anclaba su bote Pilar en ese poblado, y allí también vivió durante más de 100 años Gregorio Fuentes, quien fuera el patrón de esa embarcación.

   Ahora, la gerencia anuncia la Paella, Sopa del Pescador y la Rueda del Serrucho en Escabeche como sus platos de puntería junto a cócteles como Don Gregorio o el Daiquiri Hemingway.

   Ubicada en la Calle Real 161, como simplemente se le conoce a su dirección en este momento, sigue con los trazos de la brisa refrescante que proviene del mar, sobre todo en los calurosos veranos de esta Isla.

   Con 80 capacidades, es un lugar muy tranquilo, y capaz de mover la imaginación del comensal que piense en La Terraza, como un lugar abierto, para gente pobre, como fue en su tiempo.

   Por el lugar, también pasaron otras celebridades como Imperio Argentina, Libertad Lamarque, Jorge Negrete, Hugo del Carril o Lola Flores.

   Cojímar, está ubicado en el Municipio La Habana del Este y su existencia data de 1555, además de poseer en su momento presencia indígena, colonización española después, y esclavos africanos.

   Cuenta con un torreón y rio del mismo nombre, poblado de unos siete kilómetros cuadrados que surgió alrededor del antiguo fortín español y desde el 15 de julio de 1649 los historiadores dan fe del asentamiento poblacional, ahora con una población de más de 20 mil personas.

 

6.- CERVECERÍA HATUEY-SALONES DE FIESTA DE LOS 50

    Cada año las autoridades de La Habana, capital cubana, buscan la protección medioambiental de la ciudad frente a los habituales embates urbanos, para lo cual un extenso parque pretende significar la barrera apropiada.

   Ese es el caso del concepto de Gran Parque Metropolitano de La Habana (GPMH), que además de abarcar elementos donde se preserva la naturaleza y los bosques, instiga a paseos muy educativos como La Excursión Ciudad y Naturaleza.

   La cervecería Hatuey constituyó un lugar muy interesante pero que muchos desconocen, pero allí fue donde Hemingway entregó su premio Nobel a los pescadores de este país, un gesto promovido por su amigo, el periodista cubano, ya fallecido, Fernando G. Campoamor.

   Pero ese lugar de fiestas, quedó en parte del Parque Metropolitano que pretende ser en la actualidad un pulmón verde de La Habana, atrapado entre lo que existe, lo que desapareció y los recuerdos de los mayores.

   Un paseo que lleva por el Parque Almendares, los Jardines de la Tropical, el Parque Forestal y el Jardín Botánico Nacional, puede favorecer los deseos de conocimiento de una manera sumamente agradable, para un tipo de turismo instructivo y medioambiental.

   El GPMH constituye un espacio verde ubicado dentro de una densa trama urbana, con la exhibición de exuberante vegetación y variada fauna en un ambiente de belleza única, contrastante, y por la cual es necesaria una lucha de protección.

  La lista propuesta por el GPMH, señala al Mirador de La Puntilla, donde recuerdan tuvo lugar el segundo asentamiento de la Villa de San Cristóbal de La Habana de 1514 a 1519.

  El centro es el Río Almendares, conocido por los aborígenes como Casiguaguas, o Chorrera por los colonos españoles, y Almendares en honor al Obispo de La Habana Enrique de Almendariz, hilo acuoso de 52,3 kilómetros de largo con una cuenca de 359 kilómetros.

  Precisamente, el eje principal del Parque está en sus últimos nueve kilómetros cuadrados, lugar sumamente conocido, sobre todo por los niños, donde existe alquiler de botes, celebración de cumpleaños y otros entretenimientos.

  Esa parte se identifica sobre todo por el Puente Almendares, inaugurado el 15 de julio de 1910, el primero de hormigón armado construido en Cuba, bajo la batuta de los proyectistas E.Klapp y W.J.Douglas.

  Propiamente, el Parque Almendares comenzó a construirse en 1959, y fue inaugurado el 25 de julio de 1961. A su lado prácticamente está el Bosque de La Habana, abierto en 1937, que abarca 6,5 hectáreas, incluida la Isla Josefina (nombre de la propietaria del lugar en su momento).

  Esa Isla (se conceptúa como tal pues al ocurrir inundaciones quedaba aislada como una isla), está propuesta desde 2006 como Paisaje Natural Protegido.

  Tales caminos conducen a los Jardines de la Tropical, que abrió en 1904, con belleza arquitectónica y paisajística, que debe recuperar sus estructuras, dedicado ahora a conciertos de música fusión.

  Por su parte, el Parque Forestal, muy cerca de la conocida Ciudad Deportiva, data de 1871, cuando se llamó Casino Campestre, y en 1933 resultó la Escuela Nacional Forestal Conde de Pozos Dulces, con apertura al público en 1958 con su nombre actual (Parque Forestal).

  Le siguen los Jardines de La Polar (marca de cerveza cubana), con amplios espacios y salones, donde se efectuaron famosas romerías y fiestas populares, y en su estadio se jugó fútbol por primera vez en Cuba.

  Se suman la Presa El Husillo o Inicio de la Zanja Real, el primer conjunto hidráulico de importancia en el Caribe, creado por los colonos españoles y que desde 1592 abasteció a la ciudad de agua, durante 200 años.

   Este importante Parque Metropolitano, abarca cuatro municipios de la capital cubana: Plaza, Marianao, Cerro y Playa, interesante proyecto urbano, social y medioambiental que enaltece el criterio del hombre de bien, de preservar su entorno y disfrutarlo.

 

7.- MARINA HEMINGWAY

   La Marina Hemingway constituye un punto clave para la náutica recreativa cubana, con sus canales de donde salen los botes para la pesca de la aguja durante el torneo que lleva el nombre del escritor.

   Y precisamente en áreas del restaurante Papa´s (como llamaban los amigos a Hemingway) fue donde el novelista tuvo su  único encuentro con el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro.

   Ubicado en la Calle 248 esquina 5ta Avenida, Santa Fe, Habana, es un sitio muy bonito y movido.

   Construida entre los años 1956 - 1957, en unos 600  mil metros cuadrados ganados al mar mediante la profundización de cuatro canales de navegación y el relleno de cinco intercanales limitados por muros de contención, concebidos para el desarrollo de la actividad hotelera e instalaciones de servicios.

   Es en esta marina donde se realiza el antiguo torneo de Pesca mundialmente famoso llamado: "Ernest Hemingway". Cuenta con una amplia gama de instalaciones hoteleras puestas a su disposición para el mayor disfrute de vacaciones, y allí también está la sede del Club Internacional Hemingway de Cuba.

 

8.- MUSEO HEMINGWAY-FINCA VIGÍA

   El Museo Ernest Hemingway está instalado en Finca Vigía, en San Francisco de Paula, en la periferia capitalina. Fue su lugar de residencia desde 1940. Ubicada en el poblado de San Francisco de Paula, a 15 kilómetros del centro de La Habana.

  Convertida en museo el 21 de julio de 1962, es la primera institución creada en el mundo para divulgar la vida y la obra del Premio Nobel de Literatura 1954, según sus administrativos.

   Finca Vigía se encuentra situada en una colina donde hasta bien entrado el siglo XIX estuvo emplazado un puesto de vigilancia del ejército español. De ahí su nombre.

   En el año 1887 pasó a ser propiedad privada y hogar de Miguel Pascual Baguer, maestro de obra y arquitecto catalán que llegó a este lugar buscando refugio donde sobrellevar el dolor por la muerte de dos de sus hijos.

   En este terreno construyó una espaciosa y ventilada casa familiar, en la que vivió junto a su familia hasta el año 1903.

   En 1939 Martha Gelhorn, la tercera esposa de Hemingway, descubrió Finca Vigía entre los anuncios clasificados de un periódico habanero.

   El 28 de diciembre de 1940 Hemingway compró Finca Vigía por el precio de 18 mil 500 pesos. Pero fue su cuarta esposa, Mary Welsh, la que se ocupó de acondicionar la finca con muebles diseñados por ella y construidos por carpinteros vecinos de San Francisco de Paula.

   Finca Vigía fue la residencia más estable que tuvo Ernest Hemingway. En ella vivió hasta 1960, año en que viajó a España para asistir a las corridas de toros. Sintiéndose muy enfermo siguió hacia a los Estados Unidos donde fue hospitalizado. El 2 de julio de 1961 se suicidó en Ketchum, Idaho.

 

9.- CAYO MÉGANO DE CASIGUAS

   Cayo Mégano de Casiguas o Paraíso, constituye un islote en la costa norte del municipio de Bahía Honda en la occidental provincia de Pinar del Rio.

   Se encuentra frente al Estrecho de la Florida, a unos nueve kilómetros al noreste de Cayo Levisa, a 24 del pueblo de La Palma y 100 kilómetros al oeste de la Ciudad de La Habana.

  Posee una playa desierta de 500 metros, mientras su costa norte baja está cubierta por mangles y la oeste también baja con algunos claros donde se forman playas. Hacia el norte del cayo se encuentra la barrera coralina.

  Hemingway en su yate Pilar realizo varias visitas a ese lugar en compañía de su esposa Mary.

 

10.- CAYO COCO- JARDINES DEL REY

    Jardines del Rey constituye hoy uno de los polos de recreo más atractivos de Cuba sobre todo para canadienses, británicos y argentinos, debido a sus características naturales, y el desarrollo de una infraestructura y servicios adecuados a los reclamos del mercado recreativo mundial.

   Ese nombre, Jardines del Rey, devenido marca, agrupa a varios cayos con potencial turístico en el archipiélago Sabana-Camagüey, y tal bautizo se debe al explorador español Diego Velázquez quien entre 1513 y 1514 quiso rendir honores al Rey Fernando el Católico.

   Por tanto, ese nombre resultó la denominación oficial de esos lares hasta principios del siglo XX. Lugar abandonado, solo frecuentado en su momento por carboneros y pescadores con asentamiento temporal se conformó en lugar ideal para unas vacaciones perfectas.

   Y también fue lugar inmortalizado por el escritor estadounidense Ernest Hemingway en el libro “Islas en el Golfo”, zona de navegación para perseguir a los submarinos alemanes durante la II Guerra Mundial, navegación en su yate Pilar.

   Cayo Coco es el principal eje de la zona, cuyo nombre se debe al pájaro Coco o Ibis del bosque, blanco y de pico curvado.  Pero por el lugar también aparecen los cayos Guillermo y Paredón Grande.

   Cayo Coco es la cuarta isla en extensión del archipiélago cubano, con 370 kilómetros cuadrados y 22 kilómetros de playa. Cayo Guillermo cuenta con 13 kilómetros cuadrados y casi seis de playas entre estas Pilar con la mayor duna arenosa del Caribe (15 metros de altura), dicen los partes oficiales.

   Paredón Grande, el otro cayo del lugar, dispone de ocho kilómetros de playas en sus seis kilómetros cuadrados y el cuarto en relevancia es Antón Chico.

   Por esos lugares se distinguen más de 200 especies de aves, simbólica el Flamenco Rosado, y una flora con alrededor de 385 especies, dentro de ellas 28 endémicas.

   Las playas son el principal atractivo del lugar con una suma de 38 kilómetros en extensión, y pese a ser estrechas, sus aguas son cristalinas y los fondos bajos.

   Favorecen los encantos de la cayería, la posibilidad de llegar al lugar sobre todo por un moderno aeropuerto inaugurado en septiembre de 2002 con tres mil metros de pista, capaz de recibir a todo tipo de aviones y una terminal para 600 pasajeros por hora,.

   Otra vía de acceso, es mediante una unión terrestre nombrada en Cuba “Pedraplén”, con 17 kilómetros de largo.

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