Salvar los arrecifes podría acercar a Cuba y Estados Unidos

Recientemente, Cuba revisó con profundidad sus normas sobre pesca. Una reestructuración que, según los expertos, no sólo ayudará a preservar los ecosistemas marinos, sino que podría acercar la relación entre la Isla y Estados Unidos.
Cuba tiene uno de los mares mejor conservados, y por ello es necesario recuperar ciertas poblaciones de peces y proteger las pesqueras de pequeña escala.
La ley se pronuncia por “ordenar los recursos pesqueros bajo los principios de conservación, uso sostenible, enfoque preventivo, implementación de criterios científico-tecnológicos y protección de los ecosistemas, a tono con las normas nacionales e internacionales y los preceptos de seguridad y soberanía alimentaria”.
De acuerdo con datos publicados por el periódico Granma, en los últimos cinco años, las 54 especies que se pescaban en la plataforma han disminuido en un 44 , las capturas en un 70 % y las importaciones de pescado promediaron 8 mil toneladas.
Asimismo, se sabe que la langosta y el camarón aportan 63 millones de dólares anuales por exportaciones y las capturas se han reducido en los últimos cinco años en un 65 y 90 %, respectivamente.
Informó Granma que actúan sobre los recursos pesqueros 3 mil 376 pescadores comerciales estatales y 245 pescadores para autoconsumo y realizan pesca comercial privada unos 18 mil 638 y otros 17 mil 600 la deportiva.
Estos datos afirman que se encuentran vinculados a la acuicultura 2 mil 329 pescadores y a la pesca estatal de manera indirecta 10 mil 843 trabajadores. Pero se estima que unos mil artefactos navales y alrededor de 2 mil 500 personas realizan actividad de pesca ilegal.
Son noticias que según un análisis del diario británico The Guardian, pueden convertirse en buenas ideas diplomáticas. En palabras de varios expertos consultados por este medio, para sacar adelante la nueva legislación se necesita mucha cooperación científica, sobre todo con los investigadores que están del lado de Estados Unidos.
Explica el diario que, ambos países están separados por solo 140 kilómetros y las aguas de Cuba son el lugar de desove para los pargos, meros y otras especies de arrecife que son comercialmente importantes en Estados Unidos. “Si no buscamos colaboración, no podemos tener una imagen completa de lo que sucede”, le dijo el biólogo marino de la Universidad de Florida, Jorge Angulo Valdés, al periódico inglés. “Trump está haciendo todo lo posible para cerrar las puertas a la colaboración. Pero Cuba está haciendo todo lo posible para que sea más fácil mantener esas puertas abiertas”.
Recuerda igualmente el artículo que, después del 2014, con la normalización de las relaciones, se firmaron varios acuerdos ambientales. En el 2017, por ejemplo, se firmó un tratado para, juntos, ayudaran a limpiar el petróleo derramado sobre el Golfo de México. Pero después llegó Trump y el recrudecimiento del embargo a la Isla caribeña.
Dichas restricciones comenzaron a perjudicar la cooperación científica, según informó Patricia González, directora del Centro de Investigación Marina de la Universidad de La Habana, quien dijo que a los científicos oceánicos cubanos se les concedían menos visas para viajar a los Estados Unidos y que algunos de sus contrapartes estadunidenses estaban preocupados por a viajar a Cuba, pues temían enfrentar represalias.
Frente a la nueva amenaza que llega a los ecosistemas marinos, sobre las costas de ambos países, los científicos creen que del camino no quedan dudas: se debe colaborar. Se debe tener el panorama entero para poder salvar el arrecife y sus valiosas especies. Fuente: El espectador y otros medios