Cuando la Mansión Xanadú canta

Redacción Exce…
08 May 2025 7:18am
Cuando la Mansión Xanadú canta

En lo alto de una colina que se asoma al mar turquesa de Varadero, donde el viento salino acaricia las columnas de caoba y el tiempo parece detenido entre maderas preciosas y recuerdos, se yergue la Mansión Xanadú. Pero no es solo la belleza arquitectónica lo que deslumbra al visitante; es una vibración profunda, una voz grave y solemne que nace de las entrañas mismas de la casa. Es el órgano de tubos, uno de los más grandes de América Latina, un prodigio sonoro que aún hoy estremece el alma.

Cuando la Mansión Xanadú canta

 

Instalado en 1932 por voluntad de Irénée du Pont —magnate franco-estadounidense y entonces presidente de la compañía DuPont—, este coloso musical fue concebido no solo como un instrumento, sino como una extensión del lujo y la sensibilidad de una familia fascinada por la música clásica. Desde el sótano, donde duerme su maquinaria, hasta el mirador con vista al océano, su caja de resonancia fue diseñada para envolver sin perturbar, para fluir como una brisa armónica a través de pasillos, salones y escaleras talladas en maderas nobles como el jiquí, la caoba y el cedro, traídas desde Santiago de Cuba.

Cuando la Mansión Xanadú canta

 

El órgano, restaurado recientemente tras enfrentar el desgaste del tiempo, revive hoy como un tesoro patrimonial que palpita en el corazón mismo de la Mansión Xanadú. Dos pozos acústicos lo conectan con el mirador y el vestíbulo, logrando que la música ascienda suave, casi etérea, sin irrumpir la quietud de las habitaciones. En su tiempo, podía ejecutarse manualmente o programarse para tocar solo, como si la casa misma respirara melodías.

Este templo sonoro fue parte de una obra mayor. La mansión, construida entre 1928 y 1930 por la Frederick Sneard Corporation, es una sinfonía de materiales y detalles: techos y columnas de jiquí, caoba y cedro; suelos que combinan mármol cubano, italiano y español; mobiliario provisto por casas de renombre como Theodore Baily & Co. y Meras & Rico. Todo pensado para dar forma a un espacio donde el arte, el confort y la grandeza dialogaran en armonía.

Hoy, la Mansión Xanadú funciona como hotel boutique, ofreciendo una experiencia única para quienes desean sumergirse en un descanso acompañado de golf. Con su restaurante especializado en cocina francesa, su bar panorámico y una colección de más de 700 piezas museables, cada rincón de la casa es un viaje a través de los años.

Y en medio de ese universo, sigue ahí el órgano. Silencioso a veces, poderoso cuando despierta. No es solo una reliquia: es la voz de la casa, el eco de una época, el alma sonora de Xanadú.

 

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