La Habana 500+1: Hierros de mi ciudad

Rolando Pujol
16 December 2020 11:01am

Uno de los elementos más fascinantes que integran la ecléctica arquitectura de la ciudad de La Habana, es sin dudas, la elaborada artesanía del hierro que se expresa en disímiles variantes.

Desde grandes ventanales, rejas, barandas de escaleras y balcones, farolas, puertas de palacios, edificios de vivienda o de servicio público y como parte del ornato público en calles o avenidas, y resistiendo al tiempo, son el mudo testigo de la pericia e imaginación de los herreros criollos.

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Herreria en balcones de La Habana

La mayor parte de estas obras datan de los siglos XIX y XX, en su primera mitad, cuando la artesanía del hierro alcanzó su expresión más elevada en Cuba, con la existencia de fundiciones capaces de realizar también, además de elementos y objetos de carácter utilitario, una gran variedad de forjas complejas en sus bellas formas artísticas.

Una aristocracia pudiente y en crecimiento, empeñada en presumir, e inspirada en los referentes del iluminismo dieciochesco y las corrientes estéticas de la arquitectura renacentistas europea de ciudades como Florencia, Roma o París, favoreció la intención de engalanar y poner a la altura de la bella época sus palacios y mansiones.

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Exresidencia de María Luisa Gómez-Mena viuda de Cagiga, Condesa de Revilla de Camargo, actual sede del Museo de Artes Decorativas de La Habana

 

Establecer los límites con el exterior y poner a resguardo con estilo, el interior; fue una de las tareas a cumplir por las cancelas de hierro que comenzaron a proliferar en las casonas y palacios de La Habana de intramuros y con posterioridad, en las casas patriarcales de veraneo del Vedado, la Calzada del Cerro y Miramar.

Verjas de gruesos y ceñudos barrotes eran aligeradas por elementos curvilíneos, rosetones, adornos soldados y otros elementos estéticos. Con ello, también se lograba preservar la ventilación de las viviendas en el tórrido clima habanero, pues si bien los nuevos aditamentos impedían y aún lo hacen, el paso de los intrusos, sí dejan libre tránsito al aire y a la luz.

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Verjas perimetrales en La Habana

Los ecos de la Revolución Industrial llegan a Cuba a través de la industria azucarera, pero también con la instalación del alumbrado público. Cada noche, la luz de hermosas farolas fundidas en hierro y bellamente decoradas con motivos florales y animales mitológicos, hicieron más gratos los paseos por las plazas y avenidas de La Habana colonial.

Todavía hoy nos sorprenden las lámparas fernandinas de la Plaza de Armas, consideradas entre las más bellas de la ciudad y las farolas del Parque Central, el Paseo del Prado y el Capitolio.

Farolas del Parque Central
Farolas del Parque Central

Otros elementos utilitarios de hierro fundidos que todavía podemos ver en las casas antiguas de La Habana Vieja, son los guardacantones, que impedían el rose de las ruedas de los carruajes, con los cantos de los portones de las cocheras.

Las estructuras de hierro fundido y decorado, siguen todavía sosteniendo a muchos edificios de La Habana, erigidas entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. El acero, dejó su impronta también en la edificación de la Estación Central de Ferrocarriles en 1909, la Lonja del Comercio en 1912 y el Capitolio Nacional en 1930, lo cual aceleró notablemente su construcción, dotándolos de gran solidez.

Mención aparte en la arquitectura habanera del hierro, lo ameritan los elaboradísimos balaustres de los balcones, los guardavecinos y las barandas de las escaleras, que nos sorprenden al recorrer las calles de La Habana Vieja o de Centro Habana.

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Barandales de escaleras en antiguas mansiones habaneras.
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Farolas de La Habana
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Balcones y guardavecinos en edificaciones de La Habana

Mucho más podemos comentar sobre el tema, pero vamos a dejarlo para futuros trabajos, por lo pronto le invitamos a seguir de cerca esta sección de crónicas y reportajes dedicados a La Habana en su 500 + 1.

Fotos: Rolando Pujol

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