El sabroso bollo prieto cubano

alina
21 June 2017 11:40am
El sabroso bollo prieto cubano

La región de Bayamo ha sido muy creativa a la hora de nombrar sus platos y se puede encontrar desde una “mandanga”, hasta un “negro estropeao” o un “romántico suspiro”. Pero entre todos estos platos hay uno que despierta mucho la curiosidad por su nombre picaresco. Seguramente usted se sorprenderá si una morena se le acerca a preguntarle si desea probar un “bollo prieto”, pero no se alarme y acceda complaciente que nada de morboso hay en la propuesta. Ella se refiere a uno de los postres bayameses, célebre no solo por su nombre sino por su longevidad y sabor.

La vetustez del bollo prieto es demostrada, ya en la segunda mitad del siglo XIX, exactamente el 19 de julio de 1857 en el Eco de Manzanillo, cuando José del Tirador lo manda a pedir a Bayamo, junto con otros dulces tradicionales como el ahogagato y la ciruela borracha. Pero fue durante nuestras primeras guerras de independencia que este postre adquiere verdadera relevancia.

Se dice que este alimento era frecuente en la dieta mambisa por su fácil elaboración, el alto valor calórico y por no exigir condiciones especiales para su conservación, elemento imprescindible en las difíciles condiciones de la manigua insurrecta. Un maestro de la cocina, Ángel Sánchez Pelenque, quien vive en el poblado montañoso de Guisa, apasionado investigador de la cocina rural, ha sido por mucho tiempo su principal promotor y quien gustoso nos ofrece su receta:

El bollo prieto es una mezcla de pinol y miel. Se le puede agregar también maní y ajonjolí si se desea. Luego se le da forma esférica y… listo para saborearlo.

Hoy el bollo prieto se puede degustar en el Mesón la Cuchipapa de la ciudad de Bayamo. El postre se oferta de forma estilizada, encima de un casabe pequeño, bañado con miel pimentada y ornamentado con el delicioso fanguito (leche condensada hervida).

La salvaguarda de lo más genuino de las tradiciones culinarias nos regala la posibilidad de disfrutar sabores del pasado, a la vez que le otorga a nuestra cocina un elemento de originalidad y diferenciación tan necesarias en la oferta turística. A todo ello habría que agregarle el incremento del orgullo por lo propio.

Ningún regalo es más agradecido que el devolver al paladar aquellos primeros sabores que descubrimos en la mesa de los abuelos o vivir una nueva experiencia gustativa a partir de platos regionales. El respeto al legado de nuestros mayores es esencial para lograr que la historia culinaria cubana no solo se preserve, sino que también se disfrute.

Entonces ya sabe, cuando llegue a Bayamo y una bella mulata le pregunte que si gusta del bollo prieto, no se alarme y corra a probarlo porque en su sabor se encuentra la esencia de más de 200 años de tradición culinaria.

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