Los tres cementerios más conocidos de Cuba

alina
17 December 2015 12:01pm
Los tres cementerios más conocidos de Cuba

Cuba atrae hoy a muchos viajeros debido a su cultura, e historia. Algunos expertos consideran que ocupa un lugar preponderante su turismo funerario.

Colón y Santa Ifigenia se destacan, con predilección en viajeros provenientes de Alemania, Francia y España

Algunos viajeros buscan en ellos conocer más sobre la nacionalidad cubana

En la Ciudad de La Habana existen 21 cementerios

En Santa Ifigenia descansan 32 generales de las guerras de independencia

El desarrollo del turismo cultural cubano influye hoy notablemente en los diversos gustos de los viajeros, sobre todo muchos europeos interesados en conocer el arte funerario de este país.

Muchas personas, viajan a los distintos cementerios del mundo, para conocer los sepulcros de celebridades y apreciar las esculturas que guardan restos de personas valiosas, tanto para el arte como la política.

Ese es el caso del desarrollo de esta especialidad dentro del turismo cultural cubano como lo afirma el profesor Eros Salinas, quien dedica muchos de sus esfuerzos e investigaciones a propiciar las visitas a los cementerios de esta Isla.

El académico de la Escuela de Altos Estudios de Hotelería y Turismo del Ministerio de Turismo (Mintur) agregó que los camposantos de este país seducen a un segmento específico de viajeros, quienes eligen además a esos sitios para ampliar sus conocimientos sobre la nacionalidad cubana.

Explica que entre sus objetos de estudio de más de una década, están cuatro de esos cementerios, Monumentos Nacionales, con la finalidad de programar visitas turísticas.

Entre ellos incluyen recorridos a  la Necrópolis de Cristóbal Colón, en La Habana; los cementerios Tomás Acea y Reina, en la central provincia de Cienfuegos; y Santa Ifigenia, en la oriental ciudad de Santiago de Cuba.

De los cuatro, aclaró, Colón y Santa Ifigenia ya destacan por esos recorridos de visitantes, con predilección en viajeros provenientes de Alemania, Francia y España.

Esos turistas, insiste, buscan fundamentalmente el excelente estado de conservación de mausoleos y esculturas, y la historia acumulada en esos escenarios.

El también Doctor en Ciencias Geográficas aseguró que la capital cuenta con un programa de Rutas y Andares, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que incluye un recorrido por el interior de la Necrópolis de Colón.

Solo en 2009 unos 20 mil viajeros seleccionaron para visitar a ese lugar de La Habana.

Poco tiempo después ya registraron un repunte en esa modelo de turismo en el cementerio de Colón, mayor de América Latina, y en un solo mes, por ejemplo, más de nueve mil visitantes incluyen esa alternativa cultural como parte de su estancia en la Isla. 

Pese a los encantos de varios lugares de esta naturaleza, como es el caso del de Cienfuegos, sin embargo, tres cementerios son los más conocidos en el extranjero e incluso entre los cubanos: el de Colón y el Chino, en La Habana, y el Santa Ifigenia en la oriental ciudad de Santiago de Cuba.

1.- CEMENTERIO DE COLÓN: CAMPOSANTO Y MUSEO

   La Necrópolis de Colón es, sin dudas, un lugar muy interesante en La Habana, además de por su historia por las esculturas y obras de arte que atesora.

   En la Ciudad de La Habana existen 21 cementerios, entre los que sobresale el de Colón ubicado en la esquina de Calzada de Zapata y Calle 12, en el barrio de El Vedado.

   Por demás, no solo es el más importante cementerio capitalino, sino de toda Cuba, y está catalogado entre los más extensos del mundo.

   Cuenta con una gran cantidad de obras escultóricas y arquitectónicas, y este detalle sirve para muchos expertos a la hora de considerarlo como el tercero del orbe, antecedido por el de Génova en Italia y uno de Barcelona, España.

   El decursar de este cementerio comenzó en 1854 cuando el gobernador Marqués de la Pezuela tuvo la idea de construir una nueva necrópolis por lo insuficiente del Cementerio de Espada, ya viejo para ese entonces.

   Por lo tanto, se autorizó por Real Decreto del 28 de julio de 1866 su construcción y las obras comenzaron el 30 de octubre de 1871, que concluyeron 15 años posteriores, el 2 de julio de 1886.

   El arco de entrada es impresionante con un conjunto escultórico en su punto más alto preparado en mármol de Carrara, de 34 metros de longitud por 21,66 metros de altura toda la portada.

   Ese conjunto representa las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, y fue obra del arquitecto español Calixto de Loira, mientras los relieves de las esculturas en mármol son del cubano José Villalta de Saavedra.

   Este es un lugar atractivo tanto para cubanos como para extranjeros, ciudad funeraria de 560 mil metros cuadrados donde se combinan estilos como el ecléctico, románico, gótico, griego, egipcio, militar, renacentista, neoclásico, art nouveau, art deco, racionalista y moderno.

   Es increíble esta fusión de estilos y el empleo de los más variados materiales y ornamentos en rejas, cancelas, balaustradas, vitrales, columnas, y cruces de diferentes religiones.

   También se emplearon materiales como mármol de Carrara, granito, piedra, maderas preciosas, y bronce, en querubines alados y hasta reproducciones fotográficas en superficies de porcelana.

   La portada de estilo bizantino da paso a dos amplias avenidas nombradas de norte a sur Cristóbal Colón y Obispo de Espada, y de este a oeste Fray Jacinto, marcador principal.

   Calles, manzanas y lotes componen esta ciudad mortuoria. Los especialistas lo consideran un verdadero monumento arquitectónico de la antigüedad, además de ser el único cementerio americano dedicado al gran navegante genovés.

   Entre las construcciones más remarcables está el conjunto dedicado a un grupo de bomberos muertos en 1890, de 10 metros de alto, obra del escultor español Agustín Querol.

   Y entre los mitos aparece la tumba de Amelia Goire de la Hoz, dama de alta sociedad, conocida como “La Milagrosa”, a donde acuden peregrinos en busca de algún beneficio espiritual o “físico” (todo parece indicar que luego de varios años enterrada su cuerpo permaneció intacto al abrir el ataúd, de ahí el mito).

   Patriotas, militares, políticos y héroes comparten espacios entre mayores o menores lugares, constituye lugar a visitar.

2.- EL CEMENTERIO CHINO DE LA HABANA, PASIÓN Y ARRAIGO

   En La Habana, constituye toda una curiosidad visitar el Cementerio Chino, y escuchar las historias sobre estas laboriosas personas que alguna vez iniciaron su migración hacia Cuba.

   La nacionalidad cubana, existe gracias a la fusión de españoles y africanos, pero le siguen chinos, alemanes, judíos, franceses, y más.

   Por lo tanto, los chinos significan algo especial en la genealogía de los habitantes de esta Isla y su cementerio, modesto, pequeño y en una ruta que bien pudiera ser turística, representa tema de atención para muchos viajeros del mundo.

   Algunos expertos recuerdan que Cuba es muy pequeña, ínfima, en comparación con China de donde llegaron sus primeros emigrantes en junio de 1847, hace 159 años. Se trataba de culíes contratados para sustituir a esclavos africanos.

   Los historiadores registran entonces dos procesos inmigratorios en el siglo XIX y un tercero en el siglo XX, convirtiendo a la mayor ínsula caribeña en asentamiento de la mayor colonia china en América.

   Los chinos se adaptaron perfectamente a Cuba y a su contexto sociocultural pese a condiciones adversas y distintas, pero pudieron reconstruir sus tradiciones mediante asociaciones desde finales del XIX hasta el XX.

   Aparecieron farmacias, teatros, hogar de ancianos, bancos, periódicos y, no podía faltar, un cementerio.

   Aunque en la actualidad solo quedan unos 400 chinos ancianos, descendientes directos de ese grupo primigenio, se rescatan sus costumbres y el Barrio Chino de La Habana florece y se repleta de turistas, sobre todo europeos y asiáticos.

   El cementerio chino (en la actualidad Avenida 26 y Zapata, en Nuevo Vedado) fue construido por el arquitecto cubano Isidro A. Rivas.

   Los iniciales enterramientos de chinos fueron en el cementerio de los ingleses, donde ahora se encuentra Colón, el más importante de Cuba.

   Para el 11 de diciembre de 1882, el primer cónsul chino en La Habana, Liu Lia Yuan, inició las gestiones oficiales para construir el primer camposanto chino, refieren los historiadores.

   La iglesia católica se interpuso y ello provocó que el permiso solo se concediera otros 11 años más tarde, el 20 de mayo de 1893.

   El costo llegó a 23 mil 700 pesos en un terreno propiedad de Federico Kohly y su superficie era de nueve mil metros cuadrados. Finalmente apareció en octubre de 1893.

   Ahora ocupa ocho mil 198 metros cuadrados, divididos en cuatro cuadros irregulares que representan el cielo, la tierra, el mundo de los vivos y el de los muertos.

   Allí se plantan obeliscos, capillas, nichos, bóvedas y falsas bóvedas, conocidas como muritos chinos; fosas excavadas en la tierra coinciden con los enterramientos.

   Destaca allí la escultura de San Fancón, ejemplo ineludible de la transculturación religiosa entre chinos y cubanos. En ese interesante lugar solo pueden ser enterrados chinos, sus cónyuges y descendientes hasta segunda generación.

   De cualquier manera, el lugar enriquece el panorama para visitantes de todo el mundo con la intención de conocer mejor a los cubanos, y además se puede encontrar con quien conversar sobre tal asentamiento asiático, cementerio declarado Monumento Nacional cubano.

3.- SANTA IFIGENIA, EL CEMENTERIO MÁS ANTIGUO DE CUBA

   El cementerio Santa Ifigenia, además de guardar los restos del Héroe Nacional cubano, José Martí, es el más antiguo de esta nación, y hoy es escala obligada para centenares de viajeros del mundo.

   Ubicado en la oriental provincia de Santiago de Cuba, es una especie de lugar de peregrinación, primero para los lugareños y en la actualidad para muchos extranjeros, pues allí está el Mausoleo a Martí, reconocido como el más universal de los cubanos.

   Estos pareceres los explica el especialista principal de este espacio mortuorio, José Luis López, quien comenta que se trata de un Monumento Nacional desde 1937, el cementerio más antiguo de la Isla y con infinidad de atractivos.

   Inaugurado el 28 de abril de 1868 en la actualidad cuenta con más de 140 años, y en su parte original se encuentra la tumba más antigua, la de la familia Navarro, que data del 25 de abril de 1868.

   Sin embargo, un impacto fundamental puede estar en que en el lugar descansan 32 generales de las guerras de independencia de este país, de los que 28 fueron orientales.

   Los restantes que menciona son Ramón Leocadio Bonachea de Sancti Spíritus, Matías Vegas Alemán, de Islas Canarias, España, o el general canadiense William O´Ryan, cuya tumba está muy cerca de Perucho Figueredo, el creador del Himno Nacional.

   Refiere también a los generales José Maceo, Rafael Maceo, Guillermo Moncada, Flor Crombet, Luis Martí y Silverio del Prado, una constelación de héroes de esas guerras.

   El mausoleo más importante está dedicado a José Martí (La Habana 1853- Dos Ríos, Oriente.1895) que descansó junto a los veteranos desde 1947 hasta 1951, cuando el 30 de junio se inaugura el actual sepulcro, el más relevante de todo el cementerio, y de Cuba.

   Comenta el guía que su definitivo enterramiento resultó de un profundo sentimiento masivo, para confirmar la estructura que le guarda como un sistema expresivo de pensamiento, vida, obra y muerte del apóstol cubano.

   La parte vieja del cementerio es de tumbas cerradas a la perpetuidad, pues funciona como museo al aire libre, y después de un parque divisor es que están las tumbas estatales. Todo es patrimonio histórico cultural de la ciudad de Santiago, comenta.

   Allí está la lápida dedicada a Federico Capdevila, defensor de los estudiantes de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871, pues sus restos descansan ahora en La Habana, en el Cementerio de Colón.

   Otra novedad la aportan las banderas cubanas como del movimiento 26 de Julio, que dio la victoria a la Revolución Cubana en 1959.

   Reseña el guía que cuando aparecen las dos banderas significa que allí descansa un luchador clandestino. En Santa Ifigenia está el mayor por ciento de los mártires de Cuba, por ello López lo recalca como el más importante de todo el país.

   Allí también está la Tumba de soldado del deber, para los españoles que lucharon a favor de su metrópoli.

   Otro de los mausoleos del cementerio es el de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, quien el 10 de octubre de 1868 entregó la libertad a sus esclavos africanos para que se unieran a la lucha por la independencia, fecha que marca la nacionalidad cubana.

   La obra fue del italiano Salvatore Bonne, elevada en mármol de Carrara, con las cadenas rotas en expresión de libertad, y el laurel que simboliza la gloria; este mausoleo fue inaugurado el 7 de diciembre de 1910, para su tercer enterramiento.

   Escoltan este sepulcro la bandera izada en el ingenio La Demajagua el día de la liberación de los esclavos, parecida a la de Chile pero con distintos colores, confeccionada por la esposa de Céspedes Candelaria Acosta, y la bandera cubana.

   Esta última, la actual, traída en 1850 por Narciso López, un ex oficial español nacionalizado, de origen venezolano, que desembarco por Cárdenas, en el occidente cubano (de ahí su apodo de Ciudad Bandera a esa localidad de la provincia de Matanzas).

   Pero este también es el cementerio de la música y los artistas, con su Sendero de los trovadores con los restos de Pepe Sánchez creador del son, y muchos célebres, entre ellos Francisco Repilado Compay II, quien junto al Buena Vista Social Club recorrió el mundo.

   Y lo curioso de la tumba de este último es que sus restos descansan sobre arena de la playa Siboney, la más popular de Santiago de Cuba, donde nació. En su lápida está el nombre de su última canción, Las flores de la vida, su guitarra y sombrero, en bronce.

Back to top