Santiago de Cuba y los secretos de sus aguas

En el mes de octubre del año 2010 Cuba abrió una ruta submarina para visitar los restos hundidos de seis buques que participaron en la batalla naval de Santiago de Cuba, en 1898, entre España y Estados Unidos. El Grupo Excelencias les propone hoy conocer lo que este enfrentamiento y uno de sus protagonistas, el almirante Cevera, legaron a las aguas de esta bella, histórica e importante ciudad.
Pascual Cervera y Topete nació el 18 de febrero de 1839 en Medina- Sidonia, Cádiz. A la edad de 13 años ingresó en el colegio naval y tres anos más tarde, en 1855, fue ascendido a guardiamarina, prestando servicio durante la campaña de África en la fragata de hélice Princesa de Asturias. Poco a poco fue ascendiendo como militar naval y para finales de 1880 fue designado comandante militar de marina de Cartagena. En 1888, luego de presidir su Comisión Constructora, y con José Ferrándiz y Niño como segundo al mando, fue primer comandante del acorazado Pelayo.
Contaba con una larga experiencia en cargos militares navales cuando, al estallar la guerra entre España y Estados Unidos en 1898, logró burlar el bloqueo al que estaban sometidas las Antillas españolas por tres poderosas formaciones navales norteamericanas, y en aguas de Santiago de Cuba hizo frente a la flota del almirante William Thomas Sampsom, muy superior en número, siendo vencida la escuadra española tras un desigual y heroico combate.
Como resultado del cruel enfrentamiento los buques de la armada española fueron hundidos y descansan actualmente en el lecho marino de Santiago de Cuba. Desde el mes de octubre de 2010 sus interioridades y vericuetos están abiertos a todo aquel que quiera conocer lo que atesoran en sus entrañas.
Los visitantes, cubanos y extranjeros, vestidos con equipos de buceo, visitan en las profundidades del mar cubano, los cruceros acorazados Cristóbal Colón, Almirante Oquendo y Vizcaya, así como los destructores Furor y Plutón, de la armada española que bajo el mando del almirante Pascual Cervera participaron en la batalla contra dos flotas estadounidenses, el 3 de julio de 1898, según un reporte del telediario local de la fecha.
El sexto barco es el vapor norteamericano Merrimac, que el mando estadounidense hundió cargado de carbón para cerrarle el paso a la flota española en la boca de la bahía de esa localidad, en el sudeste de Cuba.
“Es algo que ha estado sumergido por más de 110 años, y que muy pocos de alguna manera, en Cuba y en el exterior, conocemos”, dijo el entonces presidente de Cubatur, Léster Oliva, quien aseguró que su empresa ha tratado de hacer “algo excepcional y bonito”, al abrir esta ruta sumergida en las aguas de Santiago de Cuba.
En la batalla, que el propio Cervera consideró “un sacrificio tan estéril como inútil”, pues recibió la orden de entrar en desigual combate, murieron 371 españoles, 151 resultaron heridos y 1.670 prisioneros, entre ellos el propio Almirante, según historiadores. Del lado estadounidense, sólo se registraron un muerto y dos heridos.
Tras la guerra de Cuba, Cervera tuvo que soportar los rigores de un procedimiento contra él y sus oficiales supervivientes, y solo tras el clamor popular y las voces que se alzaron a su favor desde el exterior, logró el sobreseimiento de la causa y la restitución de su honor.
El almirante Cervera falleció once años más tarde, el 3 de abril de 1909 en Puerto Real, después de ocupar varios cargos importantes y sus restos descansan en el Panteón de Marinos Ilustres, en Cáliz, España.