Cuba-Rays: el deporte sigue abriendo caminos

Un paso más en la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos fue dado esta semana, con la celebración del duelo amistoso entre las selecciones de béisbol de Cuba y el club de Grandes Ligas, Tampa Bay Rays, perteneciente a la Liga Americana.
Más allá del resultado (victoria 4x1 de los visitantes), se trató de un momento histórico, al constituir el primer encuentro de pretemporada de un equipo estadounidense en La Habana en varias décadas, además de contar con la presencia de los mandatarios de ambos países: Raúl Castro y Barack Obama, quienes saludaron a los integrantes de ambos planteles y se sentaron a disfrutar del espectáculo, como dos aficionados más.
Las gradas del emblemático estadio Latinoamericano, embellecidas con pintura reciente, alrededor de una grama bien verde, se hallaban repletas con más de 40 mil aficionados, convocados desde horas tempranas de la mañana.
También como estreno estuvo la zona del jardín central, pintada de negro y sin presencia de público, como dictan las leyes del béisbol moderno para permitir una mejor visibilidad a los bateadores.
Desde el lanzamiento de la primera bola quedó claro que se trataba de unir, pues al unísono soltaron la pelota los dos cubanos con más victorias en Grandes Ligas (Luis Tiant) y la Liga cubana (Pedro Luis Lazo), recibidos por Evan Longoria y Osvaldo Vázquez.
Era como un símbolo de lo que se pide a gritos desde hace ya un buen tiempo: que los cubanos con aspiraciones de jugar en el béisbol estadounidense no sean discriminados por las leyes del Departamento del Tesoro, que les exigen abandonar su país para poder integrarse a un conjunto de la llamada Gran Carpa.
En el inicio del cuarto episodio ocurrió otro simbólico suceso, cuando una paloma blanca se posó en la grama del remozado estadio capitalino, como para dejar bien en claro que estábamos en presencia de una jornada de paz y amistad.
Se sabe que para los cubanos un encuentro con los estadounidenses, en cualquier deporte, no es un encuentro más, pero esta vez el resultado era lo menos importante, debía ganar el béisbol, y ese fue el gran triunfador de la jornada.
Todo el gran despliegue mediático que acompañó a este desafío, y en general a la visita de Obama, debe servir para seguir clamando por el final de lo más importante que obstruye la normalización: el bloqueo del gobierno estadounidense.
Nuevamente el deporte abre caminos, esta vez para dejar como claros vencedores a los pueblos de Cuba y Estados Unidos.