EN BLANCO Y NEGRO: Relojes de La Habana

Rolando Pujol
17 June 2020 5:06pm

El tiempo es una dimensión subjetiva establecida por el ser humano, pero que marca e influye decididamente en todas las actividades de su cotidiana y objetiva existencia. Y por supuesto, en cuanto el hombre fue consciente de la existencia de esa dimensión, tuvo que enfrentar el gran dilema de cómo medirla para poder organizar sus tareas.

Se atribuye a los antiguos egipcios, una sociedad altamente organizada, la invención del reloj de sol  y las clepsidras o relojes de agua, que al rebozar un recipiente iban marcando el tiempo. Pero existen evidencias arqueológicas de que sociedades neolíticas mucho más antiguas  en Europa y otros lugares del mundo, ya utilizaban la medición solar del tiempo de lo cual dan testimonio sitios como Stonehenge en Inglaterra.

En Cuba también existen evidencias de que los aborígenes precolombinos, median el tiempo  marcando petroglifos en diversas cavernas, donde la luz de las claraboyas incidía en diversas épocas del año y trazando pictografías de círculos concéntricos, con los que  también se supone, median alguna escala de tiempo, quizás tomando a la luna y las estrellas como referencia.

Poco se sabe cómo eran los relojes traídos por los colonizadores españoles a la isla entre los siglo XVI y XVIII, pero es de suponer que fueron relojes de arena, solares y por último mecánicos, en correspondencia con los avances técnicos que en la medición del tiempo se iba alcanzando en Europa.    

Reloj

En La Habana, la vida colonial entre los siglos XVIII y XIX, estuvo cronometrada por la apertura y cierre de las puertas de la  muralla, lo cual se advertía con disparos de cañón, tradición que se mantiene hasta hoy con la ceremonia del Cañonazo de las Nueve, que cada noche se dispara desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña.

También existían pregoneros que gritaban la hora a viva voz, y alertaban a los vecinos sobre el estado del tiempo y otros acontecimientos citadinos. Las campanas de las iglesias igualmente eran útil referencia temporal, cuando llamaban a la misa, con sus toques matutinos y vespertinos.

El siglo XIX, trae a La Habana un creciente mercado de relojería, promovido por relojeros suizos, franceses, alemanes y españoles. La ciudad también se beneficia con la instalación de relojes públicos en diversas edificaciones, admirados por su calidad y precisión.

Algunos de los relojes públicos más famosos de entonces fueron, el extraordinario y preciso reloj solar del Cuartel de San Ambrosio, el reloj de la Parroquial Mayor de Guanabacoa, el reloj de la Aduana, el del Castillo de la Fuerza, el reloj de la Catedral y los de las parroquias del Cristo y del Spíritu Santo y el reloj del Palacio de los Capitanes Generales. Por fuera de las murallas, estaba el del Arsenal.  Con sus relojes de bien público la ciudad se prestigiaba en medio de su creciente desarrollo urbanístico, colocándose a la altura de las ciudades más desarrolladas de esa época.

Relojes

Con el siglo XIX también llegan los relojeros suizos, franceses, alemanes y españoles, que se instalan en las calles Mercaderes y Obispo, abriendo sus tiendas y talleres de reparación. Entre ellos se destacan los negocios de Dubois, La Ferres, Mr. John M. Rirk, Javier Vogt y los señores Cuervo y Sobrino, estos últimos sólidos importadores de los relojes suizos Longines y de toda una gama de relojes de alto estándar de fabricación helvética, los cuales estuvieron importando ininterrumpidamente hasta finales de la década del cincuenta del siglo XX.

Hoy los afamados relojeros se hacen presente nuevamente con sus descendientes en La Habana del siglo XXI, con su espléndida tienda museo, que oferta excelentes máquinas de pulsera y atesora una parte de la historia de la relojería universal, en los viejos relojes aristocráticos que allí se conservan y veneran.

Por último no podemos olvidar al más famoso de los relojes habaneros, el de la 5ta Avenida del reparto Miramar, que cada hora nos deleita con sus campanadas, a imitación del Big Ben londinense, sin dudas una singularidad que lo hace único en Cuba y le rinde honor al más famoso y venerable de todos los relojes del mundo.

 

 

 

 

 

 

Back to top