Universidad de La Habana: el largo camino al tricentenario

Redacción Exce…
08 July 2023 10:19am
Universidad de La Habana:

El 5 de enero de 1728, un auto de fundación dictado por fray José Ignacio Fernández de Poveda, prior del convento de San Juan de Letrán de la orden de Santo Domingo, dejó constituida la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, designando a fray Tomás de Linares como su primer rector y al propio convento como su sede. Se cerraba así un ciclo iniciado al menos desde 1570, con el objetivo de dotar a la capital de la isla de Cuba de una universidad, y comenzaba una historia ya hoy cercana a su tricentenario.

Escolástica en su espíritu fundacional, la Real y Pontificia universidad habanera constaba entonces de cinco facultades: Artes, Medicina, Leyes, Cánones y Teología. En ellas los estudiantes podían acceder a los grados, mayores y menores, de Bachiller, Maestro y Doctor, con los privilegios inherentes entonces a la pertenencia al claustro universitario, cuya esencia corporativa asumía la defensa de sus miembros, incluso en causas de tipo criminal. Pese al atraso reinante en el plan de estudios, definido por los estatutos de 1734, durante largo tiempo buena parte de los médicos, abogados y maestros de la sociedad colonial cubana fue formada en las aulas del ya vetusto recinto del convento dominico de La Habana, fundado en 1578. 

Los intentos y planes de reforma no fueron raros a lo largo del siglo XVIII y primeras décadas del siglo XIX, dirigidos a la modernización de los estudios y la eliminación del control casi absoluto del plantel por los religiosos dominicos. Poco se logró, con excepción de la creación de algunas cátedras. No fue hasta 1842, en medio de la ofensiva liberal española contra los privilegios eclesiásticos, que la universidad habanera fue secularizada y puesta bajo el control de la administración colonial de la Isla, cuyo Capitán General nombró desde entonces a los principales funcionarios universitarios. La universidad, desde entonces y hasta el fin de la dominación española, pasó a denominarse Real y Literaria Universidad de La Habana.

La universidad no fue ajena a las inquietudes sociales y políticas que atraviesan el último siglo colonial en Cuba. En sus pasillos se habló de reforma, anexión e independencia, se escribieron letreros a favor de Narciso López y se discutió sobre derechos políticos y sociales. Por el recinto, en una u otra condición, pasaron algunas de las más importantes personalidades cubanas de la época: Francisco de Arango y Parreño, Félix Varela, Tomás Romay, Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Zambrana y muchos más. En la segunda mitad del siglo XIX, en el ambiente de las guerras por la independencia, muchos estudiantes marcharon a engrosar las filas del Ejército mambí.

En 1899, al iniciarse la primera ocupación militar de los Estados Unidos, la universidad aún se mantenía en su ubicación original, a pesar del marcado deterioro del edificio del convento. En la década del 80 del siglo XIX incluso se llegó a colocar la primera piedra de un nuevo edificio, sin que los planes llegaran a concretarse.

En mayo de 1902, días antes de la inauguración de la República, las autoridades de ocupación decretaron el traslado de la instalación hacia las instalaciones de la Pirotecnia Militar, locación del ejército español en una elevación del Vedado donde, con los años, crecería el campus, relativamente pequeño, que hoy ocupa la Universidad de La Habana y que todo habanero reconoce como la Colina universitaria. Se reformó el plan de estudios, otorgándole un carácter más moderno y científico, al menos en comparación con los que habían regido durante la época colonial.  

Identificada durante un tiempo como Universidad Nacional -sin que se reconociera nunca oficialmente-, y luego simplemente como Universidad de La Habana, la colina experimentó en las cuatro primeras décadas el siglo XX un importante proceso constructivo que la dotó de las instalaciones que aún hoy albergan las facultades y otras dependencias dentro del espacio originalmente perteneciente a la antigua Pirotecnia.

Con períodos de mayor o menor intensidad constructiva, el área fue ocupada por edificaciones de inspiración neoclásica, entre las cuales destacan el Aula Magna y el Rectorado. Su plaza central quedó definitivamente configurada en los años 40, en los que pasó a denominarse Plaza Cadenas, siendo rebautizada en 1973 como Plaza Ignacio Agramonte.

Su emblemática escalinata fue terminada hacia finales de 1927, y en su cima se ubicó la no menos conocida escultura del Alma Mater habanera, fundida en 1920 y cuya autoría es del escultor checo Mario Korbel. Junto a la escalinata, el recinto estrenó los altos muros que aún la rodean.

Alma Mater

 

Entre 1902 y 1959, la universidad quedó con frecuencia ubicada en el epicentro de las convulsiones políticas y sociales que conmovieron al país. A inicios de la década del 20, fue escenario de un ambicioso movimiento de reforma que, en la persona de sus líderes más radicales, con Julio Antonio Mella a la cabeza, aspiraba no solo a la autonomía universitaria, sino a una profunda renovación social y política, vinculada a las aspiraciones obreras y campesinas.

En 1922 nace la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y en 1923 se celebró en su Aula Magna el 1er Congreso Nacional de Estudiantes y nació el proyecto de la Universidad Popular José Martí. En los años posteriores, numerosos estudiantes y personalidades vinculadas a la universidad tuvieron una participación destacada en el enfrentamiento a la dictadura de Gerardo Machado.

Lo mismo ocurriría a partir de marzo de 1952, tras el golpe de estado que inicia la dictadura de Fulgencio Batista y rompe el ordenamiento constitucional de 1940. Figuras como Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras, Raúl Roa, José Antonio Echevarría y Fidel Castro, hicieron en su momento de la universidad espacios significativos de su acción política y social. El 13 de marzo de 1957, el Directorio Revolucionario, dirigido por el líder estudiantil José Antonio Echevarría, ejecutó el ataque al Palacio Presidencial.

Tras el triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959, la universidad experimentó cambios profundos, quedando estrechamente vinculada a los procesos que transformaron la sociedad cubana.

La idea de una universidad cuyo pulso se articulara al de la sociedad, en función del bienestar de la misma y asentada en el conocimiento científico, está en el espíritu de la reforma de 1962, que puso fin a un período inicial de reorganización de la vida universitaria y que está en el centro del amplio proceso de ampliación de la red de instituciones de nivel superior que hoy se extiende a todo el país, y de la cual la universidad de La Habana sigue siendo, por expresarlo de algún modo, el buque insignia.

El recinto original, ubicado en la Colina universitaria, fue reconocido como Monumento Nacional en el año 1978, y otras edificaciones pertenecientes a la universidad, como la Casa de Don Fernando Ortiz, la Fragua Martiana y el antiguo Retiro Odontológico, poseen un alto valor patrimonial.

La creación de nuevos espacios docentes, investigativos y culturales hace mucho desbordó los límites de la antigua Pirotecnia, e incluso del Vedado habanero. En la actualidad, en la Universidad de La Habana se estudian 35 carreras, de todas las áreas de conocimiento, organizadas en 35 facultades. A ellas se suma un grupo importante de centros de investigación, generadores de conocimiento y en estrecho vínculo con el universo formativo, investigativo, tecnológico y productivo de país.  

Por lejanos que estén los tiempos en que fray Tomás de Linares, en épocas poco propicias, asumió la difícil tarea de gobernar la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo, la realidad no deja de retar a la Universidad de La Habana.

Es un mundo competitivo, cambiante, desafiante y complejo el que la reta. Camino a sus primeros 300 años, se alza la Colina asumiendo esos y otros retos, pero, sobre todo, el de mejorar la sociedad a la que se debe, aferrándose al aliento humano del Alma Mater habanensis. 

Universidad de La Habana

Texto: Dr. Edelberto Leiva Lajara, profesor de Historia de Cuba y Pensamiento Cubano en la Universidad de La Habana

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