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EN BLANCO Y NEGRO: Cuba y sus almendrones

Rolando Pujol
04 June 2020 1:56am

He aquí una interesante historia sobre los almendrones en Cuba, esos coches americanos antiguos que inundan las calles de La Habana y que tanto deleitan al visitante.

Resulta que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, quedaron miles de tanques de guerra y cañones en los parqueos y almacenes del Ejército de los Estados Unidos, junto a miles de toneladas de acero de armas y buques japoneses y alemanes… ¿Y qué hacer con todo eso? Pudiéramos decir que fue un importante momento para reciclar.

Toda la chatarra bélica comenzó a usarse, generosamente, para la construcción de automóviles, en medio de una post guerra de la que los Estados Unidos habían salido con ventaja pues nunca cayeron bombas en su territorio, y cuya industria automovilística había paralizado su producción civil desde 1942 para dedicarse a la fabricación de armamento, retornó con nuevos bríos cuatro años después.

Para los norteamericanos, que disfrutaban por esa época de una bonanza económica sin precedentes, se establece como uno de los patrones fundamentales de la prosperidad y el status social, la posesión de un auto. Tamaño, elegancia y potencia, imperaban sustancialmente sobre cuál era el mejor.

Ello, unido a la construcción de carreteras y autopistas interestatales, promovidas por el presidente Eisenhower, influidas por la petición de los grandes fabricantes de automóviles, algunos devenidos inversionistas de dichas vías, uniendo definitivamente por carretera a los EEUU desde las costas del Atlántico hasta las del Pacífico, hizo prevalecer la necesidad de construir carros fuertes.

Fuertes en toda la extensión de la palabra: motores más poderosos, capaces de cubrir de un tirón miles de kilómetros; y carrocerías duras que denotaran la calidad del vehículo (no existía entonces la obsolescencia programada actual). Como complemento, los bajos precios del combustible, que se vendía a centavos el galón, disparó las compras de automóviles por la floreciente clase media y la élite proletaria, que disfrutaba de altos salarios y facilidades de créditos.

Miles de estos nuevos autos americanos, devenidos almendrones, comenzaron a importarse a Cuba por avispados emprendedores en la década del cincuenta del pasado siglo. Una parte de ellos, gracias al ingenio de mecánicos y choferes circulan aún por las calles cubanas. La mayoría posee casi intacta su carrocería, pese al agresivo clima tropical y marítimo de la isla, los baches, el precario mantenimiento y la falta de pintura.

Todo ello ruge en la memoria del metal de tanques, cañones y aviones; convierte a estos inofensivos vehículos en verdaderas máquinas capaces de hacer polvo cualquiera de los autos modernos, en la época de la obsolescencia programada.

¿Recomendación? Cuídate amigo chofer de no impactar contra un “almendrón”, pues de lo estarás haciendo con un tanque Sherman, un Panzer alemán o el casco blindado de un crucero de batalla…

ClásicosAlmendrón-CubaAutosClásico

 

Fotos tomadas por Rolando Pujol antes de la Covid-19

 

 

 

 

 

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