El Pedraplén Caibarién–Cayo Santa María: Un puente entre sueños y mar

Cuando el azul del mar se funde con la brisa cálida del Caribe, se alza una obra que desafía la geografía y celebra la ingeniería: el Pedraplén Caibarién–Cayo Santa María. Con sus 48 kilómetros de longitud, este viaducto conecta tierra firme con los paradisíacos cayos del norte de Villa Clara y enlaza siglos de sueños con el presente turístico de Cuba.
La idea de unir Caibarién con los cayos vecinos no es nueva. Ya en 1842 se proyectaba una vía férrea hacia Cayo Francés, y en 1916 se soñaba con un ferrocarril marítimo. Pero fue en 1989, bajo la dirección de Fidel Castro, que se dio el primer paso real hacia la construcción del pedraplén. La obra fue ejecutada por el Contingente “Campaña de Las Villas” y culminó su primera etapa en 1994, para darse por terminada en 2001, tras más de una década de esfuerzo técnico y humano.

Construido sobre un área de alta sensibilidad ecológica, el pedraplén atraviesa islotes como Cobos, Fragoso, Majá y Las Picúas, respetando la biodiversidad marina y terrestre. En su recorrido, se abren paso playas vírgenes como Las Brujas, Ensenacho y Santa María, que hoy son joyas del turismo cubano.
Además de su función económica, el pedraplén ha sido reconocido internacionalmente con el prestigioso “Premio Puente de Alcántara” a la Mejor Obra Civil Iberoamericana por su excelencia técnica, estética y funcional.

El pedraplén facilita el acceso a los cayos y ha permitido transformar la región en un polo turístico de primer nivel. Cayo Santa María, conocido como “la isla de los flamencos”, alberga la segunda barrera coralina más extensa del mundo y ofrece un entorno ideal para el buceo, el snorkeling y el ecoturismo.
Esta obra monumental es testimonio de la capacidad de Cuba para convertir sueños en realidades. Desde los anhelos del intelectual Francisco Javier Balmaseda hasta los modernos resorts que hoy se levantan en la cayería, el pedraplén es símbolo de visión, perseverancia y respeto por la naturaleza.