Noticias de la Villa: Pícaros en el Parque

Rolando Pujol
15 June 2021 11:20pm

En nuestras idas y venidas por La Habana no nos percatamos que la ciudad, con sus calles asfaltadas y edificios donde se insertan también espacios arbolados y jardines, conforma un gran ecosistema en el que habitan, junto a los seres humanos, una gran variedad de especies de animales.

Las aves son las más abundantes y las que mejor se han adaptado a la vida en la ciudad, aprovechando para su supervivencia todo lo que encuentran a su alcance, insectos, desperdicios; y el refugio que le ofrece la flora que crece en parques, jardines y parterres públicos.

El gorrión, avecilla urbana que más abunda y a la que por lo general no le prestamos ninguna atención, fue traído a Cuba por los colonizadores españoles siglos atrás. Vive como promedio unos 7 años y es mucho más inteligente de lo que nos imaginamos, por lo que le dedicaremos próximamente una de nuestras crónicas.

Gorrión (2)

 

Gorrión (3)
Gorriones en un árbol de un parque de La Haban

 

También se ven en el entorno urbano con mucha frecuencia, los zunzunes, sobre todo allí donde abundan las flores. Vuelan como balas y se detienen de súbito ante los rojos marpacíficos, o hurgan con los picos en las buganvilias. Este es otro que merece también un aparte.

Zun zun (2)
Es raro ver a un Zun Zun posado en una rama

 

El totí mayito, ese que carga con todas las “culpas” cuando los pájaros se comen el arroz según el dicho popular, también es una de las aves que pulula picoteando larvas de insectos en los troncos huecos. Forman una gran algarabía al amanecer y la caída de la tarde y defecan sin miramientos sobre quienes pasen a esa hora bajo los árboles del Parque Central o del Prado, donde anidan en grandes bandadas.

Toti el culpable de todo (1)
Totí Mayito: el culpable de todo

Las palomas rabiches y las simpáticas torcazas, se persiguen inquietas por la vía o sobre los cables del tendido eléctrico, inmunes a las descargas, pues al venir volando no hacen tierra. Nerviosas y sensuales, se la pasan cortejándose todo el día. En algunos parques y plazas, comparten el espacio sin riñas territoriales, con las palomas domésticas. Las palomas salvajes abundan mucho en los parques del Vedado y en la Plaza de Armas de La Habana Vieja.

Palomas rabiches (3)
Paloma rabiche en la rama de un Framboyán

 

Palomas torcazas
Palomas torcazas picoteando lo que encuentran en una calle habanera

 

Sinsontes y zorzales, son los cantantes líricos entre las aves citadinas. Los primeros, sobre todo, son generosos en su canto cuando están en cautiverio, a cambio de que les pongan en la jaula una porción de plátano maduro. El zorzal, por su parte, prefiere regalar sus trinos desde las ramas o posados en alguna antena de televisión. En ocasiones se burlan de los sinsontes en cautiverio imitando su canto.

Un pichón dde sinsonte
Un pichón de sinsonte

 

Zorzal (3)
El Zorzal

 

Otra avecilla urbana, menos distinguible pero ocasionalmente visible entre la floresta citadina es la bijirita. Vuelan inquietas como los zunzunes y se distinguen por un plumaje de cálidos colores tropicales.

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La Bijirita

 

Las golondrinas que anidan en los huecos y techos de los veteranos edificios, arriban cada año a La Habana, desde las latitudes septentrionales a pasar el invierno. Hacen notar su llegada por el estridente piar y la lluvia de heces que lanzan a quienes transitan bajo los portales, donde suelen acomodar sus nidos cada temporada.

Aunque no las tengamos en cuenta, las aves urbanas nos libran de las plagas de los molestos insectos y alegran la vida de los habaneros, con sus trinos, a pesar de sus pícaras y molestas travesuras. ¿Se imaginan lo que sería La Habana, sin el canto de las aves al amanecer? No, no imagino, pues no quisiera vivir ese silencio.

 

 

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